"Féminas" aborda en Miami la evolución de la mujer

A partir de un mismo tema que se repite, el engaño y ser la amante de un hombre casado, transcurren los tres episodios de esta obra que toma lugar en distintas geografías del planeta, entre mujeres de clases sociales disímiles y comportamientos antagónicos, pero arrastradas por la época que les tocó vivir y los prejuicios. Tres historias, seis mujeres, una siglo de realidad social, trazan el ritmo de Féminas.

De Grandy, que también actúa en su obra, teniendo a la actriz argentina Verónica Abruza como contraparte, ha abordado en su literatura, novela y teatro, los problemas de la mujer desde distintas ópticas, pero siempre presentándolas como seres libres, emprendedoras y rebeldes, no como se recalca en el presente, víctimas de los hombres.

La pieza se alimenta y crece a partir del texto, no de la acción, que de hecho, apenas hay. Las palabras, las ideas y rumbos de cada una de las mujeres confrontando sus realidades es lo que le imprime energía a esta obra sobria, analítica y como casi todo drama de la vida, profundamente triste.

El director Juan Roca ha sustentado su trabajo a partir del diálogo, sin muchos movimientos, ni elementos escenográficos que perturben el paso del texto. Apenas dos cajones de madera como sillas y una pequeña mesa con algunas copas. Al fondo, una pantalla donde se proyectan, entre cuadro y cuadro, momentos memorables del siglo XX.

En el primer segmento, si se le pudiera llamar así, de esta propuesta, una mujer casada, muy religiosa, con buenas perspectivas económicas y 9 hijos, acude a conocer a la amante de su marido, que es más joven, atractiva y liberal. El encuentro conduce a exponer la sumisión de la acomodada esposa y el temor a quedar en evidencia ante la aristocrática sociedad británica a la que pertenece y a la iglesia. Por su parte, la amante, que interpreta con desenvoltura, naturalidad y fuerza Verónica Abruza, es feminista, lucha por el derecho al voto de las mujeres y resalta la importancia de la libertad de hacer, decir y ser.

Tras una secuencia de imágenes de la Segunda Guerra Mundial, los avances tecnológicos y las figuras emblemáticas de la primera mitad del siglo XX, entran de nuevo las actrices, con un vestuario más acorde a los años cuarenta y cincuenta. Una de ellas, de nuevo Julie de Grande, vuelve con un personaje de mujer conservadora, pero decidida a afrontar a la amante de su esposo, en un Nueva York dinámico y floreciente. Entre reclamos se evidencia las disparidades entre hombre y mujer y entre las mismas mujeres. En Féminas cada palabra, cada idea, envía un mensaje claro de liberación y lucha contra las costumbres que delegan a la mujer a un segundo plano.

Para el cierre, vuelve el debate eterno de la amante de un hombre. Ambientada en el presente, el encuentro de las dos mujeres lo maneja la esposa traicionada, de nuevo Julie de Grandy, que acude a la amante de su esposo para demandarle que se case con él, pues ella necesita el divorcio para poder liberarse y quedarse con las propiedades y otros dividendos. Además, en un final algo sombrío, poder alcanzar otros proyectos de vida que no quedan claros del todo.

Esta obra de Julie de Grandy es una pieza universal, que, sin dudas, a finales de este siglo mantendrá su vigencia, pues la lucha entre hombres y mujeres, las desavenencias y las traiciones, son parte esencial de la vida del hombre.