lunes 20  de  octubre 2025
OPINIÓN

10 de octubre y la cubanidad

En una Cuba libre de dictadura, democrática, abierta, reconciliada, unida-donde la soberanía popular sea el más fuerte sostén de la soberanía nacional-, el 10 de Octubre volverá a ser fecha cimera de la cubanidad

Por Pelegrin Castillo Semán  

Recientemente escuché la propuesta del gran luchador por la libertad y la independencia de Cuba, el fraterno amigo, Orlando Gutiérrez Boronat, de que la gran fecha nacional que debe conmemorarse en Cuba y por los cubanos es el 10 de Octubre de 1868. Creo que hacen bien levantando el 10 de octubre, ya que es la efeméride clave, germinal, decisiva, donde comenzó a levantarse la causa imparable de independencia plena en libertad.

Se trató del inicio una lucha magna, heroica, desigual, de casi 30 años, con interregnos, para alcanzar la República, que finalmente, se asegura y afianza, aun con limitaciones, entre 1898 y 1902. En esa temprana gesta libertaria se incorporan los dominicanos Máximo Gómez, los Márcanos, los Díaz.

El punto es que a partir de ese 10 de Octubre, fue fraguándose en los campos de batallas, en los triunfos y las derrotas, en los avances y caídas, la médula que forma la nacionalidad, donde se templa el espíritu de la cubanidad. Por eso hay que volver a levantarla con todo su significado, con todas sus conexiones, con los afanes precedentes y los combates por venir.

De este modo también empieza a ponerse en su verdadera dimensión. las “gloriosas fechas revolucionarias”, esas del 26 de julio de 1953 o del 1 de enero de 1959, que tienen una carga de impostura muy pesada.

Ayer le decía al grupo que hacemos los domingos el programa “Los Sabios de la Z”, en República Dominicana, que cuando se conozca la historia real de lo que pasó en Cuba, la verdad profunda de lo acontecido, se producirá una conmoción en el Continente y el mundo.

El “legendario guerrillero” Fidel Castro, exaltado por Herbert Mathews en las páginas el NYT, accedió al poder con gran facilidad, porque le favoreció un lobby poderoso en Estados Unidos, que involucraba a un hermano de Presidente Eisenhower, un sub Secretario del Departamento de Estado, y, sobre todo, a William Willman, un personaje sinuoso que jugó un papel decisivo, para favorecer que tomara el poder con el menor costo y riesgo posible.

Obviamente, la implantación de la dictadura revolucionaria y totalitaria resultaba así algo más fácil, sobre todo, después del desastre de Bahía de Cochinos, hasta el día de hoy, así como su proyección terrible hacia todas Las Américas.

Esa es una historia realmente triste, porque Cuba y los cubanos han pagado un precio muy alto por todas esas inconsistencias, chapucerías, y torpezas de la política norteamericana. Con variantes, eso mismo se repitió después de la caída de la Unión Soviética y la desintegración del campo socialista, cuando un triunfalismo obtuso le permitió al régimen “del malo conocido” maniobrar, consolidarse y pasar a la ofensiva. Si hoy el continente y la región están incandescente, en disrupción, polarización y radicalización, convertido en peligroso campo de batalla de las superpotencias, en buena medida se debe a esos desenfoques.

En una Cuba libre de dictadura, democrática, abierta, reconciliada, unida-donde la soberanía popular sea el más fuerte sostén de la soberanía nacional-, el 10 de Octubre volverá a ser fecha cimera de la cubanidad, y Nuestra América podrá trabajar a futuro junto a la América que no es nuestra.

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