lunes 9  de  septiembre 2024
CULTURA

Fusión de jazz y flamenco en el Centro Cultural Español de Miami

Antonio Lizana y su trío apuestan por la fusión de dos ritmos muy disímiles que comparten sentimientos muy similares

FERNANDO GONZÁLEZ

www.artburstmiami.com

El flamenco y el jazz nacieron en tierras muy distantes pero comparten factores comunes que acercan el sonido y el alma de ambos ritmos, dados por el diario vivir, los conflictos raciales y las necesidades particulares. De eso trata precisamente la presentación del español Antonio Lizana y su trío, en el Centro Cultural Español, este jueves 26 de enero, las 8 p.m.

De hecho, ambas músicas viven en una constante tensión entre tradición y cambio, afirmación de identidad y apertura a aceptar influencias. Por ello decimos que ambos géneros demandan pasión, gracia y la aplicación de las técnicas alegóricas.

De esta manera resaltamos el trabajo del saxofonista y cantaor Lizana, quien toma el jazz y el flamenco sin traicionar los sonidos de sus raíces. Es una especie de mezcla orgánica, de un flamenco aprendido de oído, en el día a día, a partir de los 14 años de edad, en su tierra natal de Cádiz.

“Al principio eran academias de baile, cantaores de la zona, y cosas así”, contó en una entrevista en 2015. Aprendí todo tocando con amigos guitarristas, amigos míos que me enseñaban falsetas de Paco de Lucía, de Tomatito… y yo me las pasaba al saxo”, comentó el músico español, vía telefónica desde Madrid.

Luego vino la educación formal en el jazz en Musikene, en el Centro Superior de Música del País Vasco, en San Sebastián. Lo que había sido poco más que un interés técnico se transformó en algo más personal.

“Allí profundicé sobre jazz, me enamoré del jazz”, dijo en otra entrevista. Así, de forma natural, encontró su voz, literal y figurativamente, mezclando las dos músicas que eran raíz y pasión en su vida. Ha grabado dos discos, De Viento (2011) y Quimeras al Mar (2015), el cual incluye 10 temas originales.

Has contado que tu elección del saxo como instrumento fue casi por descarte, que de las opciones que tenías en la escuela era la más atractiva. ¿Eso fue lo que te llevo luego al jazz?

La música que yo escuchaba en casa era rock progresivo de mi padre y el protagonista era la guitarra eléctrica. Pero en Cádiz, el conservatorio era de música clásica y ahí no había guitarra eléctrica. Así que cuando entre los instrumentos que me dieron a elegir vi el saxo, que lo había escuchado con Pink Floyd y Dire Straits, y me dije, ‘Esto me va a servir para lo que yo quiero’.

Hasta los 20 años estuve allí estudiando música clásica. Luego me fui a estudiar al País Vasco y ahí fue donde me encontré con muy buenos profesores de jazz. Antes tocaba jazz, pero ya sabes, por encima. Durante la adolescencia yo iba tocando con mi grupo, pero todo el afán era querer improvisar cada vez más y que en la música los solos tuvieran más importancia. Y claro, en esa búsqueda, fui a dar con los que realmente improvisan bien con el saxo, Charlie Parker, John Coltrane...

En el saxo se te escucha una influencia post-bop. ¿Cómo llegaste a esta mezcla de jazz y flamenco?

Antes de irme al País Vasco y sumergirme totalmente en el jazz, yo había estado trabajando con muchos grupos de flamenco y flamenco fusión, y esa cultura la tenía incorporada. Las composiciones mías entre estos dos estilos empezaron en mis últimos años en la escuela de jazz, en los que ya había que tocar repertorio propio. Cuando yo estaba escribiendo estas composiciones, aunque todo el resto de la pieza fuera en estilo de jazz y con armonía moderna, era como que el cuerpo me pedía un cante o algo así, de la tierra, y así empecé. Quizás era un tema de estructura estándar de jazz, pero introducía a lo mejor unas estrofas para cantar. Es que me sonaba natural y he seguido en esa dirección.

¿Cómo fue que incorporaste lo de cantar? Eso no es usual para un saxofonista de jazz.

La escuela de jazz estaba en una zona [el País Vasco] en donde hay músicos de flamenco y la voz que me hacía falta para mis temas era flamenca. Como al principio las intervenciones de la voz no eran muchas y a mí siempre me había gustado cantarle los coros a la gente que acompañaba me dije, ‘Bueno, para dos trocitos que hay que hacer, los hago yo y con el tiempo ya se verá’. Y resulta que me sentí tan bien arriba del escenario [cantando] y de repente me encontré con una llave en la mano y la pregunta, ‘¿Entonces qué, entramos por esta puerta o no?’. Y decidí que sí y ahí empecé a estudiar la voz, tanto como había trabajado el saxo.

¿Cuál ha sido la respuesta a esta mezcla de jazz y flamenco?

Cada concierto se hace un viaje muy grande. Estamos metidos en un cante jondo cuando está la voz y de repente hay una parte que suena a casi free jazz y me parece muy rico para el espectador. Una cosa que me hace sentir muy satisfecho es que a raíz de lo que estoy haciendo encuentro que cuando voy a festivales de jazz hay mucha gente que me dice ‘Mira, a mí el flamenco no me gustaba, pero lo que tú haces es diferente’. Y entonces, mi música le sirve de introducción. Y al revés pasa lo mismo. Voy a festivales de flamenco y me encuentro con gente que me dice, ‘Yo no soy muy amante de jazz, pero como tú lo haces, me gusta ‘, y eso me parece de lo más bonito que me pueden decir, porque al final esto le está abriendo campos a la gente.

Antonio Lizana y su trío se presentan en el Centro Cultural Español de Miami, el jueves 26 de enero, a las 8 p.m.

Dirección: 1490 Biscayne Boulevard, Miami
Boletos $10 entrada general, gratis para socios del CCE Miami
Información adicional si llama al teléfono 305-448-9677

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