viernes 17  de  enero 2025
Vida

Huir a Trinidad desde el infierno

Cualquier país es mejor que el escenario de no poder comer ni una vez al día. Hombres y mujeres mueren en el intento de escapar. A Maduro eso no le importa porque él cuida con Rawley su voto en la OEA y su soporte en las mafias.
Diario las Américas | IBÉYISE PACHECO
Por IBÉYISE PACHECO

No hubo convocatoria al velorio, pero todo el pueblo asistió. Rezando, se apostaron frente a la iglesia de Güiria. La hostilidad de militares acostumbrados a reprimir fue suspendida ante la invasión del dolor instalado en el silencio, en cuerpos sin fuerza por el hambre que apenas lograban arrastrar sus pies y sostener una vela que iluminó otra noche sin electricidad. La península de Paria no escapa al maltrato de la dictadura, al contrario, la carestía ha vuelto mustios los rostros que antes arrojaban sonrisas ante la brisa del mar. De un país empobrecido, el oriente es el lado paupérrimo. La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, Encovi, revela que Sucre y Delta Amacuro son los estados más precarios de Venezuela. Sus habitantes no tienen garantizada ninguna de las tres comidas al día.

Quienes viven en Güiria sienten que ya nada tienen que perder. Por eso se lanzan a las feroces aguas que los separan de Trinidad. Huyen a conciencia de que van al infierno, convencidos de que nuestro país es peor que el averno.

Venezolanos en Trinidad son explotados, agredidos, sodomizados, prostituidos, esclavizados y aún así, semanalmente decenas de hombres y mujeres -muchos menores de edad- pagan a bandas de traficantes de cuerpos entre 200 y 500 dólares para que les permitan ingresar a Trinidad y Tobago, desde donde envían insumos o dinero a sus familiares que mueren de hambre en su pueblo. Son comunes los casos de niños que han quedado al cuidado de familiares y amigos. Eso explica que en ocasiones navegan sin sus padres.

Más de 75 desaparecidos es el registro desde el año pasado en los botes “Jhonnaly José” y “Ana María” en el estado Sucre y la embarcación “Trompa de ballena” que zarpó desde la Vela de Coro en Falcón. Es una tragedia decretada. El infortunio más reciente fue el del peñero “Mis recuerdos”, donde aún está por determinarse cuántos murieron. Hasta el momento de escribir esta nota, David Smolansky, comisionado encargado para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, informó que 22 cuerpos han sido localizados. La desgracia se inició el 6 de diciembre cuando 25 personas salieron de Güiria a las 6:18pm. Llegaron a Trinidad -se calcula que pasadas las 10 de la noche- y fueron devueltos, lanzados a la fuerza violenta de esas aguas, a merced de bandas de narcotraficantes, de piratas, de comerciantes de gente. Ninguna de esas embarcaciones está diseñada para transportar pasajeros. Son botes de pesca artesanal. Ni siquiera portan chalecos salvavidas. Los primeros cuerpos sin vida del bote “Mis recuerdos” fueron hallados a unos 20 kilómetros de Güiria una semana después.

Previo a estas muertes, Smolansky fue actor clave en salvar la vida de 16 niños que habían sido deportados de Trinidad el 23 de noviembre pasado. Están vivos gracias a la ayuda de la presión pública que obligó a reconsiderar su expulsión, a que los rescataran y regresaran a la isla. Ese logro es castigado ahora por la dictadura venezolana que lejos de lamentar la pérdida de nuevas vidas humanas, opta por arremeter contra quienes han advertido de esta fatalidad y la han registrado en sus redes. También están siendo perseguidos dirigentes de ONG´s, tal es el caso de Rocío San Miguel.

Lo evidente es que el gobierno de Trinidad encabezado por el Primer Ministro Keith Cristopher Rowley, estrecha las manos del dictador Nicolás Maduro, con furor perverso. Hay razones.

Trinidad es uno de los principales aliados de Maduro en la región. Para ello pesan los intereses energéticos: la zona Boca del Dragón es una reserva gasífera importante y hay convenios. La alianza se ha expresado en la política con votaciones en la OEA en las que Trinidad nunca ha votado contra la dictadura. Se abstiene o ausenta.

Además, Rowley y Maduro son compinches en delitos. La comunidad en las acciones criminales ha robustecido las bandas organizadas venezolanas que se hacen llamar Piratas del Caribe dejando una estela de secuestros de gente y asalto a las embarcaciones. El narcotráfico reina.

Rowley trata con hostilidad deliberada a la migración venezolana. Se calcula que unos 40 mil venezolanos hacen vida en la isla.

En Venezuela las autoridades civiles y militares se asocian para los delitos que allí se cometen. “Es una zona de despacho de droga hacia el Caribe y Europa, México y Estados Unidos. Los narcotraficantes generan la demanda de sexo. Algunas chicas actúan voluntariamente, pero otras son secuestradas, sacadas de hoteles de Güiria y vendidas a la mafia. También hay comprobación de hombres que son llevados a trabajos forzados en fincas que están en la parte norte de Trinidad”, denuncia el diputado por Sucre, Robert Alcalá.

Y la desesperación continúa. El lunes 14, aún en el proceso de reconocimiento de víctimas, otro bote con 18 personas zarpó de Güiria rumbo a Trinidad y Tobago.

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