Primero a la plaza, luego al zoológico y al caer la tarde al cine. Hay padres que planean al milímetro el tiempo que comparten con sus hijos, pero a sus hijos no le hacen ningún bien.
Primero a la plaza, luego al zoológico y al caer la tarde al cine. Hay padres que planean al milímetro el tiempo que comparten con sus hijos, pero a sus hijos no le hacen ningún bien.
Los niños precisan espacio y tiempo de dispersión. Cuando los pequeños tienen tiempo libre, pueden generar sus propias ideas. Es bueno que los padres no asuman el rol permanente del animador. Y es bueno para ambas partes, porque tampoco es ideal que los padres pongan toda su expectativa en ese momento y que queden frustrados cuando el niño no reacciona como esperaban.
Hay padres que programan la agenda de los niños como si vivieran a un ritmo de adulto, pero puede que con ir a un parque a ver patos el niño ya quede embelesado y juegue allí toda la tarde. No hace falta más.
A los tres o cuatro años los niños no pueden pensar mucho en cuestiones futuras. Suelen estar superados cuando en el jardín les preguntan qué les gustaría hacer. Por eso los padres debieran hacerles a sus hijos propuestas concretas y muy vinculadas al presente. Al recogerlos del jardín se les puede preguntar: ¿Quieres ir a la plaza del tobogán o a ver las grúas donde están construyendo el edificio?
Además, los más pequeños no pueden estar de un lado a otro. Se agotan. Mejor planear bastante tiempo intermedio y avisarle al niño una media hora antes de partir cuál será el próximo movimiento. De ese modo, tiene tiempo de redondear y terminar lo que estaba jugando.
FUENTE: Con información de Europa Press