CARACAS.- DIANA LÓPEZ ZULETA
Especial
@dianalzuleta
CARACAS.- Las mujeres embarazadas, en su mayor parte primerizas y menores de edad, han aumentado de manera exponencial en Venezuela, en buena parte por la escasez de productos anticonceptivos
CARACAS.- DIANA LÓPEZ ZULETA
Especial
@dianalzuleta
Las mujeres embarazadas, en su mayor parte primerizas y menores de edad, han aumentado de manera exponencial en Venezuela, en buena parte por la escasez de productos anticonceptivos. A pesar de su estado, para tratar de conseguirles pañales a sus futuros bebés, durante días estas mujeres se debaten a manotazos y empujones en las colas que envuelven manzanas enteras.
Cuando logran llegar al punto de venta racionada, únicamente consiguen frustración: “Por orden de la Guardia Nacional, solo se venden pañales para niños que hayan nacido y deben traer la partida de nacimiento”.
En esas circunstancias, de acuerdo con testigos consultados, muchas veces logran conseguir algunos pañales quienes tienen la suerte de poseer dólares o pesos colombianos.
Venezuela es hoy el país de Suramérica con mayor número de embarazos infantiles.
Además, ante la escasez aguda de anticonceptivos, una educadora prenatal reveló a DIARIO LAS AMÉRICAS que las mujeres “ahora están utilizando la esterilización como método anticonceptivo”.
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En algunos supermercados y establecimientos a veces se permite la “venta libre” de pañales a mujeres embarazadas siempre que lleven un informe médico que acredite su estado y una ecografía reciente. Sin embargo, solamente les venden la talla de pañales que haya en ese momento y no la que necesitan.
Los pañales son el producto más buscado por las embarazadas. Les siguen las toallas húmedas, leche y vitaminas como ácido fólico, hierro y calcio, todos los cuales también escasean.
De acuerdo con la encuestadora Datanálisis, en Venezuela escasea uno de cuatro productos básicos, además, esta misma firma reveló que los venezolanos, como promedio, pasan al menos seis horas de las semana en colas.
Todas las embarazadas pasan por situaciones difíciles para conseguir medicamentos, sin distinción de su profesión, ocupación o nivel socioeconómico.
Una de las embarazadas que ha tenido que palear y sufrir en las colas es Yly Bonilla, periodista de San Cristóbal, estado Táchira, en la frontera con Colombia. Contó a esta periodista que no ha conseguido pañales de talla de recién nacidos para su futuro hijo.
“He tenido que lidiar con muchísimas colas para poder comprar pañales porque no puedo esperar a que mi bebé nazca. Aquí estamos en una incertidumbre que no sabemos realmente qué va a pasar, si vuelven las ‘guarimbas’ [protestas donde se obstruyen las calles], si hay un estallido social”, comentó.
Contó que la semana pasada fue a comprar pañales en el supermercado Cosmos y no le quisieron vender porque, como se ha hecho costumbre, el niño no había nacido y tenía además que llevar la partida de nacimiento. Cuando pidió explicaciones le dijeron que era una orden de la Guardia Nacional.
Mientras cientos de miles de embarazadas permanecen bajo un sol inclemente en colas para comprar los productos de sus bebés, el presidente Nicolás Maduro ha señalado en varias ocasiones que los medios promueven una guerra psicológica para inducir a los venezolanos a hacer “compras nerviosas”.
De hecho, dentro de los abusos que ha cometido el Gobierno se llegó al encarcelamiento de los directivos de la cadena Farmatodo bajo el pretexto de “propiciar largas colas en las puertas de sus locales”.
Al respecto, Bonilla dijo que las compras que el presidente Maduro cataloga como “compulsivas” muchas veces se hacen cuando se sabe que en determinado local hay existencias de un producto de primera necesidad. “Toca comprarlo así uno ya lo tenga, pues no se sabe cuándo volverá a haber”, expresó.
