MIAMI— El cáncer de mama es aproximadamente el 30% (o 1 de cada 3) de todos los cánceres femeninos diagnosticados cada año. Esta enfermedad es la principal causa de muerte por cáncer en el grupo de mujeres hispanas.
Las hispanas tienen alrededor de un 30% más de probabilidad de morir a causa de su cáncer de mama en comparación con sus contrapartes blancas no hispanas
MIAMI— El cáncer de mama es aproximadamente el 30% (o 1 de cada 3) de todos los cánceres femeninos diagnosticados cada año. Esta enfermedad es la principal causa de muerte por cáncer en el grupo de mujeres hispanas.
A pesar de una disminución de más del 40% en las tasas de mortalidad por cáncer de mama en las últimas tres décadas, persisten desafíos significativos, especialmente para las minorías, incluyendo a la comunidad hispana.
En efecto, como indica la Oficina de Salud de las Minorías del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU, las mujeres hispanas tienen un 30% menos de probabilidades de que les diagnostiquen cáncer de mama que las mujeres blancas no hispanas. ¿Cómo se llega a esta conclusión? La respuesta la tienen las estadísticas ofrecidas por esa misma entidad, pues el porcentaje de mamografías entre mujeres hispanas es menor que en mujeres no hispanas, de acuerdo con datos recolectados a lo largo de dos años.
Según la Sociedad Estadounidense Contra el Cáncer (American Cancer Society), en términos generales, en Estados Unidos la probabilidad promedio de que una mujer desarrolle cáncer de mama en algún momento de su vida es de aproximadamente el 13%. Esto implica que existe una posibilidad de 1 entre 8 de desarrollar cáncer de mama, pero también indica que 7 de cada 8 mujeres nunca experimentarán esta enfermedad.
Planteado en números, en todo el año 2023 se estima que se hayan reportado las siguientes cifras:
La fundación Breast Cancer Research explica que las mujeres hispanas y latinas no son homogéneas, es decir, el riesgo de desarrollar cáncer de mama entre estas mujeres varía según su origen nacional y ascendencia genética. Amén de la diversidad genética en América Latina, las mujeres hispanas y latinas tienen más probabilidades de ser diagnosticadas a una edad más temprana y con enfermedades más agresivas, como el cáncer de mama triple negativo, que tiene menos tratamientos dirigidos. También son diagnosticadas en etapas más avanzadas y tienen alrededor de un 30% más de probabilidad de morir a causa de su cáncer de mama en comparación con sus contrapartes blancas no hispanas.
Muchos factores complejos e interconectados contribuyen a las disparidades raciales en el desarrollo y los resultados del cáncer de mama, agrega dicha fundación. Estos factores incluyen la genética, el estilo de vida, el acceso a la atención médica, los determinantes sociales de la salud y la investigación limitada. Es decir, los avances en el tratamiento que han reducido drásticamente la mortalidad por cáncer de mama no han beneficiado por igual a todos los grupos.
Si bien han avanzado significativamente en la comprensión de los factores que impulsan el cáncer de mama, concluye la fundación, la mayoría de los estudios y ensayos clínicos se centran en mujeres blancas no hispanas. Por eso la organización sugiere aumentar la participación de grupos subrepresentados brindando la oportunidad de obtener valiosos conocimientos sobre la biología del tumor y sus variaciones en todas las personas. Esto, sin dudas, permitirá el desarrollo de terapias más personalizadas y mejorará los resultados para las mujeres hispanas y latinas diagnosticadas con cáncer de mama.
En los Estados Unidos, y a partir de datos publicados este año por la Sociedad Estadounidense Contra el Cáncer, hay más de 3.8 millones de sobrevivientes de cáncer de mama, abarcando tanto a mujeres que están en pleno tratamiento como a aquellas que han finalizado su tratamiento. Precisamente, al terminar el tratamiento contra el cáncer de mama, muchas mujeres experimentan una mezcla de emociones. Aunque algunas se sienten aliviadas y emocionadas, también pueden surgir preocupaciones sobre la vida después del cáncer de mama.
Para evitar recaídas, es fundamental mantenerse en seguimiento médico después del tratamiento y asistir a las citas programadas. Casi todos los tratamientos contra el cáncer tienen efectos secundarios que pueden ser temporales o a largo plazo, incluso años después. De ahí que en las visitas médicas se pueden abordar estas inquietudes con el doctor.
La sociedad citada antes plantea que las fechas para las citas de seguimiento después del tratamiento del cáncer de mama pueden variar según varios factores, como el tipo de cáncer, su etapa y el tratamiento recibido.
Después de completar el tratamiento, las citas de seguimiento con su médico generalmente se programan cada varios meses. A medida que pasa el tiempo sin recurrencia, se reducirá la frecuencia y, después de 5 años, suelen ser anuales.
Si ha tenido una cirugía conservadora del seno, necesitará una mamografía entre 6 y 12 meses después de la cirugía y la radiación, seguido de mamografías anuales. En caso de mastectomía, generalmente no se necesitan mamografías en el seno extirpado, pero se requieren mamografías anuales en el seno restante.
Si está tomando medicamentos hormonales como tamoxifeno o toremifeno y aún tiene su útero, se deben realizar exámenes pélvicos anuales debido al aumento del riesgo de cáncer uterino. Esto es especialmente importante en mujeres posmenopáusicas.
Si está tomando inhibidores de la aromatasa o entra en la menopausia debido al tratamiento, su médico puede evaluar la densidad ósea para mantener su salud ósea.
Las pruebas adicionales, como análisis de sangre y estudios por imágenes, no son estándar en las visitas de seguimiento, pero pueden realizarse si surgen síntomas o hallazgos preocupantes.