Felipe Alarcón Echenique es un cubano persistente. Contra viento y marea, primero en La Habana y luego en Madrid, lo mismo con óleos que con tintas improvisadas, ya sea en lienzos, cartulinas, murales, que en cualquier material o espacio donde ha podido y donde se lo han encargado, jamás ha dejado de asentar las imágenes que nacen, se entrecruzan y finalmente escapan de su cabeza para robarse un lugar, también inquieto, en nuestros ojos.
Esa infinita mezcla de laboriosidad, fe en su destino como artista y envidiable porfía, en el más poético estilo quijotesco, ha hecho que este intranquilo creador, radicado hace casi dos décadas en España, resultara ganador del Premio Internacional El hombre de La Mancha 2016 por su serie ADN Cervantes. Una exposición itinerante, que inauguró a finales del pasado año en la universidad francesa Jean Monnet (Saint-Etienne) y que ha ido enriqueciendo con varios grupos de piezas, que como Don Quijote, han emprendido viaje por diferentes sitios de La Mancha. En Mota del Cuervo, está Monotipias y Molinos. En Quintanar de la Orden, Cervantes y la música. En el Centro Cervantino de El Toboso tiene la muestra permanente Sueños Cervantinos. Y por estos días trabaja en una especial alianza simbólica titulada Martí y Cervantes.
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El pintor cubano, sin duda alguna, ha encontrado en Cervantes, y especialmente en El Quijote, un camino donde crear a sus anchas. En ADN Cervantes no se limita a recrear el universo cervantino desde sus lecturas, punto de vista e imaginación, sino que trae sus personajes y temas a la (no menos quijotesca) actualidad, para revisarlos, revivirlos, dialogar con humildad y a la vez de forma libertaria con ellos. Y como es su estilo, el pintor termina mezclándolos, superponiéndolos como hiciera Cervantes en su literatura sinfónica, devolviéndolos a esa zona del mundo de la que jamás podrán escapar: la inevitable confluencia de la ficción y el riguroso entorno, la verdad y la mentira, la razón y las quimeras, el pensamiento organizado y la más febril de las fantasías. Y quizás no podría ser de otro modo. No en balde a lo largo de los siglos los personajes cervantinos han sido, siguen siendo, idealizados, puestos a bailar, una y otra vez, sobre la cuerda floja de la realidad y el delirio.
La serie no escapa a la parodia. Y tiene mucho que ver con su inspirador. Pues si Cervantes no es el más elegante y universal hacedor de parodias de todos los tiempos, sin duda debe estar en el top ten. