ESPECIAL
@DesdeLaHabana
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LA HABANA. Dos meses antes de que Luis Manuel Otero lanzara un reto con el que defiende el uso de los símbolos nacionales y reclama que no sean utilizados para acciones represivas, este artista independiente cubano recorría las calles de Londres, rumbo a una importante galería, vestido como un travesti, con ropas de color fucsia.
En noviembre de 2014, Otero había sido cintillo en la prensa internacional cuando en pleno mediodía hizo un stripper vestido en tanga en la céntrica esquina de la avenida 23 y la calle L, en La Rampa, de la barriada habanera del Vedado.
Sus performances van desde introducir un mensaje en una botella de ron y tirarla al Océano Atlántico, arrastrarse con ropas de sacos hasta el Santuario de San Lázaro -poblado El Rincón, en el sur de La Habana- para pagar determinadas promesas, hasta organizar una competencia de jóvenes que corren con la bandera de Estados Unidos, colgada a su espalda.
Luis Manuel Otero, 31 años, es un artista visual que puede ser polémico, irreverente o liberal para los valores quizás demasiado conservadores de un segmento poblacional en Cuba; pero nunca indiferente.
Pertenece al Movimiento de San Isidro [igual nombre de la barriada habanera donde surgió], un grupo variopinto de más de cien artistas que radican en una galería desguazada en la parte antigua de la ciudad y que igual protestan contra el Decreto 349 que se solidarizan con grupos que piden respeto por los animales. El 11 de mayo participaron en la marcha gay en el Paseo del Prado y el sábado 17 de agosto planean apoyar frente al Ministerio de Comunicaciones, a los administradores de redes privadas en su batalla contra las absurdas leyes que pretenden pulverizarlos.
Nacido en El Pilar, una barriada pobre del municipio Cerro, Luis Manuel Otero es una combinación un tanto extravagante: un mulato alto y delgado de risa fácil que dispara las palabras a velocidad de ráfagas. Puede hablar como un “asere” habanero [callejero], conoce al dedillo las religiones afrocubanas y es un seguidor del culto abakuá. Pero también combina esa vida marginal con el arte visual, lecturas variadas y la confianza extrema de que en su patria acontecerán cambios políticos y el país se enrumbará por la vía democrática.
El miércoles 14 de agosto quedamos en vernos en la sede del Movimiento San Isidro. En La Habana llovía con fuerza. A última hora, por WhatsApp cambió el lugar de la cita. “Es que junto a otras personas voy a participar en una lectura de poemas, organizada por el Club de Escritores y Artistas Independientes de Cuba en casa de Juan Antonio Madrazo (coordinador del Comité Ciudadano por la Integración Racial) y la Seguridad del Estado no nos deja pasar”, me escribió. Al final decidimos citarnos en El Arca de Noé, una dulcería situada en la Calle 23. Entre cortaditos de café con leche y agua mineral Luis Manuel Otero charló con DIARIO LAS AMÉRICAS.
¿Es la bandera una especie de fetiche para ti? Es que en varios de los últimos performances tuyos, de una forma u otra, está presente una bandera. A veces la cubana otras, la estadounidense. Luis Manuel hace un gesto con la cabeza y responde a mi pregunta.
“No le veo así. Simplemente me estoy cuestionando los guetos. La forma un tanto aberrante de los que administran el país de utilizar el símbolo patrio. Es absurdo legislar el uso de la bandera como si fuéramos una logia o un campamento militar. Que si debe ponerse al frente, en el pecho. Es una tontería. Cualquier persona puede usarla como quiera, en la gorra, short o tanga. La bandera es de todos. Y de eso se trata este performance”, dice y agrega:
“La primera obra con la bandera fue con Daniel Llorente. Me impactó esa carrera, en plena Plaza de la Revolución, un tipo tirando a gordo que sale corriendo con la bandera norteamericana al cuello. Muchos amigos se cuestionaban por qué con la bandera de Estados Unidos. Bueno, yo creo que cada cual es libre de utilizar el símbolo que le venga en gana. Si además, el régimen prohíbe o limita el uso de tus símbolos nacionales, entonces la gente se encasqueta lo que viene de afuera en forma de ropa, pañuelo u otro complemento. Es muy conservador y fosilizado reglamentar al detalle la vida de las personas. Y el gobierno cubano con sus leyes no se cansa de intentarlo. Son gente muy primitiva. Vivimos otra época. Con otros valores y otra visualidad”.
Luis Manuel aclara que su arte se fusiona con otras ideas aportadas por los integrantes del Movimiento San Isidro. Mientras, con la bandera cubana al cuello, en su móvil revisa diferentes redes sociales. “Más de cien personas han colgado fotos con la bandera cubana y el hashtag #LaBanderaEsDeTodos. Es una especie de concurso. Al final nosotros premiaremos las tres fotos más creativas. También realizaremos una pasarela, llamada SE USA, donde copiaré algunos de los modelos que utilizó Chanel en su desfile en La Habana añadiéndole la bandera cubana”.
Otero reconoce que para el régimen y la policía política no es un tipo simpático. “Ya perdí la cuenta de las veces que me han detenido y encerrado en calabozos. Pero no desistiré. La Seguridad del Estado no es muy original, siempre me dicen lo mismo, que no me van permitir más performances, que acabaré en una prisión, que me dedique a otra cosa, que me vaya de mi país. Pero aquí estoy, y estaré. Muchos detractores, tanto en la cultura oficial como en la oposición, se cuestionan qué pretendo yo con esas obras. Alegan que el arte no va a cambiar nada. Yo siempre digo que es preferible expresar tus opiniones que quedarte callado”, alega Otero y añade:
“Gracias a la presión de muchos en el sector artístico, el Estado tuvo que frenar la aplicación del Decreto 349. Si la sociedad civil, los artistas y la oposición siguen presionando, estoy convencido de que lograremos cambios. Para lograr cosas hay que luchar. El régimen no te va a regalar nada. Mi intuición me dice que en Cuba se aproximan cambios. No creo que los intelectuales y la disidencia estén tan desunidos. Existen discrepancias, pero la mayoría es consciente de que las cosas deben cambiar. Si no cambian, nos hundimos”.
Cuando usted le pide que se defina en pocas palabras, Luis Manuel te mira de frente y dice: “Soy un artista que utiliza el arte como una herramienta de propuesta, aunque algunos lo ven más allá de lo liberal y lo permitido. En ese sentido, yo soy un contrarrevolucionario”.