viernes 11  de  julio 2025
RELATO

Malo en matemáticas

Vivencias que toman forma de relatos y conducen a la reflexión

Diario las Américas | CAMILO LORET DE MOLA
Por CAMILO LORET DE MOLA

“Por suerte Cuba no me quiere de vuelta”, me explica Rolo desde el portal de su condominio en un barrio de clase media en Miami, “llevan más de veinte años dándome el bate”, me explica con esa locuacidad y gestualidad serena de los cubanos de mi generación, “así que solo soy otro nombre en la lista que los yumas le presentan mensualmente a La Habana y que ellos dicen que ni jugando me quieren de vuelta”.

No sospechaba que este dueño de negocio, tipo serio y consagrado a su familia, tenía una orden de deportación desde mediado de los 80 por “tarjetear”, así clasifica al “error de recién llegado” que le garantizó tres años en prisión federal.

“Yo pagué y me he portado como un príncipe desde entonces, pero no hay abogado que logre virarme la decisión de botarme de aquí”.

Lo cierto es que Cuba no quiere de regreso a los que lleven mucho tiempo fuera de la isla y que no tengan familia que los asuman si aceptan su retorno. Por eso prefieren los deportados recién llegados, para que no les cueste, para que no se conviertan en un “problema estatal”.

Rolo está muy preocupado con la noticia de que acaban de multar a un cubano con orden de deportación por no irse del país, “imagínate son seiscientos noventa mil dólares de ticket, que si no pagas vas pal tanque”.

La noticia se refiere a un cubano sancionado a prisión durante su residencia permanente, que lleva doce años viviendo en este país y que Rolo aduce que Cuba tampoco lo quiere “pa’ tras”.

“Si Trump necesita dinero hace el pan con los cubanos con deportación pendiente, compadre que somos cuarenta y dos mil los que estamos en la listica de los rechazados, ¡ahh y si no pagamos nos mandan pa’ Sudan del sur!”

Le trato de tranquilizar, hasta ahora es solo un caso aislado y no una regla general. Pero en cuanto al miedo a que lo manden a un tercer país debo reconocer que es una posibilidad que ha cobrado fuerza en los últimos meses. Hay cubanos con antecedentes, deportados a México y a Sudan del Sur, pero también los hay en Guantánamo y en la cárcel de los caimanes en los Everglades.

“Bro espera, te tengo la última, ahora dicen que quieren 7.000 detenciones diarias, si quieren cazar indocumentados nada más fácil que venir por nosotros que estamos tranquilos en nuestras casas y firmando en sus oficinas”.

Rolo dice que ha dejado de ir a consultar a su abogado, “el tipo ahora tiene una cara de mierda que pa’ que te cuento, solo se queja, dice que todo es como una cajita de sorpresa, que no hay ley que valga, que no tiene solución ni para cosas que antes se resolvían con un plumazo y que ya ni le respetan, a los clientes se los arrebatan de las manos en la puerta del tribunal”

El hombre me insiste, quiere saber si como periodista yo tengo alguna vía para una especie de amnistía, si le puedo abrir una puerta extraordinaria para “resolver”, me dice con rostro de complicidad. “algo que me permita dormir tranquilo again”, me dice en spanglish y ahora con cara de víctima.

Le digo soy la persona equivocada para sus esperanzas, pero que su situación tiene otra lectura y si le llegara el momento que tanto teme, piense que le dieron más de 25 años de licencia, que le robó tiempo a la deportación.

“Compadre, yo pensé que éramos amigos”, me dice contrariado, “de seguro yo pago más taxes que tú y tengo menos multas de tránsito que todos en tu familia”, le riposto, eso puede ser cierto, pero yo a la cárcel no he ido ni de visita.

“Porque no llegaste en los 80 compadre, eso era normal en aquella época, hubieras caído igual y hoy estarías sentado en un clavo, como yo”

La conversación toma un giro que no quiero, le dejo claro que no intento confrontarlo y al igual que todos estoy a la expectativa. Nadie tiene idea de lo que pasará con ellos, esos que se despiden de sus familias como si fuera la última vez cuando les toca visitar la oficina para firmar.

¡Un laberinto mi socio!”, Rolo se levanta de la silla, evidencia de que toca despedirnos, ¡mi vida es ahora mismo un laberinto y sin salida!

Me voy repasando el número, tratando de multiplicar en mi cabeza los cuarenta y dos mil cubanos de la lista por los seiscientos noventa mil dólares de la multa que le pusieron al deportado.

Me abruma el cálculo, pero al menos me parece que no hay camas para todos, ni sumando Sudan del sur, México, los caimanes y Guantánamo.

Me faltó decirle a Rolo que yo no hubiera “tarjeteado”, no importa el año en que hubiera llegado, ni que no sea bueno en matemáticas, es que en este país no piso ni la raya amarilla, aunque al final tenga más multas de tránsito que él.

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar