miércoles 6  de  noviembre 2024
LETRAS

"Bajo la memoria", doce maneras de quitarle el polvo a los recuerdos

Con su reciente libro, Luis de la Paz hace una reconstrucción de la nostalgia, como quien escribe para dejar testimonio, para compartir la tristeza

Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI.- Un piano. En el salón hay un piano. Hay mucho más: tapetes, alfombra, sillas. Pero en la portada del libro Bajo la memoria hay un piano y esto es determinante, pues de este modo el escritor Luis de la Paz ha puesto en evidencia lo tangible del recuerdo, como el regreso incesante de una melodía que escuchamos de niños.

El autor de Tiempo vencido y Del lado de la memoria retoma con este título un leitmotiv en su obra: la permanencia del recuerdo. En este libro, publicado recientemente por Ediciones La Gota de Agua, De la Paz acude a Cuba y el exilio, dos potentes surtidores de historias.

Desde las primeras páginas el lector se verá seducido por una lectura amena, entre historias narradas con soltura, con ese tono íntimo de quien hace confesiones, al atardecer, en la calma de un patio.

Encontramos en el libro distintos ropajes de una memoria que se reconstruye desde los personajes: una pareja mide el paso del tiempo a través de su amor y de una alfombra añorada por muchos años; dos cubanos recién llegados a Miami experimentan el precio del exilio y la libertad; una pareja interracial sufre la crudeza del racismo; un peruano residente en Miami viaja a la Cuba profunda (cuento dedicado al escritor y editor Pedro Medina León); la muerte de un joven afroamericano muerto a tiros por un policía de Miami genera un duelo que se imprime en la geografía familiar; una mujer enamorada de un hombre “imperfecto” para ella busca explicar el amor; en medio de la desolación, una escritora se despide de la vida antes de entrar a un home; una familia fracturada por el castrismo y el exilio reúne las piezas de sus sueños sin cumplir.

Cada relato tiene una cadencia peculiar, una música, como en las seis palabras del microrrelato “El lunar”, ese fragmento de piel que, observado con cuidado, desde la poesía, “parece una luna llena”. Y si hablamos de música, bien podría leerse este libro con un piano detrás, como ese de cola que vemos en la portada. Sonaría algo como Reveries, de Ava Cerasoli, o Things from the past, de Evgeny Grinko. En Crónicas sobre Johnny, una buena compañía para el lector puede escucharse Ararat, de Meredi; en especial aquí: “Johnny vio a sus padres caminar hacia el avión. Nadie miraba hacia la abarrotada terraza del aeropuerto (...) Manos en el aire marcaban el tantas veces repetido adiós de la despedida final”.

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Transita por todas las historias la soledad del ser humano. Puede ser una soledad tangible, en vibración con el espacio. “Miré alrededor detallando el sitio. El silencio penetraba por mis oídos, era el sonido del silencio, que causa estupor y que agudiza los sentidos”, se lee en el cuento Ya están aquí. Puede ser la soledad de quien abraza a un familiar como si este fuera una sombra, como si en ese momento ya no estuviera. Y también la soledad que se convierte en voces huecas, en señales de otro mundo.

Pero, sobre todo, en estas páginas habita esa soledad que nace al amar a otro, que se desenvuelve y crece como un animal obcecado en el acto de esperar, recordar. Y el recuerdo juega aquí un papel esencial. Hay cuentos en los que una historia del pasado determina un giro necesario, aporta textura a un personaje, o sazona los destinos de terceros.

Los recuerdos son tan caprichosos que, como en la vida real, irrumpen en la trayectoria de los personajes como duplicados de una realidad. El pasado se cuela en el presente y genera interesantes perspectivas: como si de transparencias se tratara, a veces confluyen dos o tres paisajes de la memoria. Ir hasta el Muelle de Luz, cruzar la bahía de La Habana en una lancha es, para el joven Johnny, un viaje a aquellos días en que, de niño, acompañaba a su tía a Casablanca para subir a un tren hasta Matanzas. Al joven le toma por asalto la alegría de subir a un autobús de dos pisos justo en medio del llanto de familiares que se separan.

Bajo la memoria es una reconstrucción de la nostalgia, como quien escribe para dejar testimonio, para compartir la tristeza, pues hay penas que de tan específicas pueden asemejarse, en alguna de sus caras, a las cuitas del lector. Así, el que agarre del libro, de este lado de la ficción, sentirá la compañía del autor, como un amigo que nos habla de lo vivido, de lo soñado, y de aquello que nunca pudo ser.

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