lunes 21  de  abril 2025
OPINIÓN

Los países árabes desvían culpas aferrándose a Palestina

Un análisis preciso para contar las cosas como son

Por Mookie Tenembaum

En el discurso político de muchos gobiernos árabes, la causa palestina es un escudo para distraer la atención internacional de sus propias violaciones de derechos humanos y represión interna.

En un contexto donde Israel es la única democracia en la región, es imperativo examinar la hipocresía de estos gobiernos y su manipulación de la narrativa para evitar el escrutinio internacional.

En mayo de 2024, Kuwait se enfrentó a una crisis política cuando su ejecutivo disolvió el parlamento dominado por la oposición. Ese evento, que en cualquier democracia sería motivo de gran preocupación y debate, pasó casi desapercibido en el ámbito internacional. En lugar de abordar las cuestiones internas, el régimen kuwaití utilizó el conflicto palestino-israelí como una herramienta para desviar la atención de su propio autoritarismo.

También en mayo de 2024, Túnez fue testigo de un aumento en la represión de la disidencia cuando la policía atacó y arrestó a abogados.

Esta coerción muestra cómo el gobierno tunecino silencia cualquier voz disidente mientras promueve una imagen hacia el exterior de apoyo a los derechos palestinos. Es una táctica común entre los regímenes de la región: utilizar la causa palestina para unificar la opinión pública mientras suprimen las libertades internas.

En julio de 2024, los Emiratos Árabes Unidos juzgaron a unos 80 disidentes y activistas políticos, resultando en 43 cadenas perpetuas por presuntos delitos de terrorismo. Este proceso, que podría considerarse una violación de los derechos humanos básicos, se concretó con poca crítica internacional. En lugar de recibir el escrutinio que merecen, los Emiratos utilizaron su apoyo a la causa palestina.

La situación en Arabia Saudita es también preocupante. El caso de Abdulaziz Almuzaini, un popular animador sentenciado a 13 años de prisión por cargos relacionados con el apoyo a ideologías extremistas, destaca la represión cultural en el reino.

Mientras Arabia Saudita se posiciona como defensor de los derechos palestinos, dentro de sus fronteras, la libertad de expresión es castigada.

En Sudán, las protestas contra el gobierno militar llevaron a una crisis humanitaria y política, con la respuesta del gobierno siendo brutal. El régimen sudanés, como muchos otros en la región, se escuda en el conflicto palestino-israelí para justificar sus acciones y desviar la atención de sus propias crisis.

Argelia tomó medidas severas para restringir la libertad de prensa, mientras que Marruecos utiliza leyes represivas para silenciar a periodistas y activistas. En Irak, las minorías étnicas y religiosas, como los yazidíes y los cristianos, enfrentan persecución y discriminación.

Yemen, en medio de una guerra civil devastadora, vive una de las peores crisis humanitarias del mundo. Todos estos países comparten una narrativa común: utilizar la causa palestina para desviar la atención de sus propias faltas.

Líbano, sumido en una crisis económica y política, utiliza la retórica antiisraelí para desviar la atención de sus propios problemas internos. Las protestas masivas en el país reflejan una profunda insatisfacción con el gobierno, que, sin embargo, distrae con el conflicto palestino-israelí.

Es evidente que muchos países árabes utilizan la causa palestina como una herramienta política.

Mientras acusan a Israel, la única democracia en Medio Oriente, de ser un agresor, estos regímenes ignoran o suprimen activamente los derechos de sus propios ciudadanos. La comunidad internacional debe exigir responsabilidad a estos gobiernos por sus acciones, tanto internas como externas.

Las cosas como son.

Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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