“Ahora, por ejemplo, no tengo con qué lavar la ropa porque no hay jabón en polvo en ninguna parte”, relató Bonilla, de 28 años.
Yuleisy Jara es otra mujer embarazada y tiene una niña de 17 meses que también ha debido pasar penurias. Con cuatro meses de gestación, aún no ha podido comprar pañales ni ningún otro producto para su futuro bebé.
Para mitigar los efectos de la grave crisis económica que vive hoy Venezuela, Yuleisy, de 22 años, se dedica a cuidar tres niños.
“No he conseguido pañales para el bebé porque si me venden tiene que ser con la partida de nacimiento; no se consiguen ni las toallas clínicas, que son las que se usan cuando uno da a luz”, relató.
Otra madre gestante, de 22 años, que pidió no ser identificada y cuya hermana de 18 también está embarazada, relató que para poder adquirir los pañales ha tenido que ir hasta Mérida, ciudad situada a seis horas por tierra desde el estado Táchira.
Según esta madre de bajos recursos que vive en la zona rural de Capacho, Táchira, su consuelo (como el de muchas familias) es que en su casa viven ocho personas y se turnan en las filas.
“Hay que calarse una cola hasta de ocho horas para comprar, pero muchas veces llegamos al turno y ya se han acabado los productos”, se lamentó.
Abundan las quejas de las mamás de todo tipo de edad y estrato social. Es el caso de una niña de 15 años con ocho meses de embarazo que sólo pudo conseguir dos paquetes de pañales. Tampoco encontró calcio.
“No hay”, es la respuesta que le dan a esta niña de bajos recursos en todas las farmacias y establecimientos. Ante la escasez, varios conocidos se reunieron y le consiguieron dos paquetes de pañales y varias ropas para el bebé.
“Es muy estresante estar embarazada, yo no se lo recomiendo a ‘chamitas’ [muchachas] como yo porque la situación no está para quedar embarazada”, se lamentó.
En general, las mujeres embarazadas se quejan del alto costo de todo tipo de productos para los bebés, incluyendo la ropa y los pañales de tela.
Una educadora prenatal que trabaja en un hospital público de Venezuela y quien prefirió el anonimato, declaró a DIARIO LAS AMÉRICAS, que la escasez ha llegado a tal punto que las instituciones en donde tienen previsto parir por cesárea les exigen que lleven de su propia cuenta los insumos que necesitan los médicos para la operación.
“Ahora es casi un lujo usar papel ‘toilet’. Venden 12 rollos en 1.000 bolívares y el sueldo mínimo es de 5.600 [22 dólares, de acuerdo con el mercado negro]”, expuso la educadora, quien es la cabeza de su hogar.
DIARIO LAS AMÉRICAS consultó a una ginecóloga que trabaja en una clínica privada y un hospital público, pero la fuente prefirió no revelar su identidad, pues quejarse sobre la ausencia de insumos médicos para trabajar, le puede valer su puesto de trabajo.
Esta mujer manifestó que la crisis toca tanto a los hospitales públicos como los privados. Dijo que oye a diario las quejas de sus pacientes por el desabastecimiento de multivitamínicos y suplementos para las embarazadas, así como la falta de medicamentos para tratar infecciones y patologías propias de los embarazos.
El desabastecimiento, que ha ido en incremento desde hace dos años en Venezuela, empeoró con la caída de los precios internacionales del petróleo, cuyo barril descendió en menos de un año de 100 a 43 dólares y sigue bajando.
La debacle económica se puede observar claramente en el incremento del precio del dólar en el mercado clandestino de la calle. Es 30 veces más caro que el oficial y el billete de 100 bolívares, de mayor denominación en Venezuela, equivale a menos de 40 centavos de dólar. Los expertos consideran que este año la inflación llegará al 100%.
Debido a que no se consiguen los productos básicos y tampoco hay empleo, muchos ciudadanos optan por ir a los supermercados a hacer colas con el objeto de vender sus puestos, indicó Yuleisy Jara, madre cabeza de hogar, pues “hacer fila es una forma de trabajar y de generar ingresos”.
