Las sociedades y las economías son sistemas interactuantes y se influyen recíprocamente, más cuando se trata de relaciones entre diferentes sectores en una economía que se proyecta como mixta.
No se puede dar lo que no se crea y para mejorar individual o socialmente, es imprescindible el trabajo, producir y crecer económicamente con eficiencia
Las sociedades y las economías son sistemas interactuantes y se influyen recíprocamente, más cuando se trata de relaciones entre diferentes sectores en una economía que se proyecta como mixta.
El grado de bienestar en la sociedad lo determina el crecimiento económico sostenido, pero se analiza o mide a través del nivel, modo o calidad de vida de las gentes.
No se puede dar lo que no se crea y para mejorar individual o socialmente, es imprescindible el trabajo, producir y crecer económicamente con eficiencia.
Considero que la situación del cambio económico/social en Cuba, por razones lógicas, habría que valorarlo a partir de dos momentos: Uno actual y otro perspectivo.
Sencillamente porque las transformaciones son relativamente recientes e incompletas, marchan con precauciones, limitaciones de recursos, ciertos enfoques reduccionistas y carencias de integralidad sistémica en lo económico y hacia lo político y social, donde inciden perversos factores exógenos. Además continúa siendo una economía abierta, con elevada dependencia del comercio internacional y las importaciones.
Por una u otra razón o todas de conjunto, el crecimiento económico ha sido aún irrelevante, impidiendo mejorar el deteriorado bienestar aparecido en los años 90, cuando se amplió la franja de la pobreza.
No sucede igual con la visión perspectiva que ofrecen las transformaciones, pues proyectan más optimismo, dada la posibilidad de prever crecimientos económicos con favorables efectos sociales. Aunque dependerá del enfoque de las reformas, su eficiencia, magnitud de las inversiones y desaparición de medidas externas que afectan la economía.
Con independencia de las acciones que se promueven a través de las vías gubernamentales, entre los aspectos fundamentales que definen el bienestar de la población se encuentran los ingresos monetarios (salarios, pensiones u otras vías); las familias con sus recursos se desenvuelven ante la sociedad y el mercado, garantizando con estos una buena parte del bienestar del grupo familiar.
El gobierno, de acuerdo con su orientación política, debe contribuir al desarrollo económico, buena organización social y una redistribución justa o racional de las riquezas; de manera que la sociedad se desenvuelva con los equilibrios posibles, estímulos laborales y en los ambientes de libertad y democracia necesarios.
Señalar cómo o quién decide el bienestar de las gentes y se garantizan los satisfactores sociales y ritmos económicos; obliga a considerar el modelo de gestión, porque no es igual una economía de planificación centralizada, predominando relaciones de propiedad estatales, que otra donde lo privado y el mercado ejercen su influencia.
En cuanto a Cuba si la consideramos una economía en transición y mixta, probablemente una combinación de procedimientos pueda desenvolverse con éxitos (plan y mercado), pero se comprenderá que aún falta la debida experiencia.
Las relaciones monetario/mercantiles se desarrollan en tales circunstancias y dónde el mercado accione libremente, ahí se manifestarán las leyes del valor y oferta/demanda como reguladores espontáneos.
En el anterior modelo económico cubano, la demanda de medios de producción, materias primas y trabajo, se solicitaban por las empresas estatales y se satisfacían cuando era posible de manera planificada y previendo resultados.
Para el consumo de la población se elaboraba el plan de circulación mercantil, una definición anual del volumen y estructura de la oferta, que se pone a disposición de los consumidores a través del sistema normado o las vías liberadas del comercio minorista.
Se debe considerar que la demanda de los consumidores no se planifica, sino se estudia, mide o pronostica, de manera de poder orientar la producción o importación de los bienes de consumo necesarios y dicha prognosis sirva de puente entre la producción, la distribución, los servicios y necesidades o demandas de la población.
A diferencia de los modelos de planificación centralizada, en las sociedades estrictamente mercantiles, el bienestar personal o del grupo familiar se concreta en los mercados, pero a partir de las diferencias de solvencia económica que cada quien posea.
El consumidor con su poder de compra es quien decide qué, cómo, dónde, cuándo y cuánto compra, o los servicios que utiliza. Su poder adquisitivo es el freno o contención ante el consumo o lo que posee.
Ambos sistemas operan con leyes específicas, mostrando sus diferencias económicas estructurales y de propósitos; pero en una economía mixta deberán coexistir y es posible desarrollarlas con éxitos, aunque será necesario desbrozar con prontitud ese camino.
La planificación y el mercado son herramientas en las economías modernas y no son excluyentes, por lo que deben complementarse; pero sus logros dependerán de cómo y hasta dónde se utilicen una u otra, de acuerdo con la proyección o desarrollo de las reformas.
Los métodos de planificación en Cuba favorecieron la educación y salud, áreas que desde los 60 fueron priorizadas y contaron con suficientes recursos, tuvieron resultados y beneficiaron al pueblo; sin embargo limitaron el crecimiento de otros sectores de la economía, como los relacionados al consumo personal, aumentando la dependencia en las importaciones y estabilizando la escasez.
Cuando la planificación es omnipresente, a veces se impone el subjetivismo y se decide desequilibradamente el crecimiento económico; si la economía no tiende a la suficiencia, es agradecida, o se desarrolla con éxitos, entonces coloca en circunstancias vulnerables o de crisis el bienestar social.
