jueves 26  de  junio 2025
OPINIÓN

Llegó el torturador al fútbol venezolano

El régimen ha convertido el triunfo de un equipo de fútbol en un asunto de política nacional infligiendo una gran herida a la actividad deportiva

Diario las Américas | IBÉYISE PACHECO
Por IBÉYISE PACHECO

Varios mensajes de alarma habían sido publicados en redes sociales. Las denuncias alertaban sobre la omnipresencia del coronel Alexander Granko Arteaga en el equipo UCV Fútbol Club. Las versiones venían acompañadas de gráficas que mostraban el uniforme de ese equipo sellado con el logo del Team Espartanos cuya imagen es un casco espartano amarillo y negro utilizado por la Dirección de Acciones Especiales de la Dirección de Contrainteligencia Militar de la que Arteaga es jefe.

Y sí, se trata del mismo personaje señalado como torturador por la ONU y otros organismos internacionales como violador de los derechos humanos, ejecutor de las peores torturas a ciudadanos inocentes con golpes, descargas eléctricas, asfixias con fundas plásticas, violencia sexual y privación del sueño. También se le responsabiliza por el asesinato del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo y por participar en el crimen de Oscar Pérez.

En cuanto a Team Espartanos, se trata una plataforma creada por el coronel Granko en la que aparece como gestor de varias disciplinas deportivas entre ellas el fútbol, cuya afición ha transferido a su hijo de 16 años que forma parte del equipo de jugadores del UCV Fútbol Club como extremo derecho.

La desconfianza por la injerencia del coronel Granko en el UCV FC también viene soportada por el registro nacional de contratistas que cuando el club fue reestructurado en enero de 2020, incorporó nuevos accionistas, entre ellos Yhuryseck Berenice Escalante Ferreira, esposa del torturador y nueva poseedora de 33 por ciento de las acciones.

Pero lo que se presentaba como prudente desconfianza se potenció al máximo luego de los sucesos del sábado 14 de junio en horas previas al partido entre el UCV FC y el Deportivo Táchira a realizarse en Caracas. Ese día los hinchas del equipo visitante tuvieron que sortear múltiples obstáculos en la vía desde San Cristóbal hacia la capital. Fueron escollos que los organismos de seguridad Sebin y GNB ejecutaban con máxima lentitud, demorando la movilidad de los vehículos al solicitar múltiples documentos y exigiendo para circular la mínima velocidad (30 km/h).

A muchos fanáticos les fue imposible llegar a tiempo al encuentro que comenzó a la hora prevista: 5 y media de la tarde.

A los fanáticos que viajaban se les hizo evidente que los inconvenientes en la ruta especialmente en el peaje de Guacara, procuraban desalentarlos para impedirles llegar a tiempo al partido. Tantos fueron los obstáculos que muchos optaron por regresarse, o bien porque algo malo se olían o porque entendían que no llegarían a la hora. Eso le ocurrió a uno de los autobuses ocupado por miembros de la barra identificada como de las más “bravas”. Eran 27 fanáticos que resignados a que no lograrían su objetivo, se detuvieron en un restaurant a la altura de Maracay para comer, pero estando allí, fueron rodeados sorpresivamente por efectivos del Sebin que se los llevaron detenidos. Tres días después cuatro de los hinchas y el chofer del autobús fueron sentenciados a prisión por agresión a funcionario; los 22 restantes, aunque en libertad, están obligados a cumplir régimen de presentación.

“Podía haberles ido peor”, comentó una fuente de tribunales, porque la orden era acusarlos de delitos más graves como narcotráfico o asociación para delinquir.

Los venezolanos estamos cansados de ser testigos de cómo se divierte la dictadura imputando crímenes a ciudadanos inocentes.

Un día después de la inusualmente veloz sentencia, el vocero por el régimen Diosdado Cabello, mostró las fotos de un supuesto funcionario herido por una piedra y de una patrulla aporreada. También trastabilló tratando de explicar que Alexander Granko nada tuvo que ver con los hechos.

En tanto el caso, ningún testigo independiente ha confirmado la agresión, ni se ha presentado algún informe médico que la soporte. Tampoco han aparecido fotos o videos, situación absolutamente anormal tratándose de un lugar público. Es decir, los fanáticos fueron sentenciados sin una sola evidencia en su contra.

Se da por descontado que el objetivo de todas estas acciones es criminalizar a cualquier fanaticada que rivalice con el UCV Fútbol Club para de esta manera desalentar a sus hinchas.

Lo que ocurrió fue un acto de represión masiva y arbitraria. Una acción coordinada en las carreteras del país que utilizó a organismos de inteligencia y seguridad del Estado para impedir la participación de los seguidores del Deportivo Táchira en el encuentro contra el UCV FC.

Todo esto es muy desalentador. Es como si nada se pudiese salvar en nuestro país porque ellos todo lo contaminan, lo pervierten, lo deforman, lo destruyen. Superándose siempre en maldad.

Los encuentros ahora no están impulsados por la sana y natural rivalidad deportiva; ahora también simbólicamente, el equipo de la capital se ha estigmatizado como una cuota del régimen, lo que lamentablemente afecta a la mayoría de sus jugadores y en general a todo miembro del equipo y a la fanaticada del fútbol por supuesto.

El régimen ha convertido el triunfo de un equipo de fútbol en un asunto de política nacional infligiendo una gran herida a la actividad deportiva.

Ellos nunca juegan limpio, son tramposos en todo, incluidos los deportes. Compiten pensando a quién tienen que liquidar para ganar, imponiéndose cobardemente con su violencia, sostenidos sobre la fuerza de su poder circunstancial. Y por supuesto, siempre con artimañas.

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