lunes 6  de  enero 2025
ARTES VISUALES

Julio Larraz: “No hay disciplina en el arte de hoy”

El pintor, que emigró de Cuba a los 17 años, abrió las puertas de su taller en Miami a DIARIO LAS AMÉRICAS. Larraz cuestioa los parámetros que definen el arte de hoy en día

Luego de vivir en Nueva York y en Nuevo México, el pintor Julio Larraz se inspira en la nostalgia de los lugares que ha habitado para idear los cuadros que exhibirá próximamente en Venecia.  El artista, que emigró de Cuba a los 17 años, abrió las puertas de su taller en Miami a DIARIO LAS AMÉRICAS. Larraz cuestionó los parámetros que definen el arte de hoy en día y reflexionó sobre su concepto artístico y proceso de creación.

Su obra se define por el realismo, el color y la fuerza, ¿qué le hizo seguir este estilo? 

Creo que uno tiene que dejarse llevar por la pintura misma. A veces los cambios abruptos en la obra de un pintor parecen absurdos, y uno se cuestiona ¿de dónde salió esto, qué sentido tiene, qué persigue? El proceso que te lleva a un estilo es natural, no artificial. Uno sigue a los estilos, no se impone a ellos.

Sus cuadros dan la impresión de que algo está a punto de acontecer, ¿cómo logra este efecto, ocurre espontáneamente?

A mí también me sorprende. No sé de qué se trata, pero debe ser que algo estaba a punto de suceder.

¿Le sorprende cuando la interpretación de su obra no tiene nada que ver con lo que ideó?

Ese es un derecho que tiene la persona que mira el cuadro. Creo que es muy interesante lo que piensan, porque la convierten en una obra propia de ellos cuando se ubican en el cuadro, lo ven y dicen: este es un lugar que conozco o esto es algo que entiendo perfectamente. Sea lo que fuera que piensen, para mí está bien. No me importa.

¿Qué busca expresar a través de su arte?

Para mí es una especie de diario. Es un recuento, como los sueños, de lo que  vivimos durante el día o en una época. Creo que la pintura refleja algo muy parecido a lo qué estás pensando, tramando, a sueños recurrentes, a lo que has visto y leído y terminas reproduciéndolo a través del arte. Es muy interesante.

¿Diría que su arte se revela contra los convencionalismos?

No enteramente. En lo que concierne al arte contemporáneo, el mío en este momento es anticonceptual, lo llamaría así porque no soporto el arte conceptual.

¿Por qué detesta tanto el arte conceptual?

Porque de lo que originalmente Marcel Duchamp creó, a lo que se ve hoy en día, me parece totalmente absurdo. Le falta el ingrediente más importante que es la imaginación. En el arte conceptual se ven letreros muy grandes, pero los letreros van a existir siempre. En realidad, lo único que muestran es cómo un artista copia al otro y al otro. No hay originalidad, no hay sorpresa. No hay un punto de vista que llame la atención, que uno diga esto es genial. No lo he encontrado. Rara vez encuentras una pieza de arte conceptual que sea extraordinaria. Creo que he visto suficiente y no quiero ver más.

¿Cree que el elemento sorpresa sea imprescindible para definir una obra de arte?

Va más allá de la sorpresa. Hemos llevado convenientemente el arte a un punto en el que no existe ningún tipo de parámetro, donde debería haberlo.  Aún con todas las libertades debe haber ciertas reglas, ciertos confines que hagan que uno se esfuerce para lograr algo extraordinario. El arte se ha convertido en algo en lo que no hay disciplina. Yo me divierto mucho viendo de lejos lo que está ocurriendo en el arte hoy en día, y por eso me mude de Nueva York. Antes las galerías de Nueva York exponían obras fabulosas. Ahora ves lo mismo en todas partes, la representación de una sola muestra  repetida al infinito, de una instalación que se hizo sabe Dios cuando, y siguen copiándolo. Eso me aburre terriblemente.

Según su concepto, ¿cómo define una obra extraordinaria?

Es como cuando uno ve a una mujer bella y quiere llevársela para la casa. Esas son muestras que uno no se las quiere llevar para ninguna parte, ni siquiera en la memoria. Esa es la diferencia, es algo que encontramos tan fabuloso que nos preguntamos cómo se le ocurrió al artista, y cada vez existe menos. Debe ser que me estoy poniendo viejo y veo las cosas desde otro punto de vista. A lo mejor el aburrido soy yo. Hay que pensar en todo y analizar desde muchos ángulos. Creo que lo que también pasa es que a la gente nunca le interesó el arte. Esa es mi teoría. El arte sólo interesó cuando no había fotografía. En ese entonces era un medio de comunicación utilizado como propaganda por la iglesia y por los mandones. Al llegar la fotografía, pues era mucho más fácil de utilizar, con un concepto más preciso, pero desde luego la pintura tiene una belleza propia que es increíblemente deslumbrante.

¿Qué sucesos han marcado su vida que se han reflejado en su obra?

Todo, haberme ido muy joven de mi país, haber cercenado una parte de mi vida que era muy importante en mi primera juventud. La pérdida de muchos de mis amigos, la llegada a un país ajeno, vivir en un lugar desconocido, adaptarme a un sitio nuevo, a una forma de vida nueva. Tengo 72 años, así que tengo mucho que recordar.

¿Cuál es ese cuadro que aún no pinta?

La pintura es parte de la vida de cada artista como lo es la literatura para el escritor. Hace muchos años, en 1964, imaginé una pintura de un bote de remos visto desde abajo, como si estuvieras en el fondo del mar, pero en realidad era como si miraras al bote pasar por encima en la noche. Le llamé Vuelo astral, hice un pequeño dibujo. Esa pintura la hice pensando en tantos refugiados que se exponían a morir en el mar buscando libertad. Luego hice no sé cuántas pinturas relacionadas con eso, porque me parecía algo grotesco que la gente tuviese que tomar esa salida para gozar de libertad. Y 45 años después dije por qué no hago la pintura que yo quería hacer originalmente, y recordando el dibujo original, que no sé dónde está, hice la pintura que se llama Nimrod, la fuga, se vendió en Venecia a un coleccionista japonés. A veces toma tiempo, las cosas se cocinan a fuego lento.

¿Cuál sería el mensaje de su obra?

Yo no mando ningún mensaje. Y si lo mando, no lo van a encontrar hasta mucho tiempo después.

La pintura ha sido su vida, ¿qué le ha dado durante todos estos años?

Un gozo extraordinario, una diversión. No recuerdo quién fue el pintor que dijo que la pintura era lo mejor para matar el tiempo. Soy muy afortunado, porque no es algo fácil que el pasatiempo se convierta en trabajo. Creo que es difícil, pero a la vez que lo encuentras, tienes asegurada la felicidad. Una vez me invitaron a hablar en la escuela de mi hija, y les dije que lo más importante era que encontraran algo que les llenara la vida, algún tipo de trabajo que para ellos fuera tan importante y entretenido que nunca tuviesen que mirar el reloj. Eso es extraordinario. Yo pinto y se me van las horas y es porque el nivel de concentración es tan grande que pierdo el sentido del tiempo. 

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