lunes 25  de  marzo 2024

¿Atentado?

El tema de los "cuadernos de la corrupción" en Argentina reclama espacio y lo tendrá, pero no ahora. Lo mismo pasa con las elecciones en Brasil. Hoy por hoy no parece atinado restarle importancia al atentado –¿presunto?– contra Nicolás Maduro
Diario las Américas | DANILO ARBILLA
Por DANILO ARBILLA

¿Qué elegir? ¿La ley de despenalización del aborto en Argentina, también en esto, partida en dos? Todo divide a los argentinos, la brecha no desaparece ni se achica. El del aborto, destacan, es el único tema sobre el cuál el papa Francisco no cambió de posición respecto a la que defendía cuando era el Arzobispo Jorge Bergoglio.

Lo de la discutida ley puede distraer un poquito respecto a la noticia de que Amado Boudou, quien fuera vicepresidente de Cristina Kirchner, fue condenado por corrupción –5 años y 10 meses de prisión– pero no le hace ni mella, como noticia, a la de los “cuadernos de la corrupción”. En esta tema se calcula que son más de 200 millones de dólares en coimas que fueron a parar, en bolsos y bolsas y en maletas también, a las casas de los Kirchner. Presuntamente, por supuesto, porque siempre que se habla de delitos de los “progres” se estila poner presuntamente. En cambio, si el protagonista es de derecha o no de izquierda, simplemente se le escracha sin aclaración alguna.

El tema de los “cuadernos” reclama espacio y lo tendrá, pero no ahora. Lo mismo pasa con las elecciones en Brasil donde Lula –doce años de cárcel por corrupción–, y un niño de pecho comparado con los Kirchner, aspira aún a ser candidato.

Hoy por hoy no parece atinado restarle importancia al atentado –¿presunto?– contra Nicolás Maduro. Nadie se cree lo del atentado, esta es la verdad. Salvo, aclaremos, Cuba, Bolivia, Siria, Irán, Turquia, Rusia y los Tupamaros uruguayos. Ni la estampida y el pánico de los militares in situ aporta un mínimo de credibilidad, quizás no estaban enterados.

Ya está dicho que en Venezuela, en vida del comandante Chávez, y pasando por lo del “pajarito” y la multiplicación de los “penes”, más la “madurez” de estos días, se supera largamente la ficción del “realismo mágico” y hasta las más locas fantasías tropicales.

Pero el tema es serio: es una nueva arremetida contra la oposición, contra la disidencia, como se han apresurado a denunciar dirigentes políticos y sociales que están contra la dictadura de Maduro y los militares venezolanos.

El recurso es conocido: pasó en Turquía, hasta con drones y todo, cuando el fallido “golpe de estado” y posterior represión contra los opositores.

Lo mismo que en Ecuador, cuando Rafael Correa inventó su propio golpe de estado –unos 70 policías contra 14.000 solados que respaldaban y protegían al presidente–. Con esa excusa persiguió y acabó con opositores, diputados y jueces que no le gustaban. Por esos tiempos recibió el apoyo de la CELAC y de la UNASUR, pero ahora ya no es lo mismo.

A Maduro y sus allegados –¿quizás sus mandantes?– no les preocupa. Lo dijeron bien claro sus voceros: “que este hecho sirva para extirpar de una vez por todas cualquier intento violento de atentar contra la paz”.

Es la tesis del difunto Fidel: No se puede permitir ni siquiera el más mínimo brote de cualquier sueño o ilusión de cambiar el sistema. Hay que arrancarlos de raíz. La revolución en su momento justificaba todo y hasta disimulaba la esencia y los fines del “paredón”.

Ahora es distinto, y por eso se inventan los atentados. En el caso no importa tanto el show sino sus efectos multiplicantes. En Venezuela hay coincidencia total en cuanto a que se avecina una nueva ola de represión. Los “asesores” cubanos hacen sentir su peso. El susto y el miedo de los militares a lo que tarde o temprano irremediablemente vendrá, también pone lo suyo. Y los venezolanos, el sufrimiento.

Presos políticos, persecución, escasez de producto básicos, de medicinas, inflación de casi el 3% por día –cada 24 horas– y previsiones aún peores –se pronostica 1 millón por ciento–.Emigrar como solución, dejar casa y familia. Y ahora esta promesa de los mandamases de, a raíz del “atentado”, “extirpar(lo que sea) de una vez por todas”.

La revolución bolivariana no tiene límites: aún puede ser peor. Esa es la noticia.

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