A pesar de las críticas a las Olimpiadas Tokio en 2021, celebrándose en medio de una pandemia mundial de coronavirus, sus defensores sostienen que el objetivo es enviar un mensaje positivo de cara al futuro, apoyado en la idea de que somos más grandes que nuestras circunstancias, en respuesta a lo que parece estar definiendo nuestro presente: la incertidumbre.
Y es que cuando pensábamos que el virus de COVID-19 estaba retrocediendo, la aparición de la variante delta, mucho más contagiosa que las versiones anteriores, ha sembrado más dudas sobre el porvenir.
Al mismo tiempo, se producen inundaciones desastrosas en varios países de Europa, China o India e incendios forestales de grandes magnitudes en California, Oregón y Siberia.
En el plano económico, los vientos de la inflación soplan en varias latitudes afectando al mercado automotor, inmobiliario, energético y hasta la canasta básica.
El bitcoin, la moneda virtual, parece que llegó para quedarse. Una de las pistas es un informe actualizado del banco multinacional de inversiones, JP Morgan, que recomienda abrir el acceso a las criptomonedas, para facilitar las transacciones de sus clientes ricos, según la agencia de noticias Reuters. Y otro artículo de la revista Forbes afirma que el bitcoin superará en valor del dólar estadounidense para el 2050, lo que para algunos significa que el sistema financiero mundial tal y como lo conocemos está destinado a desaparecer.
Y como corolario, países tan variados como Afganistán, Cuba, Haití, Perú o Colombia, por nombrar solo algunos, ven su orden político tambalearse, amenazando con colapsar.
En Estados Unidos el curso político también despierta dudas.
Aunque faltan 15 meses para las elecciones de mitad de mandato, tanto depende de esos resultados que, republicanos y demócratas están planificando con urgencia el futuro, cada uno a su manera.
Para los republicanos, las elecciones son cruciales para recobrar el control de la Cámara alta pues con solo uno o dos escaños adicionales, manteniendo sus posiciones actuales, tendrán la mayoría.
Sin embargo, hay una gran incógnita con un impacto significativo en la votación: ¿Quién será la cara visible del partido para las presidenciales en 2024?
Todo depende del expresidente Donald Trump quien no ha anunciado su decisión, lo cual afecta cualquier movida política para las elecciones de 2022 e incluso las presidenciales de 2024.
El gobernador republicano por la Florida, Ron DeSantis, ha surgido como una popular figura presidenciable, si Trump decide no hacerlo.
Según los resultados de una encuesta informal de votantes conservadores durante la Cumbre Conservadora Occidental, De Santis, fue el republicano más popular compitiendo con Trump. Así que su nombre mantendrá un alto perfil hasta el 2024.
“DeSantis salió al tope de una encuesta de 2024 en la Cumbre Conservadora Occidental, superando por poco al expresidente Donald Trump. La encuesta informal en la cumbre, que fue organizada por el Instituto Centenario de la Universidad Cristiana de Colorado, pidió a los asistentes a la reunión, tanto en persona como en línea, que votarán por todos los posibles candidatos presidenciales de 2024 que aprobaban, entre 31 opciones, tanto republicanos como demócratas” según el artículo publicado por Paul Steinhauser, de Fox News.
Con 74 millones de republicanos esperando saber si Trump irá por la Casa Blanca en 2024, muchos ven a DeSantis como una opción más cercana al exmandatario.
Su oposición a la cuarentena en Florida durante el punto más álgido de la pandemia y el secundar a Trump en sus denuncias de que el resultado de las elecciones de 2020 fue ‘fraudulento’ le hizo ganar muchos apoyos.
Las esperanzas republicanas están puestas en Georgia, Nevada, New Hampshire y Arizona.
Sin embargo, hasta ahora no se ha presentado ningún republicano estrella que pueda no solo satisfacer a los trumpistas sino también ampliar su base.
Entre tanto, los senadores demócratas están obteniendo donaciones impresionantes para sus campañas y el partido parece tener la esperanza de retener esos estados, lo que daría un gran impulso a la administración Joe Biden.
La pregunta es si el liderazgo de Trump los conducirá al triunfo o si una nueva cara mejorará sus oportunidades en 2024.
La respuesta cambiará dramáticamente el juego político para ambos partidos, pero, por ahora, la dinámica se mueve entre la incertidumbre y la esperanza.