miércoles 21  de  mayo 2025
Escasez

Cuba: Lucrar con el hambre es otro negocio que prolifera

Las cadenas autorizadas por el régimen importan de EEUU los artículos que venden a los exiliados vía internet para alimentar a sus familias en la isla
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

La Habana. - A la misma hora que el chef de cocina del restaurante El Bucán del Palacio de Convenciones [sede de los eventos oficiales del régimen], ubicado en el exclusivo Reparto Cubanacán, al oeste de La Habana, preparaba la cena para los participantes de la Cumbre del ALBA, en un caldero de hierro, Yulia, 55 años, hervía trozos de plátano para darle de comer a ocho personas, residentes del suburbio pobre y mayoritariamente negro y mestizo de Mantilla, barriada del municipio Arroyo Naranjo, al sur de la capital.

En treinta metros cuadrados de un antiguo cobertizo reconvertido en apartamento viven Yulia y siete familiares más. Ni el piso ni el baño tienen lozas. La cocina es una meseta fundida con un fregadero improvisado. En la pared cuelgan dos espumaderas de aluminio y un sartén ennegrecido. Yulia cocina una vez al día.

El menú semanal suele ser invariable. “El pollo, o si nos cae algo de carne, es para los domingos. El almuerzo es pan con tortilla si hay huevos, croquetas de las que venden en pesos o un trocito de guayaba en barra. La comida casi siempre es arroz, a veces acompañado de frijoles, y el 'plato fuerte', medallones de picadillo de soya o cualquier cosa que invento para engañar el estómago. Pero a mediados de mes ya no tenemos arroz y hacemos fufú de plátano, yuca con mojo o boniato hervido. Mi salario y todo el dinero que ganan mis hijos se va en comida. Así y todo, comemos poco y mal”.

Yulia trabaja limpiando pisos en un policlínico de Mantilla. Su salario es de 2.870 pesos cubanos, 137 dólares al cambio oficial y 40 en el mercado negro. El día que cobra va a un agromercado situado en la barriada de La Palma y la mitad de su sueldo lo gasta en viandas, vegetales y frutas.

“Los precios son para infartarse. Una libra de frijoles negros cuesta de 70 a 80 pesos. La de frijol colorado entre 100 y 110 pesos. Una mano con cinco o seis plátanos burros, 20 o 25 pesos y es de lo más barato que se puede conseguir, porque una col ya anda por 50 pesos y 30 pesos una libra de guayaba. Como el tomate bajó de 100 a 30 pesos la libra, por ser época de cosecha, aprovecho y compro dos o tres libras de tomates. Si me alcanza el dinero, compro un aguacate que ahora vale entre 50 y 60 pesos. El resto del dinero es para pagar el gas, la electricidad y el agua. La proteína es lo más difícil de ‘conseguir’. La carne de puerco está a 200 pesos la libra, una libra de jamón no baja de 240 pesos y la mortadella que vende el Estado cuesta 180 pesos la libra. Son una locura los precios en Cuba. Ni con dólares resuelves”, confiesa Yulia.

Cerca del agromercado donde Yulia y sus hijos hacen sus compras cuando cobran sus respectivos salarios, hay una tienda que vende alimentos en divisas. Yulia no tiene parientes en el extranjero y en las ocasiones que se ha “podido empatar con algunos dólares es gracias al ‘invento’”.

El ‘invento’ es un eufemismo utilizado en Cuba para camuflar las ilegalidades y los robos en los centros laborales, sean fábricas, empresas, oficinas, escuelas, tiendas, hospitales o policlínicos. “Vendo aromatizantes, guantes, medicinas que me da el jefe de almacén para buscarme unos quilos. Con ese dinerito adquiero MLC (una transferencia electrónica creada por el régimen para comprar en las tiendas por divisas) y luego de espantarme tremendas colas compro aceite, puré de tomate, picadillo, pechuga de pollo y perritos (salchichas). De vez en cuando quisiera comprarles chucherías [confituras] a mis nietos, pero en Cuba ya ni golosinas hay pa'los niños", se queja Yulia.

pobreza
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La cara oficial

En el restaurante El Bucán del Palacio de Convenciones es todo lo contrario a la escasez y poca variedad de los alimentos. “La especialidad del Bucán son las comidas y coctelerías para eventos, banquetes, recepciones. El martes 14 de diciembre en la clausura de la reunión de los presidentes del ALBA, cocinamos una cantidad asquerosa de comida. Lo que sobró daba para alimentar a un municipio entero de la ciudad”, dice un empleado del lugar y detalla el menú:

“Había todo tipo de carnes: res, cerdo, cordero, pollo, pescados, mariscos… Varias mesas buffet con dulces, sándwiches, quesos, frutas tropicales, todo de primera calidad, y cualquier cantidad de bebida, incluido whisky exclusivo. Prepararon platos típicos de la región como la hayaca venezolana, brochetas de anticucho boliviano, cerdo mamón en púa, típico de la gastronomía cubana, y dulce nicaragüense de las tres leches”.

