sábado 1  de  febrero 2025
MÉXICO NARCOTRÁFICO

Preso "El Chapo", pero ¿hasta cuándo?

Un cuerpo de la Marina, los únicos agentes en los que aún confía el Gobierno, olfatearon como perdigueros entrenados los valles y montañas de la Sierra Madre Occidental, donde tiene su reino oculto desde hace décadas el cártel de Sinaloa

MÉXICO.-LIOMAN LIMA
Especial

El narcotráfico ha sufrido un golpe momentáneo y tenaz en México: tras 181 días de zozobra política y vergüenza internacional, el Gobierno capturó ayer, nuevamente, a Joaquín El Chapo Guzmán, el capo más escurridizo, buscado, temido y amado del mundo.

Todo comenzó en la madrugada del viernes en la localidad de Los Mochis, un pueblo del norteño estado de Sinaloa. La balacera duró hasta el amanecer. Ya al filo de la mañana, los medios de comunicación hablaban de cinco muertos y seis detenidos.

Pero en esos rumbos, donde los tiroteos y los asesinatos son el pan cotidiano, nadie se imaginaba que, entre bala y bala, se disputaba la captura de El Chapo, y con ella, el prestigio de los dos mayores poderes que gobiernan México: el Estado y el narco. Ganó esta vez el primero. Al menos por el momento.

Larga búsqueda

Desde su segunda fuga el 11 de julio de 2015, Guzmán había dejado en franco ridículo a la administración de Enrique Peña Nieto. Se escapó por un túnel de una milla de largo, climatizado e iluminado. Tardó más de un año la perforación y nadie oyó caer ni una piedra.

Lo estuvieron buscando por casi seis meses, lo cercaron en más de una ocasión, incluso lo hirieron  (o eso dijeron). La cacería tomó elementos medievales: se arrasaron poblados, se incendiaron casas, se blindaron estados; pero Guzmán se escapaba una y otra vez y dejaba tras sí una estela de leyenda.

Un cuerpo de la Marina, los únicos agentes en los que aún confía el Gobierno, olfatearon como perdigueros entrenados los valles y montañas de la Sierra Madre Occidental, donde tiene su reino oculto desde hace décadas el cártel de Sinaloa, el imperio de las drogas de El Chapo.

Allí anduvo el rey del narco durante estos meses, moviéndose de un lado a otro en esa región escarpada y remota, entre los estados de Durango, Sinaloa y Chihuahua. Es su feudo: una zona minada de plantaciones de marihuana y amapola, de laboratorios de heroína y de narcos fieles y armados hasta las botas.

Ahí, todo ser viviente sabe quién manda. Y se le obedece. Y se le quiere. Y se le cuida. Por eso, entre otras tantas inexplicables causas, a la Marina se le hizo tan difícil localizarlo durante todo este tiempo.

A esta región llegó Guzmán en avioneta en julio pasado, un día después de escapar de la cárcel de máxima seguridad del Altiplano, para muchos, la más invulnerable de Latinoamérica

La mala suerte, con cascos y uniforme de agentes de la Marina, lo sorprendió ayer en camiseta, mientras dormía en un hotel de carretera. Un lugar al que, de ser supersticioso, El Chapo no habría vuelto: en otro hotel en la norteña ciudad de Mazatlán lo apresaron, por segunda vez, en 2009.

Guzmán estaba protegido por su cordón de seguridad,  dos vehículos blindados, decenas de armas de fuego y un lanzacohetes. Pero esta vez, nada pudo impedir los designios de su fatalidad. Unas horas más tarde, un avión militar lo llevaría de vuelta a la Ciudad de México para ser exhibido como trofeo de guerra.

Futuro incierto

Los cantos de victoria del Gobierno no se hicieron esperar. El anuncio triunfal lo hizo a través de Twitter el propio Peña Nieto. Políticos, funcionarios y medios de comunicación afines al presidente lanzaron cohetes y serpentinas de halagos por la captura.

“Misión cumplida”, aseguró el mandatario. Sin embargo, en México todo el mundo sabe que la “misión” recién comienza, que la prisión de El Chapo puede ser tan peligrosa como su fuga, porque, en la práctica, el Gobierno no sabe ahora qué hacer con él.

Uno de los grandes misterios de los días venideros es dónde lo encerrarán o si, finalmente, decidirán extraditarlo a Estados Unidos. Sus abogados defensores presentaron hace meses un amparo para evitarlo y se hace obvio que, permitir la extradición, es reconocer la propia debilidad del Ejecutivo.

Pero todo el mundo sabe que El Chapo tiene tanto dinero que ya no hay prisión que se le resista, al menos en México. Y lo que es peor, ahora nadie quiere imaginar qué pasará con su feudo, el cártel de Sinaloa, la asociación criminal que controla el tráfico de estupefacientes de todo tipo hacia Estados Unidos y que, paradójicamente, ha mantenido en relativa estabilidad a una de las regiones más convulsas del país.

Mientras tanto, en las calles de México, entre los comentarios de la captura, aparece reiteradamente la pregunta de cuánto durará Guzmán nuevamente tras las rejas. Todo el mundo sabe que a El Chapo, cuando lo obligan a decir adiós, él solo dice hasta luego.

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