Del lado del mercado cuando este opera sin control o normas reglamentarias para su racional funcionamiento; con frecuencia lesiona a los consumidores o se aplican terapias de choque, derrocha recursos naturales y cuando cae en el consumismo, afecta al medio ambiente y genera apetencias no siempre sanas de estilos de vida y comportamientos sociales. Por lo que una combinación adecuada de dichos procedimientos, como ha quedado demostrado en otros países, puede hacer crecer la economía e incrementar el bienestar social, conscientes de que nada es perfecto.
El método establecido de racionar los bienes de consumo, probablemente no fuera el más idóneo ni para la población o la economía. Porque el sistema tomó el camino de un racionamiento de la oferta o por específicos, pero pudo regularse la demanda y no era imprescindible hacerlo sólo a través del dinero.
Regular esta hubiera reportado mayores beneficios y sobre todo, flexibilidad para salirse del mismo cuando las circunstancias lo hicieran aconsejable. Experiencias internacionales existían.
Hubo gentes e instituciones que abogaron por aumentar el consumo (aunque en discreta medida); considerando que con ello se liberaría el mercado, estimulaba el crecimiento de ramas de la economía, aparecerían los estímulos laborales, mayor eficiencia y desarrollo de la economía en general.
Aunque lo evidente era aumentar los bienes de consumo y servicios a las gentes, reducir el deterioro y escasez de viviendas, los mantenimientos o mejorar el transporte...
Poco servía trabajar, poseer dinero y no disponer de productos o servicios con las que alcanzar un mayor grado de satisfacción o bienestar. Por tales razones se acumulaban necesidades y la demanda sobrepasaba la oferta, había poder adquisitivo pero los productos o servicios escaseaban o no podían obtenerse.
A mediados de los 70 se incrementaron las ofertas de bienes de consumo a la población, satisfaciendo necesidades diversas y saneando las finanzas internas.
La libreta de abastecimientos originada en 1962, por X razones se prolongó más de lo debido y durante dos décadas fue la única vía de comercialización de los productos de consumo. Existió temor en eliminarla y hasta en crear un mercado libre, no faltaron los que confundían consumo con consumismo; aunque existían los que apostaban por un consumo racional, sostenible y la defensa del consumidor.
Luego ocurrió el colapso de la URSS… se produjeron los dañinos impactos sobre la economía y sociedad, deteriorándose más el consumo personal e incluso los servicios priorizados de salud y educación.
El período especial se prolongó más de lo necesario y se perdió tiempo para el rediseño del modelo económico y atraer inversiones.
Hoy cuando se desarrollan las transformaciones de la economía y el modelo; las limitaciones del consumo, el sistema de racionamiento y la doble moneda, se encuentran entre los complejos inconvenientes que los obstaculizan e impiden avanzar.
Ambos modelos (planificación o mercado) deben contribuir al crecimiento económico y a mejorar el bienestar social; los dos procedimientos deberán coexistir y apoyarse recíprocamente; ambos deben tender puentes entre la producción, el comercio, los servicios y las demandas de la población; por lo que es necesaria la liberación del mercado, realizar estudios y analizar la calidad de vida de las gentes.
Las actuales distorsiones del mercado doméstico (escasez de productos, falta de competencia, racionamiento y precios monopólicos centralizados), hacen imposible conocer la demanda; el racionamiento impide al consumidor decidir libremente sus compras y en las áreas liberadas existe un accionar bastante irregular con los precios.
En tales circunstancias es difícil diagnosticarla, menos pronosticarla, aunque si conocer las insatisfacciones de los consumidores.
A las reformas les es imprescindible mantener una visión renovadora y realista, igual que poseer un mercado moderno y eficiente, que desarrolle el consumo y se transforme en acicate del crecimiento económico y la inversión extranjera.
El desarrollo de los emprendedores y las cooperativas (quiérase o no), presionará la necesidad de elevar la eficiencia laboral y también la solvencia económica de los trabajadores estatales; de manera que con sus recursos cubran y decidan satisfactoriamente sobre su consumo y bienestar.
Imagino sea un reto que las autoridades comprendan o sepan, y no se soluciona desestimulando a ninguno de los sectores con que funciona la economía, sino al contrario.
La situación económica, el envejecimiento poblacional y las reformas sugieren, la adopción de un nuevo modelo de política social; se requiere una que amplíe, combine y especifique diversas acciones (verticales y horizontales) de beneficio a los necesitados. Será inevitable revisar e incrementar las pensiones y continuar brindando ayudas monetarias, en especies o servicios a los grupos vulnerables.
El modelo deberá mantener los programas sociales de salud y educación, aunque haciéndolos más racionales, eficientes y cualitativos; estimular proyectos laborales comunitarios, con recursos humanos que aunque envejecidos, cuentan con salud, conocimientos y experiencias y utilizar la dinámica inversionista (nacional o foránea) para propiciar más empleos y mejor remunerados.
La situación actual y perspectiva debe orientarse a ser más racional y eficaz hacia los necesitados, mantener las acciones de seguridad y asistencia social y unido a ellas, acelerar las condiciones para la liberación y modernización del mercado interno; haciendo posible que la mayoría de las personas (trabajadores o jubilados) con sus recursos monetarios, sean las que velen en lo fundamental por su bienestar individual y familiar.