La mayoría de nosotros ha escuchado hablar de la anorexia y la bulimia, pero no de un grave trastorno alimentario que afecta a las personas obesas, se trata de la megarexia, término acuñado por el nutricionista español Jaime Brugos.
Este desorden del comportamiento alimentario implica una distorsión en la percepción de la imagen corporal, por lo que se trata de un problema de origen psicológico. Los megaréxicos experimentan exactamente lo contrario que los anoréxicos, es decir, a pesar de su sobrepeso se ven en el espejo como individuos delgados, con la talla correcta y una apariencia perfectamente saludable.
Al igual que en el caso de las víctimas de otros trastornos de alimentación, los megaréxicos no son conscientes de su problema, no están en capacidad de asumir que se trata de una enfermedad, y aunque en algún momento de lucidez pueden llegar a verse tal y como son, su cerebro no admite tal información.
Los especialistas calculan que por cada anoréxico, hay diez megaréxicos, una cifra escalofriante considerando lo peligrosa que puede ser la obesidad.
Cuestión de dieta
El problema real radica en que los afectados no solo son incapaces de percibir su exceso de peso, sino que menosprecian la importancia de mantener una dieta saludable. Las víctimas de este trastorno tienen hábitos alimentarios que impactan negativamente el organismo, comen todo lo que les gusta y apetece, especialmente carbohidratos, grasas, dulces, y aquellos productos que según los expertos solo nos proveen de calorías vacías.
Esta es la razón por la que además de obesos, los megaréxicos son generalmente personas desnutridas, e incluso, anémicas por su marcada carencia de los llamados nutrientes esenciales. Este desorden alimentario podría tener una enorme repercusión a nivel global, especialmente si consideramos que la obesidad es un fenómeno que afecta actualmente a más de 500 millones de personas en todo el mundo.
En el caso de Estados Unidos se trata de un problema grave, no en vano las estadísticas señalan que el 65% de los adultos tiene sobrepeso y una tercera parte de la población es considerada obesa.
Es usual que los megaréxicos tiendan a confundir o solapar su trastorno con otras enfermedades como problema de tiroides o metabolismo y hasta adjudicar su condición a la herencia genética, aunque su condición es realmente la raíz de sus problemas. Tanto el sobrepeso como la obesidad, son factores que incrementan significativamente el riesgo de enfrentar enfermedades como el síndrome metabólico, la diabetes, los problemas cardiovasculares, la apnea, y la gota, entre otras.
Adicionalmente, este trastorno implica un peligroso círculo vicioso, pues una alimentación desequilibrada provoca una falta de energía que promueve el sedentarismo, lo que a su vez, crea las condiciones ideales para seguir subiendo de peso.
Enfrentando la realidad
Como ocurre con todos los trastornos alimentarios de origen psicológico, el paso inicial para superar la megarexia es aceptar que el problema existe y que no se trata tan solo de un asunto de sobrepeso, sino de una errada percepción y manejo de la realidad.
Suena sencillo pero se trata de un reto difícil que requiere de mucho apoyo, seguimiento y comprensión. En este sentido, el entorno familiar tiene un papel fundamental para ayudar al megaréxicos a verse como realmente es: una persona enferma y no simplemente alguien con un apetito voraz. Así mismo, es indispensable la asesoría de un equipo profesional que incluya especialistas en materia clínica, psicológica y nutricional.
Una vez se acepte el problema, someterse con rigidez a un programa de buena alimentación, ejercicio y vida sana, generará un cambio tanto a nivel físico como mental. Si bien se trata de un proceso que exige trabajo y constancia, la recompensa bien vale la pena.
Tenga presente que en materia de salud, la prevención es nuestro mejor aliado y cuando se trata de trastornos alimentarios, incluida la megarexia, lo más importantes es establecer desde la infancia un estilo de vida saludable.
Características del megaréxicos
• Su percepción de la realidad está completamente alterada pues siendo obeso considera que luce muy bien y es absolutamente atractivo.
• No es capaz de asumir que es víctima de una enfermedad.
• Sus hábitos de vida son poco saludables, come en exceso, especialmente alimentos altamente calóricos y lleva una vida sedentaria.
• Evita fotografiar su cuerpo porque teme profundamente enfrentar su verdadera imagen.
• Tampoco le gusta probarse prendas de vestir al ir de compras. Un pantalón de tamaño descomunal suele ser el detonante de una fuerte depresión.
• Es generalmente hostil, intransigente y conflictivo
• Manifiestan un fuerte desprecio por todo lo que rodea, e incluso, por sí mismo.