La reunión del jueves 19 de julio fue impulsada por Henrique Capriles y se efectuó con la colaboración del exrector del Consejo Nacional Electoral Vicente Díaz. Era lógico el encuentro y una irresponsabilidad prolongar la catalepsia del liderazgo opositor, con el apocalipsis en Venezuela. Y a pesar de que el régimen oscila entre el pánico y la ira, ha logrado mantener el foco para seguir en el poder a costa de lo que sea. La oposición, en cambio, fracturada y errática en la estrategia, ha visto disminuidos su poder de convocatoria y su credibilidad. Además, su comunicación es torpe. La respuesta a los reclamos son regaños y ataques, sin comprender que son reacciones que nacen del dolor, de la desesperación y del abandono. No hay empatía. Agreden a quienes reclaman acción. Así, las descalificaciones van de lado a lado. Eso es orfandad de liderazgo.
Los invitados a la reunión asistieron con reservas. Henri Falcón se había encargado de generar una expectativa que anunciaba el tono de los minutos siguientes. Temprano en la mañana había montado un video en redes sociales donde él, trotando en el Parque del Este de Caracas, finalizaba lanzando patadas al aire con una respiración agitada. Se refirió a “la unidad superior”, sugiriendo ser el convocante de cualquier alianza futura. Comenzaba el show.
Sin decirlo, los asistentes Manuel Rosales, Henry Ramos, Tomás Guanipa, representantes de Voluntad Popular y hasta Henrique Capriles, esperaban que Falcón asumiera el error estrepitoso de su participación el 20 de Mayo cuando rompió la unidad. Debía admitir que se había equivocado al confiar en la promesa del gobierno de convertirlo en el hombre de la transición con el supuesto apoyo de los militares chavistas. Pues no. Henri Falcón llegó con su cara muy limpia. Peor aún: No dejó dudas de su cercanía con el régimen, con el que se ha reunido y lo seguirá haciendo. “No quiero protestas ni intervenciones militares”, dijo así, en primera persona. Presentó una especie de decálogo con los mismos puntos que refiere Maduro. Destacó la negociación, el diálogo y la ruta electoral, como únicas vías para resolver el conflicto. Y lo más resaltante: rechazó las sanciones. El dinero tiene dolientes.
El plan expresado por Falcón procura dinamitar el apoyo de la comunidad internacional y debilitar las acciones de gobiernos y de organismos en el mundo que insisten en que Maduro es un dictador. Los esfuerzos desde el exterior serían ignorados, tal como las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia o de la Fiscal General en el exilio. En lo interno, a esta Asamblea Nacional se le decretaría su muerte.
El camino de Falcón al alimón con el régimen, es participar en los procesos que el gobierno llama electorales, entre ellos la aprobación de la Constitución moldeada para la dictadura. Y el pueblo venezolano, sufriendo y muriendo.
El clima del encuentro se cargó de molestia cuando circuló una nota enviada por miembros de Avanzada Progresista que de manera coordinada informaban a medios digitales sobre la reunión y anunciaban como puntos aprobados, aspectos aún no discutidos. No era la primera vez que Falcón lo hacía, pero esta vez había sido descarado. Ante esto y otras razones, pareciera que Henry Ramos marcó un paso de distancia. Ojalá este desencuentro aleje el plan de coexistencia con la dictadura.
Capriles, sin embargo, coincide con Falcón en muchos planteamientos aunque desde posiciones distintas. El asunto genera inquietud. Se teme un conflicto en Primero Justicia. Henrique está convencido de que el desastre del país llevará a Maduro a negociar. Creer que Maduro tiene palabra fue interpretado por muchos de los presentes como un gesto de ingenuidad.
Pero no todo es un desastre. Al menos se reunieron. Cierto, debería ser cotidiano y no lo es. Pero que los dirigentes confronten propuestas podría llevar a priorizar el objetivo común y –si tienen la voluntad sincera de unidad– deberían incluir a María Corina Machado, por ejemplo. Juntos tendrían que priorizar los temas que unen y sobre ellos, trazar una estrategia sólida. Teniendo claro que lo urgente es salir de Maduro y que cualquier otro proceso electoral divide a la oposición y legitima a la dictadura. Para lograr esto, es fundamental alejar a quien está con el régimen.
También se hace necesario un acuerdo político en la Asamblea Nacional. No olvidar que es la única institución que nos queda con respeto internacional. La AN tiene asuntos pendientes que han quedado en el espacio sin explicación, como las decisiones de un Tribunal Supremo en el exilio que fue nombrado por el mismo Parlamento.
La estrategia es urgente. El régimen no detiene sus pasos totalitarios.