lunes 19  de  mayo 2025

Maduro con miedo se muerde la cola

Solo fue suficiente su imagen en cadena, con falta de aire, presentando videos montados, tratando de recomponer la imagen de los militares y culpando a Colombia y a dirigentes jóvenes de Primero Justicia
Diario las Américas | IBÉYISE PACHECO
Por IBÉYISE PACHECO

Por un rato, los venezolanos olvidaron sus diferencias el pasado sábado 4 de agosto al coincidir la mayoría en la esperanza de un país sin Nicolás Maduro. Después vendrían las teorías, las especulaciones, las versiones torcidas del oficialismo (¡ahí viene el lobo!) y la consecuente desconfianza de las mismas. Pero el mal para el régimen ya estaba hecho: Venezuela sintió por minutos la posibilidad de que algo podía borrar a Maduro del paisaje de nuestro país y volvió la felicidad. El pánico de los militares corriendo fue transmitido en cadena nacional como prueba irrefutable de que no están dispuestos a arriesgar un pelo por el responsable de sus males y los memes inundaron las redes.

Es posible que Nicolás Maduro desconociera del atentado, aun cuando haya sido planificado por su entorno, o muy probablemente por grupos menos organizados que vieron una oportunidad de mostrar que existen. Esa es la versión que parece cobrar más fuerza.

El deterioro de la autoridad de Maduro es creciente dentro y fuera del país. Ya no le es suficiente despachar desde Miraflores, ni usar la banda presidencial. Y si bien los del régimen han tratado de voltear a su favor el evento de los drones, la sensación es de una marcada debilidad, en medio de un gran mazacote de conspiraciones y pugnas entre mafias internas preocupadas por su destino y de un comprobado malestar militar, más la población agobiada por la crisis.

Y si había dudas de su debilidad, solo fue suficiente su imagen en cadena, con falta de aire, presentando videos montados, tratando de recomponer la imagen de los militares y culpando a Colombia y a dirigentes jóvenes de Primero Justicia, para entender que seguirá embistiendo si mirar a los lados.

Maduro no puede evadir el malestar militar. Antes del sábado 4 de agosto la Dirección de Contrainteligencia Militar alertó sobre una posible acción de conspiradores que se ejecutaría el 24 de julio, día del Natalicio del Libertador y también de la Armada venezolana. Lo que está claro es que con cualquier fecha patria, con cualquier evento que requiera de su presencia ante los ciudadanos, entrará en pánico.

Las cuentas de Maduro en las redes se han convertido en evasión, en un calendario de efemérides recordando fechas patrias, nacimientos de héroes y santos, con anuncios de congresos ideológicos y encuentros políticos que entre escritorios y comodidad, le atribuyen la frase: Trabajando intensamente.

El asunto es que Maduro y su equipo de seguridad actúan sintiéndose acechados. Habría que explicar, por ejemplo, por qué el acto del sábado pasado, para celebrar el aniversario de la Guardia Nacional, se realizó en la avenida Bolívar por primera vez en la historia. ¿Fue para desajustar a los autores de una acción como la que ocurrió? ¿O fue para ejecutar ellos con más comodidad sus propios planes lejos de Fuerte Tiuna?

Los antecedentes indican el inocultable malestar en la Fuerza Armada y la existencia de pequeños grupos paralelos –con muchas ganas y desorden– de civiles y militares

Pero los problemas de Maduro están mucho más cerca. Por eso no se siente seguro para estar físicamente en Miraflores. La paranoia lo ha mantenido resguardado en distintos lugares y evita concentraciones de calle. De hecho, al acto convocado el lunes en su apoyo, no se apareció a pesar de que el anfitrión Diosdado Cabello había prometido que haría anuncios importantes.

Aunque el régimen intenta aprovecharse sobre lo ocurrido el 4 de agosto, no todas las cosas le han salido bien. Su equipo de protección no se comportó en concordancia con el dinero que cuesta. Y aunque la corte que lo rodea insista en decirle que la situación está bajo control, las protestas diarias van en aumento con la única proyección de intensificarse. Y algo más: la oposición está dando algunas señales sensatas.

Colombia y la toma de posesión de Iván Duque han sido buen escenario para que los jefes de las principales organizaciones políticas opositoras se reunieran en un nuevo intento de trazar una estrategia que no sea interceptada por el mismo régimen, tal como ha venido sucediendo en los últimos tiempos. Esto significa sacudir del letargo al liderazgo que viene dividido en torno a la ruta efectiva para salir de Maduro.

En este encuentro, los representantes de la oposición se mostraron dispuestos a retomar un acuerdo estratégico para el que volverían María Corina Machado y Antonio Ledezma. También regresaría Acción Democrática, que había huido de la Mesa de la Unidad Democrática.

De más está decir que esta nueva organización debería dejar de nombrarse MUD, siglas convertidas en ingrata referencia.

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