Jara señaló que la “fuga de pañales” se debe a que muchas madres se van a Cúcuta (ciudad colombiana de frontera) a revender los que logran conseguir, lo cual, por la devaluación del bolívar, resulta muy rentable. Por ejemplo, amplió Jara, el paquete de 32 pañales está en 179 bolívares y es revendido en Cúcuta hasta en 1.500 bolívares (aproximadamente 6 dólares, según el dólar negro).
El dolor de cabeza para las mamás cuando un niño se enferma no es solamente su enfermedad en sí sino la odisea para conseguir los medicamentos. Es el caso de una madre cuyo salario es de 12.000 bolívares (48 dólares) y su hijo fue diagnosticado con reflujo. Después de recorrer todas las farmacias de San Cristóbal y no encontrar el medicamento necesario para curarlo, tuvo que ir a Cúcuta a comprarlo en 11.000 bolívares. Ese medicamento en Venezuela hubiera costado tan sólo 240 bolívares (1 dólar).
Otra mamá que ha padecido cuando su niño de 18 meses se enferma contó a DIARIO LAS AMÉRICAS que, como no consigue las medicinas, ha tenido que recurrir a remedios caseros como té de manzanilla o de hierbas, debido a que ni siquiera se encuentran los analgésicos más básicos como el acetaminofén y los antigripales.
Evidentemente, la deficiencia en la producción y las restricciones para adquirir divisas ha detonado la crisis por la escasez de medicamentos. Además, Venezuela tiene baja producción, lo cual no alcanza a cubrir todas las demandas de su población.
Las adolescentes
Desde hace dos años Venezuela posee el récord de ser el país con mayor cantidad de embarazos de menores en Suramérica. De cada 100 mujeres que quedan embarazadas anualmente, 25 son adolescentes, de acuerdo con el programa de Telemedicina de la Universidad Central de Venezuela.
No es para menos: escasean todo tipo de anticonceptivos y los condones, si los hay, cuestan 4.760 bolívares por una caja de 36, es decir, 750 dólares de acuerdo con el cambio oficial.
La ginecóloga que prefirió el anonimato afirmó que el embarazo precoz es el denominador común en sus consultas y la escasez ha enfatizado este problema. Sin embargo, dijo que este siempre ha sido un problema porque “definitivamente la educación en nuestros países no está bien encaminada”.
Así como los anticonceptivos, señaló, también escasean las políticas públicas para contrarrestar el problema de embarazo precoz. “Sólo hay pañitos de agua tibia”, sentenció.
La médica Marisela Navarro, promotora de Lactancia Materna de UNICEF, contó que en Valencia, estado Carabobo, ha atendido partos de niñas de hasta 10 años. “Incluso, a veces llegaban niñas de 13 y 14 años de edad y era su segundo parto”, agregó.
La doctora le atribuye este problema, además de la escasez de métodos de planificación, al hecho de que también estas madres son hijas de adolescentes.
El silencio
El gran común denominador en las mujeres embarazadas que DIARIO LAS AMÉRICAS logró entrevistar es el miedo a contar lo que tienen que vivir día a día. Estas son algunas de las opiniones:
* “Aquí a la mayoría nos da miedo dar entrevistas, a cualquier persona la acusan de conspiradora y la meten presa sin pruebas”, señaló una de las mamás entrevistadas.
* “Hay una persecución total por opinar o criticar lo que no funciona. Por mí salía y marchaba y hacía muchas cosas para manifestar mi descontento con la situación que vivimos, pero tengo hijos, soy cabeza de hogar. Esta no es una economía estable ni próspera”, indicó otra de las madres.
* “No hay un lugar adonde ir para quejarse y si lo haces por la radio, la pueden cerrar. Dicen que hay libertad de expresión pero en realidad no la hay, si tú te quejas, sancionan al que ponga la queja”, señaló Jara.
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