“Unos se lavan las manos y tiran la pelota al campo de juego, mientras otros se ponen junto al menos fuerte sin tener plenamente en cuenta que no hay razón para matar civiles, niños y ancianos”, comentó a DIARIO LAS AMÉRICAS el profesor emérito de Derecho de la Universidad de Lleida, en España, Ferran Espaser.
De hecho, el grupo armado palestino Hamás, que gobierna la Franja de Gaza desde el 2006 y no reconoce la existencia del Estado de Israel, lanzó más de 5.000 cohetes destructores y asaltó localidades en territorio israelí.
Las imágenes narran episodios dantescos de soldados de Hamás que prendieron fuego a viviendas para hacer salir a sus moradores y degollarlos sin piedad.
Los muertos, de ambas partes, van en aumento.
“Hay que diferenciar uno del otro”, subrayó el catedrático. "Hamás es un grupo político armado terrorista y no representa a todo el territorio palestino”, acentuó.
En efecto, a diferencia de otros sucesos, cuando ambas partes se han atacado mutuamente, el horror del asalto de Hamás ha cambiado ciertas posiciones.
En Europa, donde Israel es usualmente percibido como invasor y agresor, la Unión Europea suspendió la ayuda humanitaria a Palestina a primera hora, aunque más tarde condicionó la asistencia a entidades que no estuvieran relacionadas con Hamás.
Por otra parte, el territorio de Cisjordania, en el que impera el partido político Fatah, que reconoce la existencia de Israel; se mantiene al margen del nuevo conflicto.
En el lado norte de Israel, donde la frontera con Líbano esconde a la agrupación Hezbolá, aliado de Hamás, atacan a pueblos y civiles con cohetes destructores.
Conflicto
Sin mencionar historia antigua, por aquello de “agua pasada no mueve molinos”, cuando los romanos prácticamente desalojaron a los judíos y los musulmanes llegaron después; el declive del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial marcó el inicio de un conflicto que, un siglo después, continúa vivo.
Eretz Israel, la tierra prometida a los judíos, y Palestina, hogar de musulmanes, es el territorio que los británicos propusieron repartir entre ambas partes y que la Organización de Naciones Unidas (ONU) adjudicó en 1947 para crear los dos estados.
“Cómo se repartió y quién verdaderamente lo hizo son preguntas que muchos hacen, pero nadie tiene una explicación categórica”, señaló el catedrático español.
“Lo que sí sabemos es que unas horas después de la creación del Estado de Israel, el territorio fue asaltado por sus vecinos árabes”, rememoró.
Un año y tres meses después, las partes lograron firmar un alto al fuego y repartirse unos terrenos que, más tarde, durante la guerra de 1967, Israel ocupó en nombre de la defensa nacional para mantener a ejércitos hostiles alejados.
Construir asentamientos israelíes en esos territorios “no tiene otra explicación que formalizar la ocupación”, consideró Espaser.
“Si un vecino ocupa una parte del patio de tu casa y construye algo allí, está diciendo que planea quedarse con ello”, trajo a colación.
¿Por qué?
El antisemitismo, eso que llamamos odio contra los judíos, data de los tiempos de Roma.
Desde entonces, “se les persiguió, torturó y asesinó en nombre de una depuración que no tuvo sentido, y en nombre del cristianismo también”, señaló el catedrático Espaser.
“La culminación de ese proceso fue el Holocausto, que es uno de los capítulos más terribles de la Historia de la Humanidad. La Alemania que Hitler gobernó, con el apoyo de millones de alemanes, estableció un proceso destinado a acabar con todos los judíos”, recordó.
El antisemitismo se esparció y “hoy”, añadió, “vive en menor medida, pero está presente a la hora de culpar”, subrayó.
“No es menos cierto que Israel ocupa territorios que la ONU no le dio y que los palestinos merecen tener su país. Pero también es cierto que el odio hacia los judíos impera en esas tierras porque practican una religión diferente al islam”, resaltó.
“Los que defienden la causa palestina, muchas veces bien intencionados, deben tener en cuenta esa historia milenaria y las guerras desatadas contra Israel, así como la corrupción, la violencia y el radicalismo que existe entre los activistas palestinos que están movidos por un odio profundo contra los judíos”, puntualizó.
¿Solución?
Un acuerdo entre palestinos e israelíes sólo sería posible si se abordara con sinceridad los motivos de la eterna disputa.
El estatus de Jerusalén, la cuestión de los refugiados palestinos, la creación de asentamientos en los territorios ocupados, el reparto de un bien preciado como el agua y el reconocimiento mutuo de ambos estados han formado parte de diálogos en múltiples ocasiones, pero las diferencias han impedido que se alcance la paz definitiva.
No obstante, Jerusalén, la milenaria ciudad que es reclamada por ambas partes; es el pastel de la discordia.
En la Ciudad Vieja de Jerusalén se encuentran lugares sagrados para ambas religiones: los últimos vestigios del segundo gran Templo de los judíos, y la mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca de los musulmanes, además de importantes reliquias y enclaves sagrados para cristianos que también juegan un importante papel en este milenario conflicto.