Alberto Scharffenorth
Ahora se habla por todos lados de “El internet de las Cosas” o “internet of Things” para denominar una nueva ola de servicios y procesos que prometen operar la próxima revolución en la vida de las personas.
Alberto Scharffenorth
Twitter: @digitalaldea
Todo el mundo sabe ya de que se está hablando cuando la gente menciona términos como “la web” o “la internet”. Quizás no en sus aspectos técnicos pero sí como se utiliza y que beneficios acarrea a la vida cotidiana. Pero ahora se habla por todos lados de “El internet de las Cosas” o “internet of Things” para denominar una nueva ola de servicios y procesos que prometen operar la próxima revolución en la vida de las personas.
Internet 101
Internet no es otra cosa que la cualidad de enviar cantidades de información de forma remota entre dos puntos utilizando un medio electrónico. Para ello hacen falta tres cosas fundamentales: unos aparatos o dispositivos que envíen y reciban la información, unos canales físicos a través de los cuales esta información pueda ser transmitida y un sistema de códigos para que la información se preserve en su destino tal y como fue originada. Alguien podrá apuntar que tales elementos son similares a los que participan en la comunicación del telégrafo, la radio, el teléfono y la televisión; algunos de los cuales ya existían en la época de nuestros abuelos. Es verdad, la gran diferencia, y donde radica la revolución del internet está en el tercer elemento: el sistema de códigos que se usan para transmitir la información. Podríamos hacer una comparación entre los medios radioeléctricos y las nuevas tecnologías imaginando la diferencia entre llevar agua de una ciudad a otra en cubetas cargadas por personas a pie y hacerlo usando una gran tubería. Ese sistema de códigos se asienta a su vez en dos grandes pilares, uno es la creación del lenguaje binario o digital. Esa forma de descomponer la información en enormes cantidades de unos y ceros. El otro es el método que permite que la información encuentre su camino y si destino de forma super eficiente y que fue denominado Internet Protocol, mejor conocido como IP.
¿Internet de las personas y de las cosas?
Hasta ahora hemos usado la internet como tienda virtual para comprar cosas, para hacer nuestras diligencias bancarias, para ver películas y videos, para ver la caras y escuchar las risas de nuestros seres queridos a miles de millas de distancia. Ese es el internet de las personas. Pero con esta nueva forma de aprovechar los microprocesadores y su capacidad para entenderse con las máquinas, el internet nos va a servir para darle a nuestras vidas una nueva dimensión. Ya esta revolución está en muchas formas entre nosotros sin darnos cuenta. Ya casi todos los nuevos artefactos y equipos que compramos, neveras, televisores, automóviles, vienen con inteligencia suficiente para seguir instrucciones nuestras de forma remota o para hacer cosas por su propia cuenta. De este modo por ejemplo nuestro auto puede encender el aire acondicionado en el momento que apagamos nuestra computadora o cuando cerramos la puerta de la casa. Pero también puede programar directamente una cita con el taller si lo “juzga” necesario. Nuestra nevera puede hacer una compra directamente a la tienda de víveres en base a lo que detecta que le falta. Es posible que la temperatura de la casa se regule en base al reporte del clima o a la cantidad de invitados que tengamos para cenar; y abrir la puerta mediante reconocimiento de las caras de nuestros amigos. Este internet puede actualizar nuestra historia médica enviando de forma permanente nuestros signos vitales y otras informaciones sobre nuestra salud a nuestro médico.
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El rumbo que nos hará cursar la convergencia de tecnologías tales como el reconocimiento de rostros y de formas, y otras identificaciones, el cloud computing, la robótica, la nanotecnología, la biónica y la geo referencia, relacionadas entre sí por el internet está más allá de lo que podamos imaginar, pero más cerca en el tiempo de lo que suponemos. Esperemos que a las fantasías distópicas de Terminator y Matrix no termine ocurriéndoles lo mismo que a las de Julio Verne y George Orwell.