Ordenar el caos
La muestra cuenta con la curaduría de Adriana Herrera, quien asumió la empresa de mostrar 50 años de obra en una exhibición monográfica que, como señaló en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS, reconoce “la trayectoria de uno de los pioneros de la abstracción no geométrica en Cuba”.
El proceso curatorial tomó dos años de estudio y selección de su abundante obra. Según explicó Herrera, el trabajo “se organizó temáticamente, en un marco de tiempo que abarca desde el inicio de su serie más extensa e internacionalmente reconocida, El lenguaje de las nubes, a fines de los setenta, cuando comenzó a trabajar en el predominio del blanco y en la conjugación con signos alfabéticos y su propia escritura asémica, hasta el presente, cuando pintó su más reciente cuadro de esta misma serie”.
Tras numerosas conversaciones, optaron por incluir “una selección de la serie Claros del bosque, inspirada en un libro de la filósofa María Zambrano, quien fue su cercana amiga, junto con obras de una gran fuerza telúrica que realizó como una manera de invocar su tierra natal, sobre papel de amate de grandes dimensiones. En esta sala que se titula Bosques y otras fuerzas telúricas incluimos también una pintura que evoca el volcán Popocatepetl y dos obras en papel en las cuales, bajo el influjo de sus lecturas de cosmología y de su pasión por la música, crea piezas abstractas que indagan en el enigma del universo”.
En cuanto a la tercera sala, dijo que se organizó para "demostrar que Baruj Salinas es un nuevo presocrático, pues constantemente reflexiona sobre el origen del universo a partir de los elementos: aire, tierra, agua y fuego, y es ciertamente la fuerza de esos elementos la que se despliega en la sala titulada Cosmogonías. Pero además hay algo muy importante: Baruj recrea el origen de la vida de tal modo que nos hace participar de los mundos en formación y comprender que el universo no ha terminado de formarse. Y esto lo hace no sólo representando espacios siderales, sino también pintando, como en unas obras de 1972, los procesos celulares y de fecundación”.
Esta sala, apuntó, “culmina en un corredor adyacente donde aparecen los cuadros que nos muestran hasta qué punto Salinas trabaja con una conciencia clara de la presencia constante de la creación y la destrucción. Los cuadros se titulan El primer mar y Tsunami. Finalmente hay una sala especial dedicada al Proyecto Torah que muestra una selección de obras inspiradas en el Pentateuco así como el Chumash o la Torah en el formato de un libro, junto con una copia de la carta del Papa Francisco bendiciendo este trabajo que hoy forma parte de la Colección del Vaticano”.
“Con esta sala se cierra la exhibición que está imbuida de un modo de espiritualidad que nace de la reverencia ante la vida, de un modo que incluye, desde el asombro ante la concepción de cada ser, hasta la emoción frente al universo y su infinita belleza”, subrayó Herrera, cofundadora Aluna Art Foundation.
Apunta Herrera en su texto de la exposición que el abstraccionismo cosmogónico de Baruj “ha dejado una estela propia en la historia del arte hispanoamericano y caribeño”, y se ha construido “bajo el influjo de la cosmología y la filosofía, de la música y la literatura. En sus paisajes abstractos recrea sin cesar la formación del universo con una visión poética que conjuga la continua transformación de sus elementos y el rastro de antiguos alfabetos o de grafemas de una lengua imaginaria”.
“Como los presocráticos”, agrega la académica, “indaga en sus diversas series en el misterio primordial de la materia, en la naturaleza del agua y el fuego, de las fuerzas telúricas, y del aire el neuma de Anaxímenes, que explora en obras vinculadas al espacio sideral o al más cercano ‘Lenguaje de las nubes’, que origina su serie más extensa”.
Jugar con los abismos
La obra de Salinas tiene el poder de detener los apuros de la mente y la maquinaria del día a día, suspender el ruido y mostrar algo que aún no tiene nombre, un misterio, un abismo; al menos así lo percibe esta espectadora, gracias a esa subjetividad del arte que es libertad pura.
