miércoles 15  de  enero 2025
ANÁLISIS

El Chapo Guzmán o el teatro del absurdo

Un capo que, como todo actor famoso, está forrado de dinero y vicios, se codea con otras estrellas y políticos de renombre y tiene un ego de montaña. Como si hubiera ganado tres Oscar, su cara ha sido noticia en medios de comunicación de todo el mundo

MÉXICO.-LIOMÁN LIMA
Especial

El teatro de la política mexicana reestrena por estos días una popular comedia. En cartela, desde el pasado fin de semana, se anuncia una obra presentada con éxito unos años antes.

Es una pieza con aires de farsa, de trama alucinante, llena de intrigas y simulación, confabulaciones, persecuciones y fugas.

La protagoniza un capo que, como todo actor famoso, está forrado de dinero y vicios, se codea con otras estrellas y políticos de renombre y tiene un ego de montaña. Su nombre es Joaquín “El Chapo” Guzmán y, como si hubiera ganado tres Oscar en la noche del viernes pasado, su cara ha sido noticia por cinco días en medios de comunicación de todo el mundo.

El argumento es simple: un narco, el más poderoso del mundo, es capturado. Las autoridades lo presentan como la joya de la corona. Pero el capo se fuga inexplicablemente, lo buscan por todos lados, pero nunca lo encuentran. Hasta un día, que una trastada del azar los hace dar irremediablemente con él y vuelven los cantos de victoria.

Los más viejos recuerdan haber visto la misma historia en 2014, cuando Guzmán fue apresado por segunda ocasión, nueve años después de la primera escapada.  

Pero nada está claro con su nueva captura y todo luce tan inverosímil, inconsistente y exagerado como el hecho que dio pie a esta historia: la fuga estrepitosa del narcotraficante de un penal de máxima seguridad en las afueras de la Ciudad de México. Un hecho, por cierto, del que casi nadie habla ahora; pero que aún se perfila como el gran misterio a descifrar: cómo escapó. O más: quién lo ayudó a escapar, por segunda vez.

La puesta en escena de la captura

Las escenas de la aprehensión parecen ideas de un guionista novato y tremendista, salido de la escuela de escritura de las novelas de Televisa: El Chapo, prófugo, ve La reina del Sur en un apartamento blindado de Sinaloa, lo traiciona su ego y contacta a la protagonista de la serie, Kate del Castillo. Quiere que ella lo ayude para realizar una película biográfica, es lo menos que merece su narcótica vida.

Del Castillo contacta a productores de Hollywood y a Sean Penn para que hagan el filme. Penn, filosófico, orina en la selva y piensa en la fragilidad de la vida  en camino a un encuentro con el rey del narco (el orine como revelación mística). Guzmán, nervioso, con camisa azul de motivos y peinado de colegial, dice en la entrevista que nada hay como su reino, su poder y su gloria…

Las autoridades mexicanas, mientras tanto, siguen a los actores, olfatean las selvas de Sinaloa, pero no logran dar con El Chapo, con certeza, hasta seis meses después. Nadie sabe que pasó en ese tiempo. Dicen que han tenido a Guzmán cercado, herido; pero es tanta la vergüenza que prefieren no decir nada más. Hasta el pasado viernes, cuando rodearon la casa donde se encontraba en la ciudad de Los Mochis, en el norte de México, y el tiroteo llega a las noticias de los medios locales.

No tienen otro remedio que volver a mentir: el narco se escapa por un túnel detrás de un espejo, como Alicia en el país de las maravillas, y se pierde entre las cloacas de la ciudad. Dicen entonces que llegaron a la casa por una denuncia de armas, que hubo una balacera, que hay presos y muertos y nada más.

Un poco más tarde se tragan lo dicho y se deshacen en cantos de victoria e himnos de combate: dieron con El Chapo, lo tienen… Aunque en verdad no saben si es un doble o es él. Por eso, el presidente Enrique Peña Nieto espera cautelosamente hasta el mediodía para dar a conocer la noticia: quiere estar seguro, tiene miedo de que todo sea una trampa y Guzmán lo haga caer más hondo en la fosa del ridículo.

En el anonimato queda la verdadera heroína de la captura: una mujer desconocida a quien El Chapo le robó el carro cuando salió de las cloacas. Ella, indignada, lo denunció. Sin saber, tal vez, que su llamada cambiaría la historia de aquella mañana.

Un telón que no cierra

Desde la noche del pasado viernes, El Chapo Guzmán duerme en el mismo lugar donde descansó por 500 noches: el penal de máxima seguridad de El Altiplano. Su mayor temor: ser deportado a Estados Unidos, es una posibilidad latente que tomará algún tiempo: un recurso presentado por sus abogados podría dilatar el proceso hasta por dos años. Pero en México todo el mundo sospecha que la mayor dilación no vendrá de la Justicia, sino de todo el dinero que El Chapo tiene y de todo lo que sabe.

Una investigación realizada por la revista local Proceso sostiene que funcionarios de altas esferas estuvieron implicados en su fuga en julio pasado, entre ellos las principales autoridades del Ministerio de Gobernación. Los mismos, por cierto, que ahora celebran su captura.

El penal de El Altiplano ha sido cubierto con una nueva capa de cemento. Se desconoce si El Chapo fue colocado en la misma celda, para evitar futuros trabajos de perforación de un túnel de escape. 

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