LA HABANA.- Cuando abres la puerta de Gaia Mercado, en 1ra. y F, Vedado, te recibe un chorro de aire acondicionado y la sonrisa de una amable empleada. Los anaqueles y neveras de productos están repletos de mercancías, nacionales e importadas. En las paredes no hay fotos ni consignas gubernamentales y te llaman señor, no compañero.
Los propietarios del negocio no cumplen las medidas para ahorrar combustible. Todas las luces están encendidas y los splits marcan 20 grados, no los 25 que aconseja la empresa eléctrica. Según un funcionario de la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria), institución que rige al sector privado en la Isla, “esa mipyme pertenece a Lisa Titolo Castro, hija de Mariela Castro y el italiano Paolo Titolo. A esa gente nadie las regula. Tienen impunidad”.
En el bodegón se venden alimentos saludables que no encuentras en ningún otro sitio de La Habana. Las frutas y vegetales, limpios y sin manchas, se guardan en bolsas de malla con el logo de Gaia. Pero los precios son demasiado caros, como si viviésemos en Nueva York. Un kilogramo de carne de res importada directamente desde Estados Unidos puede costar el equivalente a 18 dólares. Una libra de fruta de guayaba ronda los 100 pesos. Y medio kilogramo salmón, 6 mil pesos, 20 dólares al cambio en el mercado informal.
Cuando usted le pregunta a un empleado su opinión sobre la Resolución 56 y cómo afectaría al negocio, mueve la cabeza de un lado a otro y no puede, o no sabe, darte una explicación. “Esa medida está diseñada para los negocios que incumplen con las normas del trabajo privado y evaden el pago de los impuestos. Nosotros cumplimos con lo que requiere la ley”, dice en tono fingido.
Cuando mencionas el nombre de la nieta de Raúl Castro como presunta dueña del negocio, el tipo te mira como si fueras un agente de la CIA. Relativamente cerca de Gaia, está ubicado el Bar Efe, en 23 entre E y F, también en el Vedado.
Sandro Castro Arteaga, nieto de Fidel Castro, en una directa de Facebook reconoció que era el dueño del establecimiento. El pasado 5 diciembre, en medio de un apagón general, a toda mecha Sandro celebró su cumpleaños.
Cuenta un joven asiduo al lugar que “Sandrito no es revolucionario. En privado se burla de Díaz-Canel y los mentecatos que gobiernan el país. No es mala persona. Es compartidor, fiestero y fan del Real Madrid. Pero nació en cuna de oro y considera que Cuba es una propiedad familiar.”
En diversos sitios de la ciudad usted puede localizar negocios de parientes o testaferros del castrismo. Algunos tienen visa múltiple y a menudo viajan a Estados Unidos. Aprovechando la licencia otorgada por el Departamento del Tesoro han comprado automóviles de marcas estadounidenses como Ford, Chevrolet o Tesla que ruedan por las calles habaneras.
“En apariencias son comunistas, pero adoran los productos Made in USA. Sus celulares son iPhone de última generación, beben whisky yanqui, compran comida en Miami, andan con dólares en la billetera y sus autos son de la yuma”, afirma el mecánico de un taller privado que tiene como clientes a dueños de negocios.
La apertura de las mipymes en el verano de 2021 fue una estrategia dirigida a aliviar el desabastecimiento. La feroz crisis multisistémica, la errática aplicación de la Tarea Ordenamiento, excesivos controles, descapitalización de las empresas, caída de las producciones agrícolas, la pandemia, la emigración de alrededor de un millón de personas y el colapso de los servicios básicos, pusieron al país al borde de una hambruna.
Los mercados estatales por divisas solo vendían agua mineral. El malestar de la población aumentaba. Un mes antes de aprobarse las mipymes, habían ocurrido masivas protestas en más de sesenta localidades de la Isla. La apertura de pequeños y medianos negocios le sirvió al régimen para camuflar cientos de emprendimientos con la intención de burlar el embargo y acceder a créditos bancarios en Estados Unidos.
Un ex funcionario de CIMEX, cadena comercializadora perteneciente a las fuerzas armadas, explica que “la idea es abrir negocios con militares retirados, familiares de pesos pesados del partido comunista que posteriormente le permitan controlar la economía cuando en un futuro se apliquen determinadas reformas económicas”.
