sábado 15  de  febrero 2025
CRISIS SANITARIA

Cuba abocada a un colapso sanitario, la población pide ayuda

La página oficial de Salud Pública de Cuba anuncia hoy 6. 422 casos de COVID en el país, con un récord de 3.559 nuevos reportes en Matanzas
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA- Unos 6.422 casos de personas infectadas con COVID-19 es el reporte oficial del Ministerio de Salud Pública de Cuba este 9 de julio, con un récord reportado en la occidental provincia de Matanzas, de 3.559 enfermos. Reportes emitidos a través de redes sociales desde la isla aseguran que los hospitales y centros asistenciales se encuentran colapsados aunque las autoridades del régimen se nieguen a admitirlo.

Las imágenes son espantosas. Las historias de personas que cuentan con lágrimas entrecortadas el drama que están viviendo debido al COVID-19 son conmovedoras.

Solo deténgase a escuchar los relatos de médicos y enfermeras que trabajan veintidós horas diarias en la línea roja, muchas veces en condiciones deplorables, con hospitales desbordados, sin apenas medicamentos, mala alimentación y durmiendo apenas dos horas.

La pandemia del coronavirus no hace excepciones. En su momento colapsaron servicios médicos de excelencia en España, Reino Unido, Italia y Estados Unidos. El COVID-19 se ha llevado unos cuatro millones de vida en el planeta y sigue sumando.

La salud pública en Cuba padece un retroceso cualitativo por recortes del presupuesto local, errores de estrategia en el diseño de la cobertura universal, brutal déficit de medicamentos y equipos médicos de última tecnología que el gobierno de La Habana atribuye al embargo económico y financiero de Estados Unidos.

El régimen verde olivo mantiene en una vitrina al sistema de salud. Pero cada año le asigna menos dinero y la desidia estatal ha provocado que numerosos centros médicos hayan dejado de recibir mantenimiento constructivo y hoy muestren una higiene lamentable.

El gobierno de Cuba ha optado por priorizar la exportación de servicios médicos -representa la primera industria nacional- en lugar de mejorar la sanidad en la Isla.

En su mejor etapa, por concepto de exportación de servicios médicos - denunciado por organismo internacionales como trata de personas- se obtuvieron entre ocho y once mil millones de dólares, cantidades que no se revirtieron en mejorar los centros asistenciales más allá de una mano de pintura barata y la compra de algunos equipos médicos.

La tasa de mortalidad infantil de Cuba exhibe estadísticas de un país del Primer Mundo. El promedio de vida igual, según se publica. Sin embargo, cuando una persona ingresa a un hospital está obligada a cargar desde su casa con sábanas, toallas, recipientes para almacenar agua y ventiladores.

La explotación laboral a los cooperantes médicos cubanos es real. No es propaganda. El régimen se queda con el setenta u ochenta por ciento de los salarios en divisas que devengan los galenos que prestan servicios en el extranjero.

Colapso sanitario

En estos momentos, la dramática situación sanitaria y el colapso hospitalario que se padece en Matanzas y otras provincias debería ser la razón para que quienes gobiernan Cuba negocien un corredor humanitario.

En caso de que se ofreciera la posibilidad de hacer llegar ayudas a la isla, lo razonable sería que se verifique que esa ayuda llegue a los más necesitados.

El gobierno cubano debiera autorizar una ayuda humanitaria procedente del exterior y poner a su disposición la infraestructura logística y de transporte.

Ante la emergencia, deberían abrirles las puertas a los médicos cubanos exiliados que lo deseen, puedan entrar al país sin contratiempos y prestar asistencia sanitaria en su tierra a donde la población lo necesita.

El gobierno de la isla tiene la responsabilidad de poner atención a lo manera espontánea el pueblo cubano está pidiendo con urgencia.

Cuba necesita de la ayuda de otros países. Tal como ha ocurrido en otras naciones donde la pandemia está golpeando como Brasil, Perú, India, Indonesia. La asistencia internacional está desbordada.

En caso de que se aprobara la creación de un corredor humanitario, los servicios aduanales cubanos debieran emitir una moratoria y permitir la entrada de cualquier cantidad de alimentos, medicamentos y otros insumos sin cobrar aranceles.

En 1984, la Etiopía del dictador Mengsitu Haile Mariam sufría una hambruna espeluznante. Músicos estadounidenses y del resto del mundo hicieron una campaña de solidaridad que llegó a recaudar más de 50 millones de dólares, además de grandes volúmenes de alimentos y medicamentos.

Lo que está en juego ahora mismo es la vida de miles de cubanos. Solo en la provincia de Matanzas, a cien kilómetros al este de La Habana, el jueves 8 de julio se reportaron más de 1.300 casos de contagio.

En las redes sociales, los residentes en las distintas provincias cuentan de casos de personas que mueren en sus casas sin recibir asistencia sanitaria. Médicos que no tienen antibióticos para recetar. Incluso ni una simple tableta de paracetamol.

De acuerdo con el número de habitantes, la localidad de Cárdenas y la ciudad de Matanzas, actualmente son el epicentro mundial del COVID-19.

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Turismo en la mirilla

El gobierno cubano debiera suspender el turismo en Varadero y los vuelos desde Rusia que han provocado, según fuentes de todo crédito, la entrada al país de las variantes Delta y Delta Plus, altamente contagiosas y mortales.

Otras provincias como Santiago de Cuba, Camagüey y Ciego de Ávila también tienen sus servicios sanitarios al borde del colapso. El COVID-19 ha provocado una tormenta perfecta en medio de una feroz crisis económica, desabastecimiento generalizado e inflación galopante.

El gobierno cubano debe autorizar y propiciar un corredor humanitario. Cuba necesita ayuda urgentemente. Dilatarla o prohibirla, más que irresponsable, sería criminal.

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