viernes 22  de  marzo 2024
Cuba

Las reformas inconclusas de Raúl Castro

A pesar del anunciado relevo de gobernante, para los cubanos de a pie está claro que más allá de algunas transformaciones cosméticas, los cambios asumidos sólo buscan garantizar el continuismo del régimen
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

Especial

LA HABANA.- Parece que ha pasado mucho tiempo desde aquel 31 de julio de 2006, cuando el exsecretario de Fidel Castro, Carlos Valenciaga, quien posteriormente fuera purgado, en el noticiero nacional de televisión, pasada las ocho de la noche anunció la jubilación por enfermedad del exguerrillero barbudo.

La mayoría de los cubanos recuerdan qué estaban haciendo en ese momento. Pedro Antonio, 56 años, obrero en una industria siderúrgica en las afueras de La Habana, cenaba con su familia cuando la noticia provocó un silencio de solemnidad en la mesa.

“Pensamos que el Fifo se iba a ir del aire. Todo el mundo se preguntaba cómo serían las cosas con su hermano Raúl, que tenía fama de mano dura. Recuerdo que ese año hubo un ciclón y tiraron las boinas negras [cuerpos represivos élites] pa'la calle.

Al que cogían con un cartón de huevos encima sin que pudiera justificarlo, iba preso. En mi centro de trabajo se robaba a las dos manos. Pero desde que Raúl comenzó a manichear [controlar] el país, tomó medidas para frenar el robo. Antes, si te cogían fachando [robando], te botaban, ahora si te pescan en el invento vas preso”, señala Pedro Antonio y añade:

“Raúl dictó una serie de medidas que le granjeó simpatías entre los cubanos, como ampliar el trabajo por cuenta propia, vender o comprar casas y autos, poder alojarse en un hotel del turismo internacional, tener una línea de celular o viajar al exterior sin tantos trámites burocráticos. Si lo comparo con la etapa de Fidel Castro, creo que ha sido mejor”.

Hace una década, Sergio, 69 años, jubilado, solo había visto internet en la película que transmite la televisión estatal los sábados por la noche. Sentado bajo una ceiba frondosa en el Parque Córdoba de La Víbora, en el sur de la capital, puede hablar con su hijo que reside en Miami a través de la aplicación audiovisual IMO en uno de los más de 300 sitios con wifi habilitados por el régimen en toda la isla.

Hasta el cuatro de julio de 2013, internet sonaba a ciencia ficción para un sector amplio de cubanos. Ese día se abrieron poco más de 160 salas de navegación y posteriormente cientos de parques y plazas públicas con redes inalámbricas.

Incluso desde el otoño de 2017 se comercializa Nauta Hogar, en determinadas zonas y para clientes que tienen telefonía fija. ETECSA, única empresa de telecomunicaciones en Cuba, tiene previsto comenzar este año el servicio de internet por datos en los teléfonos móviles.

“Antes de 2013 yo gastaba entre 6 y 10 cuc [moneda convertible cubana equiparada al dólar] por una hora de internet en hoteles habaneros para poder comunicarme por email con mi hijo. De 4.50 la hora, que comenzó costando en 2013, cayó a un cuc. Que sigue siendo caro, pues significa el salario de dos días de trabajo de un obrero. He podido viajar cuatro veces a Estados Unidos a visitar a mi hijo y nietos. Es la parte buena. La mala, que con la pensión de miseria que le pagan a los jubilados, alrededor de 10 dólares en mi caso, muchos ancianos, algunos con graves achaques y demencia senil, tienen que salir a la calle a buscarse cuatro pesos para poder sobrevivir”.

Los jubilados son los grandes perdedores de las tímidas reformas económicas del régimen de Raúl Castro. Sus pensiones se mantienen congeladas en el tiempo. "La chequera se me va en comprar viandas y arroz y pagar la electricidad", dice Mercedes, 72 años, y quien a pesar de su artrosis generalizada, vende maní en las paradas de ómnibus.

El envejecimiento poblacional es un gran problema sin atender por las autoridades del país. Dentro de siete años, el 20.1% de la población cubana será mayor de 60 años. Los servicios sociales no cuentan con suficientes recursos materiales y financieros para lo que se les viene encima.

