domingo 8  de  diciembre 2024
RESEÑA

Cuando el sexo nos aleja del amor: "Me cansé de compartir a mi pareja", de Dania Ferro

Destacaría como uno de los mayores logros de la novela su estructura, que va tejiendo la trama intercalando momentos del presente con flashbacks del pasado

Por Delia García Muñoz

La escritora Dania Ferro ha publicado recientemente su novela Me cansé de compartir a mi pareja, una atrevida propuesta sobre un matrimonio en crisis que practica el intercambio de parejas. La narración comienza con el cuestionamiento del matrimonio de la protagonista Sol y Leo, cuando Sol descubre que, pese a tener una relación abierta que debería haber evitado cualquier traición, sus peores temores se hacen realidad.

El personaje de Sol en Me cansé de compartir a mi pareja, al contrario que Anastasia Steele en 50 sombras de Grey, cuyo viaje iniciático de perversión culmina con la trama nupcial, recorre el camino inverso: parte desde su matrimonio y su propia perversión hacia la búsqueda de su identidad. Destacaría como uno de los mayores logros de la novela su estructura, que va tejiendo la trama intercalando momentos del presente con flashbacks del pasado.

El deseo es el motor de los personajes, cuyas pasiones más bajas desvela el narrador implícito. Aunque se echa en falta el desarrollo del punto de vista de Leo. No se cuenta cuál es el origen de su obsesión por el sexo. Desde la mirada de Sol y sus amigas por momentos pareciera que el carácter virtuoso de Leo proviene solo de su atractivo físico y de su capacidad para sostener económicamente a la familia. No obstante, la voz que cuenta la historia insiste en que es un buen padre y está enamorado de Sol.

Uno de los temas que me resultó más interesante fue el de la fidelidad. ¿Es posible serle fiel a los demás sin sernos fieles a nosotros mismos primero?, ¿puede tener un final feliz un matrimonio en el que dos personas fingen complacer los deseos del otro sin permitirse expresar sus propios deseos? Lo que más me ha fascinado de la lectura es que no se muestra solo el lado amable de los personajes, sino que se retratan sus contradicciones, su falta de escrúpulos, lo bueno y lo malo. Evitando así caer en el maniqueísmo.

Para cualquier persona que no viva en Florida el relato abre una ventana a la caótica cotidianidad de quienes viven en ciudades como Miami o Fort Myers: los parqueos de restaurantes de comida rápida que se convierten en refugio para los personajes a falta de espacios públicos; el tráfico de las ciudades que se van comiendo a sí mismas; la dependencia de un coche para el transporte; las llamadas de teléfono que sustituyen el encuentro con las personas; la imposibilidad de vivir solo/a por no poder pagar el alquiler y cómo esto hace que las personas no puedan escapar de sus relaciones tóxicas; los traumas que muchos cubanos sufren por la dictadura, la ostalgie latinoamericana por el mito revolucionario; la polarización de demócratas y republicanos en el sur de la Florida; las mujeres que tratan de emanciparse reproduciendo los códigos de la masculinidad que las maltrata…

A partir del tercer capítulo el morbo por saber en qué termina un conflicto que podría estar confesándote tu mejor amiga con unas copas de más una noche fresca junto al Atlántico o el Golfo de México hace que no sueltes el libro hasta el final. Por último, celebraría la descripción de las escenas eróticas, que consiguen lo que se proponen, y están muy bien escritas. En la guerra y en el amor, todo vale; pero se ve que en el mundo de los swingers, no.

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