El pasado domingo terminamos la edición número 32 de la Feria del Libro de Miami. Fueron jornadas intensas y gloriosas para la cultura local, de Estados Unidos y diría, sin equivocarme, de todo el continente por la numerosa participación de autores latinoamericanos y españoles.
El escritor José M. Fernández Pequeño nos ha dejado saber en un hermoso mensaje su opinión como invitado: “Quiero darles mi más sinceras gracias por la invitación a participar en la Feria del Libro de Miami. Fue una experiencia placentera, enriquecedora y muy productiva para mí como escritor. Muy malas experiencias anteriores me han hecho recelar de este tipo de actividades: caos organizativo, espacios incontrolables, ausencia de objetivo en las planificaciones y, sobre todo, la sensación de estar dentro de una fábrica de actividades sin ton ni son. Nada de esto encontré en la feria, verdadero ejemplo de una gestión cultural bien planificada, diseñada y dirigida con cariño y respeto hacia los creadores”.
Este comentario acrecienta nuestro deseo de hacer un mejor evento cada vez y, por lo mismo, durante todo el año próximo, antes de que vuelva a llegar la añorada Feria del Libro, realizaremos en nuestro Koubek Center una serie continua de eventos para que la antorcha del libro, los lectores y los autores continúe brillando.
El domingo final de la Feria ni la lluvia intermitente hizo que los lectores abandonaran uno de sus más entrañables sitios y reflexionaba, mientras caía la noche, este es el mundo que todos nos merecemos. De paz, entendimiento, educación, progreso.
Los miles de libros desplegados en cientos de kioscos multicolores se escribieron para que la humanidad fuera mejor y cada cual en su mínimo espacio de influencia deba perseverar para que continúe siendo.
El famoso escritor Salman Rushdie, a quien tuvimos como invitado durante eventos literarios que precedieron a la Feria este año, acaba de confesar que la violencia generada por la aberración extremista en distintos sitios del mundo es una “guerra cultural”.
Nosotros, a la distancia de los pueblos y personas agraviados recientemente por un terror que hemos padecido en nuestra propia nación, somos un frente permanente de esa guerra cultural y la ganaremos, no nos quede dudas.
Alentando los valores humanistas resguardados en tantos libros, luchando en contra de las imposiciones totalitarias y autoritarias, incitando la libertad y la democracia en todas sus manifestaciones culturales.
Ese niño que vi en la Feria con la nueva edición bilingüe de La Edad de Oro, de José Martí, me hace “tener fe en el mejoramiento humano y en la vida futura”, como le escribiera el propio Apóstol de la independencia cubana a su hijo en el prólogo del libro de poemas que le dedicara en 1882, El Ismaelillo.