La filtración de una evaluación inicial de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) sobre el bombardeo estadounidense en Irán, la semana pasada, dejó en Washington la sensación de que todavía quedaban cabos sueltos.
El presidente Donald Trump sigue insistiendo en que fue misión cumplida, luego de que los bombarderos B-2 "destruyeran por completo” las tres principales instalaciones nucleares de Irán, contrariamente a lo que dice el reporte de la DIA
La filtración de una evaluación inicial de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) sobre el bombardeo estadounidense en Irán, la semana pasada, dejó en Washington la sensación de que todavía quedaban cabos sueltos.
En particular, puede que haya enviado el mensaje equivocado por lo prematuro de la apreciación para calibrar la dimensión del daño.
El presidente Donald Trump sigue insistiendo en que fue misión cumplida, luego de que los bombarderos B-2 "destruyeran por completo”, según sus palabras, las tres principales instalaciones nucleares de Irán contrariamente a lo que dice el reporte de la DIA.
El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, dijo que los ataques causaron daños graves, pero "no totales".
Esto ha desatado un gran debate nacional sobre si los bombardeos al final lograron el objetivo: destruir la capacidad de Irán para desarrollar y construir una bomba nuclear, lo cual supone un duro golpe político para el mandatario.
Aún no está claro si el denunciante actuó deliberadamente para socavar o exponer la credibilidad de la administración Trump, pero la realidad es que la evaluación de la DIA parece prematura. La misma regla podría aplicar para La Casa Blanca al declarar destrucción total.
Todos los expertos en este campo han afirmado que se necesitan semanas para realizar una evaluación adecuada, pues analizar imágenes satelitales, no es suficiente.
Una evaluación completa debe tener en cuenta diversas fuentes, como capital humano de inteligencia sobre el terreno y escuchas electrónicas de las comunicaciones del gobierno iraní.
Incluso así, no será posible tener una certeza absoluta de los daños a menos que se permita a los inspectores internacionales acceder a los búnkeres subterráneos y comprobar, in situ, el alcance de los daños.
El régimen iraní, por su parte, ha reconocido que las instalaciones nucleares han sufrido destrozos, pero ¿suficientes para acabar con su programa nuclear?
El problema para la administración Trump es que la evaluación de la DIA ha generado dudas, y el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, aprovechando esa confusión, ha afirmado que Estados Unidos no logró destruir el programa nuclear del país.
Los medios de comunicación, al publicar el contenido del documento filtrado, confrontaron la versión oficial, pero era inevitable darle cobertura al reporte de la DIA, dado que era auténtico.
Para intentar rebajar la evaluación de la DIA, tanto el secretario de Defensa, Pete Hegseth y el jefe del Estado Mayor Conjunto, General Dan Caine, ofrecieron un relato increíblemente detallado de cómo fue la misión de los siete bombarderos furtivos B-2, presentando un panorama muy diferente.
Parecía ser una operación impecablemente bien planificada, con doce de las bombas más pesadas y de mayor tamaño del Pentágono, lanzadas una tras otra, a través de un conducto de ventilación en el principal emplazamiento subterráneo de Fordo, al sur de Teherán.
Suponiendo que todas detonaran, esto debió causar daños inmensos a las instalaciones a más de 600 metros de profundidad.
Si resulta ser el caso, entonces el informe de la DIA no solo fue prematuro, sino erróneo.
No es de extrañar que se haya llamado al FBI para investigar quién filtró el documento.
La lección que nos deja este episodio es que, en este mundo frenético de inmediatez de redes sociales, todo se politiza y radicaliza y lo que parecía ser un triunfo para Trump y el Pentágono se convirtió en otra batalla política al sembrar dudas sobre lo que realmente sucedió con las instalaciones nucleares de Irán.