lunes 16  de  junio 2025
AMENAZA TERRORISTA

Cuál es el futuro del Distrito Norte de Israel ante el acecho de Hezbolá

Safad, en el norte de Israel, es uno de los territorios fronterizos con el Líbano donde vivir es cada vez más difícil debido a las amenazas bélicas

Por DARCY BORRERO BATISTA

GALILEA, ISRAEL. -Lo sucedido el 7 de octubre en el sur de Israel, no ha dejado indiferentes a los habitantes del Distrito Norte, quienes viven bajo acecho de la organización terrorista Hezbolá, mejor equipada y organizada que Hamás.

A la empinada entrada de Safad, conocida como la capital de Galilea, huecos y pedruscos removidos atestiguan un atentado con misil que, si bien no llegó a detonar, sí perturbó a los residentes y trabajadores del cercano Centro Médico Ziv hace dos semanas.

¿Quién llora por los niños de Galilea?

“Esta es la entrada de nuestro hospital y había vehículos a lo largo de la calle. Enseguida nuestro guardia de seguridad extendió la alarma y actuó rápido, las personas fueron trasladadas a refugio. Había una mujer con un niño y estaba atravesando un ataque de pánico, sin saber qué hacer. Entonces el guardia tomó al bebé y lo sacó del auto, mientras la mujer salió por el otro lado, justo segundos antes de que el misil cayera”, contó a este diario el personal del hospital.

Asimismo, al arribo del quinto mes de conflicto en el sur, el jueves 7 de marzo dos misiles antitanque impactaron contra dos viviendas en el municipio israelí de Metula, también próximo al Líbano.

Se trata, de acuerdo con los informes de fuentes militares, de un ataque más reivindicado por la milicia chiita proiraní Hezbolá desde el inicio de la guerra en Gaza.

El grupo reivindicó además en las últimas jornadas siete ataques contra territorio israelí, tanto el de Metula como otro contra instalaciones militares en los Altos del Golán sirios (ocupados por Israel), según informó vía Telegram.

La frontera entre Israel y Líbano atraviesa su mayor pico de tensión en casi 20 años. El intenso intercambio de fuego desde hace cinco meses ha cobrado la vida de al menos 327 personas, la mayoría en el lado libanés y en las filas de Hezbolá, con 226 bajas de milicianos, algunas de ellas en Siria.

El Alto Comisionado Derechos Humanos de Naciones Unidas, Volker Türk, declaró esta semana que la comunidad internacional debe hacer “todo lo posible” para evitar que el conflicto de Gaza se extienda. “Me preocupa profundamente que, en este polvorín, cualquier chispa pueda provocar una conflagración mucho mayor”, dijo, y enfatizó que los combatientes de las milicias simpatizantes de la causa palestina están ahora involucrados en un “extremadamente preocupante” aumento de las hostilidades y los intercambios de fuego con Israel, a lo largo de la Línea Azul supervisada por la ONU que separa a ambos países.

Al respecto, el portavoz de la diplomacia israelí Lior Hayat aseguró que Israel no quiere empezar una nueva guerra.

“Todavía estamos luchando contra Hamás en Gaza y, en segundo lugar, no es nuestro objetivo entrar en una guerra en el Líbano. Hay esfuerzos diplomáticos de diferentes países y con Líbano para llegar a un acuerdo y para impulsar la resolución 17-01 de 2006. Y por ahora también para nosotros es la mejor opción”, aseveró, sin pasar por alto que hay miles de desplazados y, a cinco meses [de los ataques], “no están en sus casas y en algún momento el Estado de Israel tiene que ofrecerles la seguridad de volver a sus casas, lo que es responsabilidad de cualquier estado”.

Una zona hostil

La inseguridad en la zona norte, unida a las condiciones de fondo de la región marcada por la ruralidad, la hostilidad del clima y una economía que no logra recuperarse tras la pandemia de Covid-19, hacen que muchos israelíes se muevan hacia el centro del país, como parte de la operación del Estado para proteger la mayor cantidad de vidas posible.

“Sin guerra, ya es difícil vivir aquí”, dijo a este diario Shadi Khalloul, presidente de la Asociación Israelí de Cristianos Arameos. Desde las montañas de Safad explicó la situación geográfica y política en una ciudad a una altura superior a los 900 metros, lo que la convierte en la más alta de Galilea y de Israel.

La ONU reporta alrededor de 200 muertes en el país vecino desde que estalló la guerra en Gaza, con niños, paramédicos y periodistas entre las víctimas.

Las bajas en las filas de Hezbolá, de acuerdo con la agencia española EFE, se estiman en 226 milicianos, algunos de ellos caídos en Siria. Mientras que al menos 37 integrantes de milicias palestinas, un soldado israelí y 46 civiles (entre ellos diez menores, tres periodistas y siete sanitarios) se reportan fallecidos en el lado libanés.

En el lado israelí ya han muerto 17 personas en la frontera norte: 10 militares y 7 civiles.

Los peligros de una gran guerra

Khalloul, además, advirtió de los peligros de una “gran guerra” en la que su comunidad podría salir devastada. “Nuestros hermanos cristianos en Líbano van a ser usados como escudos humanos por la organización islámica terrorista”. Al ubicarse a solo cuatro kilómetros de la frontera, dijo, “vemos muchos ataques en esta región. Todos los kibutz cercanos son atacados por misiles. Los niños están en peligro. Afortunadamente, mi hijo y otros niños dentro del teatro de la escuela han sido evacuados antes de que los misiles impactaran”.

En cambio, un hombre murió y al menos otros nueve resultaron heridos el lunes por disparos de Hezbolá contra Moshav Margaliot en la frontera entre Israel y Líbano, en la Alta Galilea.

Desde la escalada de hostilidades entre Hezbolá y el ejército de Israel, más de 83 comunidades fueron evacuadas, lo que representa entre 60,000 y 100,000 personas que han sido desplazadas, con el fin de evitar bajas de civiles por lo bombardeos, de acuerdo con Alma, un centro de investigación especializado en las tensiones en el norte de Israel.

“Ahora nosotros entendemos que es imposible convivir con estos vecinos. Hamás quiere destruir el estado de Israel, Hezbolá quiere destruir el estado de Israel. Ambos tienen capacidades que han sido proveídas por Irán. Y con Hezbolá nosotros tenemos que estar seguros de que estas capacidades han sido eliminadas porque cómo podemos vivir con seguridad en estas fronteras”, dijo Sarit Zehavi, fundadora y presidenta del centro de investigación y educación Alma.

“Como residente del norte de Israel yo me pregunto cada día, cuál es el futuro de esta región. Cualquier cosa puede suceder”.

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