El Gobierno dictatorial de Nicolás Maduro, y antes el de Hugo Chávez, se comportaron durante años como esos padres irresponsables que en época de bonanza despilfarran el dinero de la familia sin ahorrar para la época de “vacas flacas” o de menos ingresos. La chequera petrolera de Venezuela fue utilizada para comprar consciencias y lealtades políticas tanto internas como en el plano internacional.
“El socialismo del siglo XXI” basó su agenda geopolítica en el uso indiscriminado de los recursos de los venezolanos y en armar una estructura sin control para que el Ejecutivo pudiera hacer uso de las divisas sin pasar por el Parlamento, ni rendir cuentas a instancia alguna, con lo que se abrió una caudaloso chorro de dinero del que han hecho uso diversos funcionarios, algunos de ellos ya detenidos en el exterior y otros tantos disfrutando de patrimonios adquiridos gracias a la corrupción.
Durante varios años, los venezolanos han padecido de ese mal manejo de los recursos y de un modelo económico de controles, cuya principal consecuencia es la escasez de alimentos, medicinas y productos básicos en general, más una inflación descomunal que ha atentado contra la calidad de vida de la población. No obstante, lo único que había honrado hasta ahora el régimen de Nicolás Maduro era el pago de las deudas internacionales, sin importarle que estuviera sacrificando aún más al pueblo venezolano, gracias a las restricciones a todo tipo de importación.
Pero llegó el momento de pagar y no hay dinero en las cuentas ni quien pueda seguir prestando. Las principales calificadoras de riesgo han declarado el impago de PDVSA y de Venezuela por no cancelar a tiempo…
Si Venezuela termina de declarar una moratoria de su deuda externa o dejara de pagar a sus acreedores, desde los tanqueros petroleros hasta Citgo en EEUU estarían en riesgo. Para Maduro, no sería solo un problema económico, sino geopolítico de gran magnitud. Lamentablemente, la realidad es que quienes se llevan la peor parte serían los venezolanos, que ya hoy padecen del incremento de la pobreza y sus consecuencias: una crisis humanitaria cada vez más patente en aspectos como la desnutrición, reaparición de epidemias, aumento de la mortalidad infantil, inseguridad, entre otros males.
Y el escenario se oscurece aún más, pues según diversos analistas, Maduro estaría dispuesto a dejar de pagar a pesar de las terribles consecuencias para el país, con tal de tener recursos para su campaña presidencial y su reelección mientras sigue inhabilitando a sus posibles rivales y ahogando a una oposición política que hoy no vive su mejor momento.