El 7 de noviembre pasado hubiera cumplido cien años Albert Camus, novelista, dramaturgo y ensayista francés fallecido en un accidente automovilístico en 1960.
Fue un intelectual marcado por los acontecimientos históricos y las corrientes ideológicas de su tiempo. nNació en Argelia de una madre analfabeta y sorda, en una familia de colonos franceses.
De su padre, que murió en la Primera Guerra Mundial, apenas unos días antes de él nacer, conservaba sólo una vieja foto y una anécdota que lo marcaría: la repugnancia de su progenitor ante el espectáculo de una ejecución capital. n
A menudo agradeció la formación que recibió de sus maestros en la ciudad de Argel. El profesor Jean Grenier lo inició en la lectura de los filósofos. Le dio a conocer a Nietzsche.
Tenía 19 años cuando aparecieron sus primeros textos en la Revista Sud. En los años 30 contrajo tuberculosis, publicó su primer libro, fundó un grupo teatral e ingresó en el Partido Comunista Francés, del que fue expulsado por su sus relaciones con el Partido del Pueblo de Argelia.
Lo acusaron de trotskista. Camus siempre vio el comunismo como un medio más que un fin, y años más tarde lo condenó enérgicamente. nTambién mostró simpatías por el anarquismo y colaboró en algunas de sus publicaciones. Le preocupaban en especial los derechos de los obreros.
Durante la segunda Guerra Mundial se unió a una célula de la resistencia francesa y publicó un periódico clandestino. Fue testigo de la liberación de París por los aliados. Denunció, sin embargo, el bombardeo atómico por los americanos en Hiroshima. n
En 1943 conoció a Sartre, y después de la guerra vivió unos años de vida bohemia en París. No por eso escapó la angustia existencial de la postguerra.
Viajó a Estados Unidos. Sus conferencias eran consideradas de izquierda, pero sus fuertes críticas al comunismo lo distanciaron de muchos de sus amigos, incluyendo Sartre. n
Durante la guerra de Argelia en 1954 confrontó otro dilema moral. Simpatizaba con los u201cpied-noirs u201d, los franceses que como sus propios padres vivían en la región, y defendió las acciones del Gobierno francés contra le la rebelión de los árabes.
Tras bambalinas, sin embargo, comenzó a trabajar a favor de los presos. Creía sinceramente que los colonos franceses y los árabes podían convivir.
Ambos lados lo tacharon de ingenuo. Años más tarde Nelson Mandela logró ese milagro de convivencia y reconciliación en Sudáfrica. n
La memoria de su padre debió influirlo al escribir su ensayo contra la pena de muerte (Réflexions sur la guillotine), que contribuyó a que en 1957 le otorgaran el Premio Nobel de Literatura u201cpor su importante producción literaria, que con una seriedad clarividente ilumina los problemas de la conciencia humana de nuestra época. u201d n En el conjunto de su obra, Camus reflexionó sobre la condición humana. No podía entender que la libertad le fuera dada al hombre por un Ser Superior. Se opuso simultáneamente al cristianismo, al marxismo y al existencialismo. Batalló contra todas las ideologías que alejaban al hombre de lo humano.
Fue uno de los primeros en elaborar la filosofía del absurdo. En su ensayo El mito de Sísifo publicado en francés en 1942, mantiene que nuestras vidas no tienen significado alguno.
Propone una ética de la cantidad, en que el hombre se rebele contra su destino acumulando un gran número de experiencias. n
Quizás ninguna de sus obras refleje mejor sus tormentos interiores que El extranjero (1942), cuyo personaje central Meursault es incapaz de sentir dolor, amor, remordimientos, miedo, ni siquiera ante la muerte de su madre, o cuando comete un crimen sin sentido, y escucha su condena. Meursalut encarna la pasividad y el escepticismo.
Su comportamiento es una denuncia de lo absurdo de la existencia, y por tanto, de la muerte. La novela es un espejo provocador del rostro desgarrado de una Europa herida por dos guerras mundiales.
La apatía del protagonista, su ateísmo, su falta de valores, producen al lector una sensación angustiosa, como si fuerzas externas nos empujaran al borde de un abismo, próximos a caer al vacío. n
Los problemas del mundo actual pueden parecernos distintos a los que confrontó Camus, pero vale la pena releer su obra, meditar sobre la violencia a nuestro alrededor u2013ya sea en Siria o la escuela Sandy Hook- y preguntarnos si no conviven a nuestro lado muchos Meursaults, que buscan atormentados el significado de sus vidas.