Buena parte de nuestras vidas ocurre dentro del hogar. Cocinamos, compartimos tiempo en familia, dormimos e incluso, en estos últimos tiempos, trabajamos bajo el mismo techo.
Más allá de los aromatizantes o de hermosos envases de plástico que forman parte de nuestras acciones cotidianas hay enemigos invisibles que debemos evitar
Buena parte de nuestras vidas ocurre dentro del hogar. Cocinamos, compartimos tiempo en familia, dormimos e incluso, en estos últimos tiempos, trabajamos bajo el mismo techo.
Sin embargo, la casa no siempre es tan segura como creemos. En el aire, el agua, los utensilios de la cocina y los productos de limpieza pueden existir sustancias que afectan la salud con el tiempo, especialmente en niños, personas con condiciones respiratorias y adultos mayores.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) advierte que la contaminación del aire interior puede ser de 2 a 5 veces mayor que la del exterior, incluso más en algunos casos:
Estas sustancias son invisibles, pero están presentes en objetos cotidianos. Pero no todas son malas noticias. Si hacemos pequeños cambios, podemos reducirlas y respirar en un ambiente más sano.
Cuando calentamos comida en recipientes plásticos o bebemos agua en botellas de este material, pequeñas partículas pueden desprenderse. No las vemos, pero entre ellas están el BPA y los ftalatos, sustancias asociadas con alteraciones hormonales, problemas reproductivos y cambios metabólicos.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) explican que el BPA puede comportarse como un disruptor endocrino y afectar al sistema hormonal:
Cómo reducirlos:
Muchos desinfectantes, aromatizantes y limpiadores contienen los llamados compuestos orgánicos volátiles (COV) que se evaporan y quedan en el aire. La EPA señala que los COV pueden causar irritación ocular, dolores de cabeza, alergias e incluso afectar la calidad del sueño a largo plazo:
Alternativas:
El moho puede aparecer en paredes, baños y rincones mal ventilados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la exposición prolongada al moho puede causar alergias, tos, congestión y problemas respiratorios, especialmente en niños y asmáticos:
Consejos para prevenir el moho:
La American Lung Association explica que el aire interior puede contener humo, polvo, gases de estufas, partículas de pintura y sustancias liberadas por muebles nuevos:
Qué hacer:
Aunque no sustituyen la ventilación, algunas especies de plantas ayudan a capturar partículas, a mejorar la humedad y a reducir ciertos contaminantes.
De hecho, estudios citados por la NASA han mostrado este potencial en plantas como sansevieria, pothos y helechos. Así que no son la única solución recomendada, pero sí un buen complemento.
Los más pequeños pasan tiempo en el suelo, se llevan objetos y juguetes a la boca y tienen sistemas inmunológicos en desarrollo. De ahí que la UNICEF señale que la exposición a químicos y mala calidad del aire pueden afectar su desarrollo respiratorio:
Qué se recomienda:
Es cierto que no necesitamos convertirnos en expertos para tener una casa más saludable. Los estudios coinciden: acciones como reducir químicos, ventilar, mantener superficies limpias y evitar plásticos deteriorados disminuyen la exposición a tóxicos domésticos.
Respirar aire limpio, usar menos químicos, preferir materiales seguros: todos esos pasos generan una gran diferencia y, a largo plazo, nuestra salud lo agradecerá. Pasamos tanto tiempo en los espacios domésticos que el hogar se convierte en una metáfora del propio cuerpo. Así que cuidar el hogar es cuidar el cuerpo. Y cada decisión cuenta.