Especialmente inspirado en textos filosóficos y en las interpretaciones que se pueden inferir de ellos, Salinas logra, desde lo no figurativo, ser profundamente humano en tanto revela un sinnúmero de emociones y texturas de la intimidad donde nos podemos encontrar, y que a veces parecen perseguirnos.
Apreciar sus piezas es, justamente, abstraerse, jugar con uno mismo, dejarse llevar por un trazo que no conduce a ninguna parte, al menos de este lado de las cosas.
Como indicó Salinas a DIARIO LAS AMÉRICAS, “la idea de la retrospectiva surgió a partir del esfuerzo conjunto de las dos instituciones que aunaron recursos y fortalezas para lograr una muestra que abarca medio siglo de creación incluyendo las series más significativas de mi producción”.
Además de destacar “el maravilloso trabajo curatorial de la académica y curadora Adriana Herrera”, dijo que está “muy complacido con el resultado”.
Sumó que “la directora ejecutiva y curadora del Museo de Arte y Diseño de Miami Dade College (MOAD), Rina Carvajal, y Natalia Crujeiras, Directora Ejecutiva de la Oficina de Asuntos Culturales del Miami Dade College, fueron dos figuras esenciales para lograr crear un proyecto de esta envergadura”.
“Por supuesto”, acotó, “hay un número de personas involucradas en este sueño cumplido que contribuyeron a crear una exhibición memorable, al menos para mí, como el trustee o miembro del consejo del Miami Dade College, Marcell Felipe, la exdirectora del American Museo Americano de la Diáspora Cubana, Carmen Valdivia, así como el curador Jesús Rosado y el artista y preparador Ismael Gómez Peralta, y también el preparador William Ríos”.
El 28 de mayo, a las 6 p.m., habrá un espacio para conversar con el artista en el propio museo.
Más sobre Baruj Salinas
Cuenta con una licenciatura en arquitectura en la Universidad Estatal de Kent en Ohio en 1958. En 1959 se exilió de la isla y se mudó a Miami. En Miami durante la década de 1960, cofundó el Grupo de Artistas Latinoamericanos (GALA) con otros artistas abstractos, incluidos Rafael Soriano y José Mijares.
Recibió la Beca de la Fundación Cintas en Artes Visuales en 1969 y 1970, y se mudó a Barcelona, España, en 1974. En los años 70 trabajó en Barcelona con maestros como Joan Miró y Antoni Tàpies.
Salinas comenzó a exhibir en los Estados Unidos en galerías de Washington, D.C., Chicago y Detroit, así como en España, México, Israel y Suiza. Realizó exposiciones de sus pinturas en Galerie Editart en Ginebra, donde también comenzó a colaborar con poetas y filósofos como José Ángel Valente y María Zambrano en libros de artista interdisciplinarios. Estas experiencias influyeron en la incorporación de alfabetos ancestrales y desconocidos en sus abstracciones de temática cósmica.
En 1969 se llevaron a cabo exposiciones individuales de su obra en el Museo de Arte de Fort Lauderdale, Florida; Palacio de Bellas Artes, Instituto Nacional de Bellas Artes, en la Ciudad de México en 1971; Galería Joan Prats en Barcelona, España, en 1982; Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México en 1982; Museo Rayo en Roldanillo, Colombia, en 1992; Museo Villa du Parc en Annemasse, Francia, en 1993; Fundación María Zambrano en Vélez-Málaga, España, en 1997; Centro Cultural Español Miami, en Coral Gables, Florida, en 2003; el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (ICCAS), Universidad de Miami, en 2007; y Salas del Centro Cultural Diputación Provincial de Málaga, España, en 2007.
Recibió el Premio Amelia Peláez en 2021. De su obra, el poeta José Kozer ha dicho que busca “intentar crear el origen”. Salinas vive en Miami desde 1992 y enseña en el Miami Dade College desde 1995.