Cuando Samuel Huntington, renombrado politólogo y académico estadounidense, escribió El choque de civilizaciones, en los años 1990, llegó a la conclusión de que los conflictos del siglo XXI tendrían lugar entre grupos culturales y no entre países.
Cuando Samuel Huntington, renombrado politólogo y académico estadounidense, escribió El choque de civilizaciones, en los años 1990, llegó a la conclusión de que los conflictos del siglo XXI tendrían lugar entre grupos culturales y no entre países.
“En el mundo posterior a la Guerra Fría, las distinciones más importantes entre los pueblos no son ideológicas, políticas o económicas, sino culturales” sentenció.
Según Huntington las personas usan la política no sólo para promover sus intereses, sino también para definir su identidad. “Sabemos quiénes somos sólo cuando sabemos quiénes no somos y a menudo, solo cuando sabemos contra quién estamos”, añadió.
Ha pasado más de un mes desde que Rusia invadió Ucrania, creando un nuevo conflicto bélico global, sin que hasta ahora se vislumbre un final ‘aceptable’.
¿Qué pasa si continúa durante meses o incluso años?
Para Estados Unidos será vital prepararse con anticipación para lo que será un mundo diferente, pase lo que pase en Ucrania.
Otros países, algunos de ellos adversarios potenciales, ya están planeando en base a un futuro diferente.
China, por ejemplo, está avanzando de manera constante para convertirse en una superpotencia militar y económica, y no quiere que nada se interponga en su camino, pero la invasión rusa a pueblo ucraniano le ha creado un obstáculo económico y diplomático.
Si Pekín escoge situarse al lado de Rusia contra Estados Unidos y sus aliados, podría dañar a largo plazo las relaciones con Occidente.
Y es que China deberá tomar en cuenta, antes de respaldar al líder ruso Vladimir Putin en sus ambiciones, que necesita a Occidente como socio comercial, si quiere alcanzar sus objetivos económicos a pesar de que, tanto estadounidenses como europeos, se tomarían represalias.
Si bien es cierto que China es el mayor socio comercial de Rusia y le interesa mantener su alianza estratégica con Moscú, tampoco puede darse el lujo de sacrificar sus intereses económicos con otros socios.
Así, el desafío de Pekín está en mantener el equilibrio en la balanza geopolítica.
Otros actores importantes del mundo, como India, parecen mantener una posición ambivalente sobre la invasión rusa, al no estar dispuestos a apoyar sanciones severas contra el Kremlin.
Alrededor de dos tercios del equipo militar de la India proviene de Rusia, y las relaciones entre Nueva Delhi y Moscú son sólidas.
Estados Unidos ha estado cortejando a India durante años, pero no ha podido convencer al gobierno hindú para que se aleje de Rusia.
Si las hostilidades se prolongan en el tiempo, no hay duda de que Washington se verá forzado a desempeñar un papel más beligerante para defender los valores democráticos frente a gobiernos que propugnan la autocracia y la dominación regional.
Putin ha aislado a Rusia del resto del mundo con sus intentos de revivir el antiguo imperio ruso o soviético, buscando consolidar la identidad de lo que considera su pueblo.
China aún no ha condenado la invasión y claramente está tratando de apostar a una situación a largo plazo, como es su costumbre.
La guerra llegará a su fin en algún momento, aunque no será un final fácil.
No habrá una victoria ni una derrota directa, e incluso, si hay un acuerdo de paz, los líderes occidentales no podrán volver a confiar en Putin como socio comercial. Ya es un paria.
Entonces, el presidente Joe Biden deberá actuar ante esta nueva era mundial.
Algunos pasos cruciales ya se reflejan en la decisión de proporcionar a Europa suministros de gas natural licuado, para tratar de reducir su dependencia de la energía rusa.
Si esta estrategia da resultado, Putin seguramente se dará cuenta de que, independientemente de lo que logre en Ucrania, sus acciones habrán causado un daño incalculable a la economía de su país, del que quizás nunca se recupere, a menos que Pekín intervenga.
Para Biden y lo que su administración haga durante los próximos meses podría literalmente ayudar a encauzar el nuevo orden mundial que está surgiendo.
Las repercusiones de la invasión rusa en Ucrania seguirán siendo un componente crucial en 2024, ya sea porque la guerra se haya resuelto o porque Putin intente ampliar su agresión para abarcar más países de la región.
Si esto último es el caso, entonces lo que haga China será aún más importante.
Tal vez sea hora de promulgar una cumbre entre Biden y el líder chino Xi Jinping para discutir los desafíos que se avecinan.