Una postura recurrente de los dictadores y gobernantes que maquillan la realidad para no ser asumidos como tales en los archivos de la historia, consiste en legar a la familia el poder que detentan en aras de perpetuar el monopolio del gobierno y no dejarlo en manos de terceros, por más lealtad que demuestren aquellos por cuyas venas corre sangre distinta.
Cuba no es la excepción. Solo basta recordar cómo el dictador Fidel Castro mantuvo a su familia en la sombra del escrutinio público, y paulatinamente fue mostrando a su hermano Raúl como posible sucesor en el mando, a pesar de las debilidades en el carácter de quien, por encima de todo cuestionamiento, hoy orienta el destino incierto de una Cuba que va de mal en peor.
Si bien es cierto que la nación insular atraviesa por una encrucijada, con una oposición más visible y el descontento creciente de la población ante un desabastecimiento que rememora los tiempos del “Período Especial”, Raúl Castro comienza a foguear a los vástagos del clan familiar, ubicándolos en roles públicos de poder.
Durante la reciente Cumbre de las Américas, el gobernante cubano presentó en sociedad, por decirlo de alguna forma, a su hijo Alejandro Castro Espín, a quien también se le ha visto en otros certámenes internacionales. Tan cerca anda de los pasos de su padre, que algunas veces rompe el protocolo y camina por donde le viene en gana, como el buen dictador que pretende ser.
Pero ahora, a tres meses de cumplirse 58 años de la revolución cubana, que devino en la dictadura de los hermanos Castro, se está programando en Miami el evento Todos por Cuba libre, que tiene un objetivo específico: activar las alarmas para frenar a tiempo el neocastrismo que empieza a vislumbrarse en la isla caribeña frente a la ausencia de Fidel y la acumulación de años en la vida de Raúl.
El encuentro trae consigo a importantes bastiones de la oposición que insistirán en la necesidad del retorno de la democracia en Cuba, pero también que a través de la música y la cultura se prosiga denunciando el descalabro ocasionado por el comunismo entre la población y lo imperioso que es evitar que un nuevo Castro llegue al poder.