La Universidad de Miami inauguró este viernes un nuevo espacio que forma parte de su escuela de música, que lleva el nombre Frost School of Music en honor a sus mayores contribuyentes Phillip y Patricia Frost.
Las nuevas instalaciones ubicadas en Coral Gables, dos edificios de color gris con amplios salones y terraza amueblada, ocupan alrededor de 41.000 pies cuadrados y costaron aproximadamente $30 millones de dólares, según indico Raúl Murciano, decano administrativo de la escuela de música de UM.
DIARIO LAS AMÉRICAS estuvo presente durante la ceremonia de apertura y entrevistó a varios profesores y alumnos que consideran que la expansión ha agregado un valor incalculable a la escuela, que ahora cuenta con más espacio, además de numerosos instrumentos musicales que fueron donados por agrupaciones e individuos.
“En la Universidad de Miami llevamos, yo diría que 30 años necesitando este tipo de espacio y este tipo de edificio”, expresó Murciano, que también imparte lecciones de música cubana.
Al igual que el espacio, las donaciones de instrumentos fueron muy bien recibidas.
Según Murciano, casi $150.000 dólares fueron destinados a pianos nuevos, equipos de grabación y tecnología que facilitan la producción musical y el aprendizaje de los estudiantes de esta disciplina, que requiere de arduas horas de ensayo.
Entre otros instrumentos donados figuran 15 baterías. Además, nuevos teclados, guitarras y amplificadores de bajo ahora forman parte del material de estudio para los más de 770 alumnos, cuyos cursos asciende a alrededor de $52.000 dólares anuales.
“El músico por lo general tiene que aportar mucho tiempo, tiene que dedicarse a estudiar su instrumento y tener el espacio para poder hacerlo es imprescindible”, comentó el también profesor de composición musical.
Otros beneficios
De hecho, uno de los alumnos de esta disciplina planea pasar más tiempo en la escuela ahora que está bien equipada.
“Como compositor me gusta usar pianos de verdad, y no puedo tener uno en mi apartamento, por tanto es muy agradable tener uno aquí para practicar”, expresó Matthew Taylor, que cursa su doctorado en composición musical y cuyas partituras han llegado hasta la orquesta sinfónica de Detroit.
Para el profesor de piano jazz, Martin Bejerano, el espacio con propósito multiuso es realmente importante.
“Lo mejor de estas aulas es que son tan espaciosas que podremos enseñar muchas disciplinas en el mismo lugar que impartimos funciones privadas”, expresó Berjerano.
Según el músico, en su antiguo espacio a penas cabían un alumno, el maestro, el piano y un escritorio, mientras que el nuevo diseño acomoda hasta 9 aspirantes a la música.
Jake Shapiro, estudiante de maestría de piano jazz, toca bajo la supervisión de Martin Bejarano, profesor de la universidad. (ÁLVARO MATA)
El diseño
Luego de tres años de ideado el proyecto, la compañía Skanska entregó las dos torres que conforman The Patricia Louise Frost Studios. Los edificios fueron diseñados para cubrir las necesidades de un conservatorio, que requiren paredes acústicas e independientes y convierten a los 77 estudios de música en ideales para sesiones privadas de ensayos.
Además de cumplir con los requisitos de no propagar el sonido, la obra arquitectónica considerada state-of-the-art (que tiene lo último en diseño y tecnología), también cumple con un modelo ambientalista.
Según el gerente ejecutivo del proyecto, Jorge Moros, los edificios tienen instalados paneles solares para conservar energía, además de ventanas con esta misma funcionalidad y otra tecnología que permite reciclar el agua.
“La escuela de música tiene la aspiración de ser una de las mejores en el mundo y esta es la primera fase de un plan maestro que se ejecutará, y parte de éste, la universidad ha hecho realidad hoy”, expresó Moros.
La publicación Musical America nombró el pasado septiembre a Frost School of Music entre las 20 mejores escuelas de música del mundo.
