Con la llegada de cada nuevo año es usual que nos comprometamos a seguir una dieta, hacer más ejercicio, o dejar de fumar, pero lo cierto es que no siempre resulta fácil cumplir con tan buenos propósitos. Y es ahí cuando entra en juego la capacidad humana que llamamos fuerza de voluntad.
El término voluntad deriva del latín voluntas-atis que significa querer. En consecuencia, podemos definir la fuerza de voluntad como el motor que nos empuja hacia adelante, a pesar de las dificultades. Aunque el concepto es bastante más amplio, porque implica la conjunción de otros factores, como la capacidad de evaluar, descubrir, decidir y ponernos en acción, no en vano se le considera uno de los rasgos básicos de la inteligencia emocional.
Aunque no es algo con lo que nacemos, todos tenemos fuerza de voluntad, aunque ésta es más fuerte en algunos tópicos que en otros. Esta capacidad se puede aprender y desarrollar. Es como si se tratara de un músculo que se hace fuerte con la práctica, se fatiga con el uso excesivo o se atrofia como resultado del desuso.
Lo importante es tener claro que los dos componentes de la fuerza de voluntad son la motivación y el deseo, porque todos y cada uno de nuestros logros comienza como una ilusión en la que decidimos invertir una buena dosis de esfuerzo y paciencia. El resultado es sencillamente la materialización de ese anhelo.
Activando el músculo
Para entrenar la fuerza de voluntad es importante definir el objetivo, ser realista sobre la posibilitad de alcanzarlo y no perder de vista el horizonte porque siempre habrá dificultades. Teniendo claro que de una u otra manera todo esfuerzo genera una recompensa, y que es importante tener la entereza necesaria para levantarnos si llegamos a caer.
Otro elemento importante es considerar que usualmente los beneficios no se obtienen de inmediato, que las distracciones aparecerán reiteradamente, y que debemos impulsarnos en la motivación y promover a toda costa la constancia y la disciplina.
Equilibrar los instrumentos en función de los objetivos es igualmente determinante. Es necesario propiciar el equilibrio entre el fin y los medios, siendo conscientes de nuestros puntos fuertes y débiles, y estar siempre preparados para enfrentar las situaciones inesperadas que nos obligarán a reorganizar nuestras estrategias de acción.
Venciendo la apatía
El enemigo número uno de la fuerza sin voluntad es la apatía, esas ganas de abandonar el camino que nos atacan constantemente, y es comprensible, porque hacer dieta, sacar mejores notas o dejar de fumar no son cosas sencillas, es batallar contra los malos hábitos que se han instalado en nosotros.
Las estadísticas señalan que mantener los propósitos de año nuevo es complicado, tanto así que a mediados de enero solo el 25% se mantiene firme, y seis meses más tarde, este porcentaje disminúyeme drásticamente y sólo un 5% se esfuerza para alcanzar su objetivo, y la razón es que a nuestro cerebro le resulta agotador incorporar nuevos hábitos, seguir la rutina siempre es más fácil.
Pero además, nosotros mismos bloquemos el entrenamiento que requiere la fuerza de voluntad, por ejemplo evitando que los niños lloren concediéndoles todos sus caprichos, o dejando a los adolescentes hacer lo que quieran para evitar una discusión, y aunque la intención pareciera buena, al final bloquemos la posibilidad de que aprendan a encontrar en su interior esa fuerza motriz que los obligue a resistir las tentaciones a corto plazo para cumplir con las metas de largo plazo.
Propiciando la apatía debilitamos la fuerza de voluntad, atrofiamos nuestro sistema de autorregulación y abrimos espacio a un gran número de trastornos psicológicos como el déficit de atención, las adicciones, los trastornos de la alimentación y el control de impulsos.
El poder de lograr las metas es un asunto individual, así que manos a la obra, sólo tenga en cuenta estos consejos: evite las tentaciones, pare evitar las caídas; no ponga a prueba su fuerza de voluntad en los momentos difíciles; concentre su energía en trabajar para materializar su deseo; cuídese, un cuerpo sano tiene mejores herramientas para triunfar; escriba sus estrategias y sus avances; y finalmente, prémiese con cada avance significativo.