“Tengo que decir esto, mi observación en esto es: ¿Alguna vez has visto al tipo reírse? Eso a mí me parece muy raro” Tim Walz, Gobernador de Minnesota y aspirante a vicepresidente sobre Donald Trump
“Tengo que decir esto, mi observación en esto es: ¿Alguna vez has visto al tipo reírse? Eso a mí me parece muy raro” Tim Walz, Gobernador de Minnesota y aspirante a vicepresidente sobre Donald Trump
Muchos han hablado del Trump que conocen, lo hizo magistralmente su familia en la Convención Republicana, lo hicieron amigos y asociados de negocio y otros en la política. Aunque no pretendo encajar en ninguna de esas categorías, no hace falta, para conocer a quien aspira nuevamente al cargo de presidente de los Estados Unidos.
Lo conocí brevemente hace años en una ocasión en la tienda de antigüedades de la amiga de mi madre, Vilda de Porro en Worth Avenue. Allí compró varios objetos para su recién adquirida mansión en Palm Beach, Mar a Lago. Lo que sabía del mimado magnate de bienes raíces que había sido extremadamente exitoso en Nueva York eran las frivolidades que se conocían por su presencia frecuente en los medios.
Hasta que, en junio 25 de 1999, apareció publicado en el Miami Herald un artículo donde Trump dejaba claro porque no invertiría en Cuba. Mi gran amigo y colega en la Fundación Nacional Cubano Americana, Fernando Rojas, quien fue asesor político de Jorge Mas Canosa vio una gran oportunidad para que la Fundación Nacional Cubano Americana invitara a Donald Trump a Miami y demostrara porque alguien con tanto que ganar dejaba claro que mientras existiera una dictadura en Cuba, jamás invertiría en la isla de los Castro.
En el artículo de opinión, Trump comenzó explicando que varios de sus asociados le pedían que invirtiera en la magia de los casinos en la isla sugiriendo que habían vías y arreglos para burlar el embargo. En medio de la decisión del potencial de obtener grandes ganancias y apoyar los derechos humanos, la decisión fue fácil. Aunque le argumentaron razones para levantar el embargo, recordó que “sería instructivo recordar el papel que jugó Castro entre el bien y el mal” y después de una larga y exacta lista del daño que la presencia de Castro y el Marxismo Leninismo hacían en nuestras puertas y el daño que habían hecho internacionalmente dejó claro que no invertiría porque “el dinero iría a parar a los bolsillos de Castro”. También argumentó que se negaba a pagarle directamente al estado para que luego el trabajador ganara el indecoroso salario de diez dólares mensuales: “Prefiero dejar de ganar millones que perderme el respeto. Prefiero la pérdida financiera que convertirme en financiador de uno de los dictadores más brutales del mundo, un hombre que quiso destruir a mi país. Para mí el embargo no es ni una pregunta. Claro que debemos mantener el embargo en su lugar. Lo debemos mantener hasta que Castro desaparezca.”
Trump aceptó la invitación y la mañana del 15 de noviembre aterrizó su avión con grandes letras con su nombre-logo en Miami. Increíblemente para nosotros no solo tuvo una gran concurrencia, pero una especie de rally al día siguiente para que pudiera hablar con los cubanos fue apoteósica. “He hablado hoy con más cubanos que los que pensé había en EU”, bromeo. Aquel hombre que tildaban de arrogante fue cordial y paso horas saludando a cubanos que querían estrechar su mano y agradecerle su postura con Cuba.
Entre las cosas que dijo en aquel discurso fue que “No deberíamos premiar a Castro con negocios, dinero o respeto, sus prisiones están llenas de disidentes, las tumbas llenas de patriotas y el gobierno lleno de delincuentes”. Mas adelante dijo: Yo sé que ustedes tendrán la victoria y yo estaré a su lado en ese momento.” Curiosamente reflexiono y agregó: “no sé en qué capacidad si como un gran urbanizador o como el mejor presidente que hayan tenido, pero ahí estaré.”
A pesar de todo esto, cuando años después en el 2015 anunciara su candidatura salieron los medios liberales a decir que los cubanos no debían votar por él, qué quería levantar el embargo. Respondí entonces que eso era falso y no porque lo dijera yo, sino porque estaba debidamente documentado.