“Cuando lleguen esos cambios, de acuerdo al guión trazado, los militares y cuadros del gobierno serán los principales hombres de negocios. De hecho, ya GAESA es el dueño de 80 mil habitaciones hoteleras. El acoso contra ese segmento del sector privado que no maneja ni controla el gobierno, se debe a que ellos, por su creatividad y eficiencia, crearon un modelo sostenible en el cual venden en pesos, con ese dinero compran dólares en el mercado informal y se reaprovisionan importando directamente y pagando al contado a sus proveedores. Pese a los altos impuestos, a las muchísimas trabas y que en el sistema bancario no pueden comprar divisas, venden a precios más bajos que las tiendas estatales en MLC. Es un plan parecido al de Rusia con la antigua nomenclatura comunista”, expresa el ex funcionario.
Yoan, dueño de un bodegón al sureste de la capital, reconoce que “la llamada guerra económica del gobierno no es para eliminar distorsiones. Es para ir chapeando a los negocios privados que les molestamos porque controlamos una parte de los dólares que entran a Cuba. Eso afecta sus intereses. Es un problema de dinero. Las presiones a las mipymes han sido escalonadas. Primero incumplieron sus propias normas que nos otorgaba un año de excepción de impuestos. Ahora con la implementación de la Regulación 56 nos obligan a comprar de forma mayorista al Estado. Eso no va funcionar, porque nunca ha funcionado nada que administra el gobierno”.
Daniel, propietario de una charcutería, subraya que “el Estado no tiene capacidad para mantener de forma estable un surtido amplio de productos. En mi negocio vendo hasta 200 mercancías diferentes que por un estudio de mercado, de acuerdo a la demanda, suelo comprar. ¿Quién me garantiza que los almacenes estatales tengan café La Llave o lomo de cerdo deshuesado de determinada marca americana que con regularidad adquieren mis clientes?”.
“El fin de esta campaña es recuperar los más de dos mil millones de dólares que ya no entran en sus bancos y se han desplazado al sector privado. El resto son fábulas infantiles. Lo que va a pasar, y ya está pasando, es que la mayoría de los negocios que no son parte del gobierno, van a cerrar, afectando a la población. El 80 por ciento de los productos que actualmente compran los cubanos se adquieren en las mipymes, pues el sector de comercio estatal incumple hasta con la distribución de los mandados que venden por la libreta”, advierte Daniel.
Yamila, dueña de una tienda de ropa Shein, opina que esta nueva regulación va a provocar que muchos negocios cierren. “La primera declaración de guerra del gobierno a las mipymes y cuentapropistas fue cuando en enero de 2023 impusieron un tope de 80 mil pesos diarios de venta y 120 mil pesos al mes. Cualquier negocio más o menos exitoso, en un día vende 200 mil o 300 mil pesos. Luego vino la bancarización, el alza de impuestos a los productos terminados y a los ingresos de los trabajadores que contratamos”.
“Son muy astutos. En vez de desplegar un operativo policial para decomisarte y obligarte a cerrar, te atacan con el arma arancelaria, ahogando los negocios y generando pérdidas. Antes un trabajador pagaba el 5 por ciento de impuesto de su salario, ahora debe pagar un 20 por ciento. Si ganas 30 mil pesos, el ministerio de finanzas te quita 6 mil pesos. Ahora quieren que le compremos al Estado con sus precios escandalosos y la corrupción que impera en cualquier trato con ellos”.
“Los que importamos bienes que no son de interés del gobierno, como si la ropa y el calzado fueran un lujo, nos subieron los gravámenes un 50 por ciento. Increíble. Atacan a la gestión privada que ha creado un millón 600 mil puestos de trabajo con impuestos del 35% sobre las ganancias, otro impuesto del 10 por ciento sobre las ventas o servicios prestados, un arancel del 5 por ciento por el uso de la fuerza de trabajo, pagar un uno por ciento para apoyar a los gobiernos locales y contribuciones a la seguridad social equivalente al 14 por ciento del salarios de los trabajadores. Además, los dueños de mipymes tienen que pagar hasta un 20 por ciento de impuestos sobre los dividendos. Todos esos pagos son para impedir que ganes mucho dinero. El gobierno cubano es alérgico a la riqueza. Excepto que sea para ellos”, concluye Yamila.
Miguel Díaz-Canel fue tajante en su intervención durante el IX Pleno del Comité Central del Partido Comunista: “La misión del sector privado en Cuba no es ganar dinero, sino aportar a la revolución”. Tras escuchar el discurso, Yamila lo tiene claro. Cerrará su negocio y después emigrará.