BRASILIA.- El presidente brasileño Michel Temer partió este martes hacia China, donde presentará en la cumbre del BRICS, que completan Rusia, India y Sudáfrica, un vasto plan de privatizaciones con el que pretende "eliminar la crisis económica" del país.
El principal objetivo del mandatario son los capitales de China, el gran inversor global y también el mayor en Brasil, que ahora se dispone a ofrecer a la empresa privada 57 bienes públicos, entre los que se incluyen terminales aeroportuarias y líneas eléctricas.
La decisión anunciada por el Gobierno de Temer la semana pasada supone el mayor programa de privatizaciones que el país presenta desde la década de 1990 y apunta sobre todo a la infraestructura, un área en la que el país acumula enormes carencias y un alto grado de atraso tecnológico.
El Gobierno aún no ha detallado la forma en que serán hechas las licitaciones, pero sí precisó que ofrecerá la administración de 14 aeropuertos, 11 lotes de líneas de transmisión eléctrica y 15 terminales portuarias, así como varias compañías estatales de las dimensiones de Eletrobras, la mayor empresa de energía del país.
Las previsiones oficiales dicen que el paquete de privatizaciones redundará en ingresos de 44.000 millones de reales (14.000 millones de dólares), aunque fuentes privadas calculan que, como la mayoría de los concursos será realizada en 2018, esos valores pudieran ser revisados y aumentar en torno a un 30 %.
Según el Gobierno, ese dinero aliviará un crónico déficit fiscal, que para este año y el próximo está previsto en 159.000 millones de reales (unos 49.680 millones de dólares), y "ayudará a eliminar" una de las causas de la crisis que atraviesa el país.
Temer ha aclarado que, además, la recaudación será destinada a inversiones públicas "en lo que realmente importa", como "la salud pública, la seguridad, la infraestructura y la educación", sectores en los que Brasil también acumula serias deficiencias.
Según el mandatario, la participación de la empresa privada en la economía también ayudará a recuperar el crecimiento y los empleos perdidos por la recesión en que Brasil se hundió hace más de dos años, que ha dejado a cerca de 14 millones de personas sin trabajo.
En 2015, la economía brasileña cayó un 3,8 %, un resultado que fue seguido por una nueva contracción del 3,6 % en 2016, con lo que encadenó dos años de crecimiento negativo por primera vez desde la década de 1930.
En el primer trimestre de este año, el producto interno bruto (PIB) creció un 1 %, una recuperación que aún no se consolida, al punto de que tanto los analistas financieros como el Gobierno consideran que 2017 cerrará con una expansión mínima del 0,5 %.
Tras una escala en Lisboa, Temer tiene previsto llegar a Pekín el próximo jueves y al día siguiente será recibido por su homólogo Xi Jinping en el marco de una visita de Estado que estará centrada en asuntos comerciales y económicos.
"En la vertiente económica y comercial, uno de los objetivos de esa visita será promover la creciente diversificación cualitativa de la pauta exportadora de Brasil y atraer nuevas inversiones, sobre todo en infraestructura", declaró el portavoz de la Presidencia brasileña, Alexandre Parola.
El sábado, con ese mismo guión, Temer participará en un seminario que reunirá a potenciales inversores chinos en Brasil y empresarios brasileños, en el que presentará el programa de privatizaciones e iniciativas para promover el comercio bilateral, que en 2016 alcanzó cifras cercanas a los 60.000 millones de dólares.
El domingo, el mandatario brasileño se trasladará a la ciudad de Xiamen, sede del encuentro anual del foro BRICS, en el que también se propone convencer a inversores rusos, indios y sudafricanos de la oportunidad que ofrece Brasil para los capitales extranjeros.
FUENTE: EFE