Al poco tiempo en Miami, cuando lo entreviste como candidato recordó aquella visita y la asumió como una promesa que tenía que cumplir con los cubanos. De ser electo no habría concesiones con el régimen de La Habana y el embargo sería intocable.
Me había acabado de leer su libro, “The Art of the Deal” y tuve la osadía de pedirle que no tratara el caso de Cuba como un acuerdo en la entrevista, la connotación no tenía buena resonancia después de los acuerdos de Barak Obama con Raul Castro. Lejos de molestarse, entendió y fue cuidadoso al explicar su política para los cubanos de Miami.
Una vez electo presidente, a pesar de los problemas que ya se habían creado con Univisión, fui la única a la que dio una entrevista. Fue amable conmigo y mi equipo y generoso con su tiempo a pesar de la compañía para la que trabajaba. Abordamos el tema de Cuba nuevamente. Una de las cosas que quería que quedara clara era, que, detrás de todo contra lo que su administración confrontaba con Venezuela estaban Raul Castro y el régimen de La Habana. “Me voy a ocupar de Cuba y Venezuela, ya verás”.
Al poco tiempo desmontaba todo el grotesco andamiaje montado por Obama en aquel bochorno espectáculo donde se reanudaron relaciones y se devolvieron espías a Cuba, entre ellos a Gerardo Hernández que cumplía 2 cadenas perpetuas en una prisión federal en Estados Unidos por su participación en el asesinato de ciudadanos americanos en espacio aéreo internacional. Antes de dejar el cargo de presidente, volvió a poner a Cuba en el lugar que le correspondía, la lista de países que auspician el terrorismo.
En el 2022 cuando renuncie a Radio Mambí tras haber sido vendida por Univisión a un grupo financiado por George Soros, comenzar de nuevo tras 26 años en la misma compañía era un prospecto lleno de inquietudes. Afortunadamente conté con el apoyo de mi comunidad y sus organizaciones cívicas y también con políticos locales y nacionales. Pero lo que nunca me imaginé que a pesar de los problemas legales y las muchas ocupaciones, el expresidente tendría tiempo para enviarme un mensaje con el que abrí mi primer programa en la Poderosa. Me aseguro que mi voz era la de muchos. “Siempre has representado los valores del pueblo americano, pero en particular los de los cubanoamericanos.” Felicito a mi nuevo empleador Salem Media asegurando que mi show sería un gran éxito. “A los que me están escuchando, ustedes tienen una verdadera joya en Ninoska”. Generoso con su tiempo y lo que sabe representa su apoyo en esta comunidad y así de simple lo manifestó.
Por eso cuando vi las imágenes del intento de asesinato no me extraño su actitud para nada. Sabía que el valor político prevalecería: “Luchen, luchen, luchen”, dijo en tono enérgico, aunque podían haber sido sus últimas palabras.
Valiente en batalla, generoso en la paz, visionario desde entonces. Un Donald Trump que vino a Miami y prometió casi dos décadas atrás que no haría negocios con una dictadura y lo cumplió. Llegó a presidente, lo implementó y desmontó el vergonzoso arreglo de Obama con la más infame de las dictaduras. Las risas que se vieron en Cuba fueron las de Obama disfrutando un juego de pelota con Raul Castro y la de Nancy Pelosi agarrándole las manos al heredero de la dictadura.
A un hombre se le conoce por su actuación en momentos difíciles. Ese es el que conocieron millones de americanos que quieren para su país paz, estabilidad y prosperidad. Por eso quieren destruirlo. Por eso siempre he insistido en defenderlo.
El Trump que yo conozco nada tiene que ver con el que han fabricado una prensa y un partido que han mentido hasta la saciedad. Los mismos que a pesar de un Biden senil e incoherente decían que mentíamos cuando lo denunciábamos. La misma prensa y el mismo partido que cuando les convino dieron un golpe de estado para eliminarlo después que dejó de ser útil.
Ahora las focas amaestradas machacan incesantemente la consigna de la semana: “weird”. ¿Raro? solo me queda decirles que miren a Kamala, a su alrededor y lo que propone. Más que evocar rareza, la aspirante a la presidencia, mete miedo.