Emilio, economista, cree que “el acelerado envejecimiento de la población, sumado a una alarmante emigración (entre 2013 y 2017, casi millón y medio de cubanos han emigrado, frenada ahora con la derogación de la orden ejecutiva pies secos-pies mojados), va a provocar que después de 2030, incluso antes, exista un déficit considerable de mano de obra, tanto en sectores no calificados como profesionales. Ya se viene viendo en oficios duros como la construcción o el campo. El dinero que necesita el servicio social se pudiera canalizar eliminando las fuerzas armadas, como en Costa Rica, porque el ejército consume entre un ocho y doce por ciento del PIB (Producto Interno Bruto)”.

Oficialmente, Raúl Castro gobernó diez años. Los primeros dos años fueron provisionales. Aprobó un grupo de medidas muy populares, como la ampliación del trabajo privado y la derogación de normativas absurdas que convertían a los cubanos en ciudadanos de cuarta categoría dentro de su propia nación. Aunque luego, para favorecer el mercado estatal regentado por corporaciones militares, tiró del freno de mano a emprendimientos particulares como los cines 3D y tiendas de ropa.

En un discurso en Camagüey, provincia a 550 kilómetros al este de La Habana, prometió un vaso de leche a cada cubano. También prosperidad, sostenibilidad, mercados mayoristas destinados a los negocios privados, modificaciones en la Constitución, nuevas leyes de prensa y cine, unificación de la moneda, un marco regulatorio de la pequeña empresa privada local y la ampliación del cooperativismo.

Por diferentes circunstancias, más políticas que económicas, incumplió esas promesas. El gran fracaso fue su estrategia agrícola. Autorizó el arriendo de tierras, modificó las normas de cooperativas agropecuarias, cerró las que eran ineficientes y negoció mejores pagos a los ganaderos que producen carne y productos lácteos.

Pero no fue suficiente. Al no liberarse totalmente los mecanismos productivos agrícolas, no aumentaron las cosechas, tampoco las producciones cañeras ni la ganadería.

Un vaso de leche, jugo de naranja o un bistec de res sigue siendo un lujo para la mayoría de los cubanos. Excepto los niños menores de siete años, el resto de la población si desea tomar leche, debe comprarla en tiendas por divisas.

Las líneas maestras de las reformas de Raúl Castro, llamadas lineamientos, solo se cumplieron en un 21%. Excesivos controles del Estado, miedo a que los pequeños negocios familiares acumulen grandes cantidades de dinero y divergencias políticas dentro del aparato gubernamental, provocaron un retroceso en las aperturas económicas.

En política exterior Castro II, luego de un año y medio de negociaciones secretas, logró restablecer relaciones económicas con Estados Unidos. Por segunda vez en la historia de Cuba, un presidente estadounidense, Barack Obama, visitó la Isla.

Su histórico discurso en el Gran Teatro de La Habana todavía resuena en los oídos de un sector amplio de cubanos que apuestan por cambios a fondo. Pero la popularidad de Obama y su estrategia de privilegiar el sector privado, despertaron malestar en el régimen que frenó de golpe las reformas.

El régimen logró condonar gran parte de su deuda externa y negoció en mejores términos financieros con sus acreedores del Club de París. La autocracia verde olivo fue clave para la firma de los acuerdos de paz en Colombia y el diálogo entre la iglesia católica y ortodoxa.

Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel o el que resulte elegido por la casta comunista, jamás se han propuesto ni se proponen, iniciar reformas de corte político. La disidencia nunca será legítima en un gobierno de filiación castrista. Tampoco se autorizarán partidos políticos, prensa privada y organizaciones civiles autónomas.

Según una fuente del partido comunista, “por las encuestas y estados de opinión que recogen diferentes entidades gubernamentales, se conoce de la frustración de los ciudadanos y sus inconformidades. Casi todas son de carácter económicas. Y hacia allí se enfocará la labor del presidente que resulte electo el 19 de abril”.

Hablando claro. Con el nuevo régimen se podrían esperar reformas económicas. Pero la democracia tendrá aún que esperar.

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