Esas comidas que se elaboran en instituciones oficiales como el Palacio de las Convenciones, hoteles y centros turísticos, sirven para proveer al ‘mercado negro’ en Cuba, un mercado que también se surte del robo en almacenes estatales, de los cuales se extraen sacos de arroz y frijoles y cartones de huevos, entre otros productos.

Se come con el dinero del enemigo

Otra de las opciones del cubano de a pie es adquirir alimentos por dólares. Generalmente la divisa llega desde Estados Unidos, principalmente Miami, o ciudades europeas como Madrid, Berlín o Milán donde residen compatriotas. Los precios en esas tiendas, comparados con cadenas de países latinoamericanos e incluso estadounidenses, con mayor poder adquisitivo, son excesivamente caros.

“Es insólito. Un jamón serrano en casi 500 dólares, más caro que en España, piezas de carnes de res, cajas de camarones o langosta muchísimo más caro que en Miami”, comenta un cubano residente en Estados Unidos mientras mira los precios de cortes de carnes que fluctúan entre 15 y 23 dólares el kilogramo. 31 dólares el kilo de camarón pelado. 80 dólares el kilogramo de queso y 60 dólares un pavo congelado. “Las tiendas en divisas son una vergüenza. Es un recordatorio a la esclavitud. ¿Dónde se ha visto que a una persona le paguen en pesos y tenga que comprar los artículos de primera necesidad en divisas?”, se pregunta una señora escandalizada por los elevados precios.

“En Cuba, si no te envían dólares, te mueres de hambre. Y no estoy exagerando. Además, no tenemos opciones. O compras comida en las tiendas dolarizadas del gobierno o comes boniato hervido”, apunta un joven que recibe 300 dólares mensuales del padre radicado en Nueva York.

Además de precios excesivamente caros, la mayoría de las tiendas están desabastecidas y las personas tienen que hacer interminables colas. “Son tan ineficientes que ni siquiera vendiendo con ganancias del 300 por ciento son capaces de tener las tiendas abastecidas”, indica un señor a la entrada del mercado Palco, en 5ta. Avenida y 188.

Más caros aún son los precios de las cadenas autorizadas por el régimen que les permite a los cubanos residentes en el exterior comprarles alimentos a sus parientes en la Isla, como Supermarket, Mall Habana y Katapulk. Esta última es un negocio del empresario cubanoamericano Hugo Cancio, hijo de uno de los músicos que integró el grupo Los Zafiros, que fuera famoso en los años 60.

Katapulk importa desde Estados Unidos arroz, tostones y mariquitas congeladas, carne de cerdo, leche en polvo y cajas de pollo. Vende una bolsa de leche en polvo de 25 kilogramos en 291 dólares, un cerdo para asar en $262 y una caja con quince kilogramos de pollo en 66 dólares. “El gobierno recibe jugosas comisiones. Están lucrando con el hambre y la necesidad del pueblo”, expresa un chofer que entrega comida de Katapulk a domicilio.

El hambre el congénito

Prácticamente desde la llegada de Fidel Castro al poder, comer en Cuba se convirtió en un problema, al extremo que en marzo de 1962 implementó una libreta de racionamiento de alimentos, todavía vigente. Pero cada vez se ha ido agudizando más, sobre todo por la crisis económica estacionaria, la pandemia del COVID-19, la habitual ineficiencia del Estado para producir alimentos y según las autoridades cubanas, por la existencia y recrudecimiento de la política de embargo económico de EEUU hacia la isla.

Pero el embargo rconómico no impide que el régimen de La Habana pueda comprar medicamentos y alimentos en Estados Unidos, siempre y cuando pague al contado. Recientemente, el Consejo Económico y Comercial Cuba-EEUU, informaba que el pasado mes de octubre, las exportaciones de alimentos de producción agrícola de Estados Unidos a Cuba aumentaron un 91%, lo que representa un incremento del 80,5% interanual.

Pero la tormenta perfecta llegó con la aplicación de la llamada ‘Tarea Ordenamiento’ en enero de 2021. Una estrategia monetaria que ha sido un rotundo fracaso. Las autoridades aprobaron un alza en los salarios hasta 4.9, pero los precios crecieron entre 10 y 20 veces, inclusive más. El régimen reconoce que la actual hiperinflación alcanza cuotas de 6.900 en el sector minorista. Y la peor noticia para cubanos como Yulia, cuya familia come una vez al día, es que aún no hemos tocado fondo. El escenario pudiera empeorar.

Especial @DesdeLaHabana

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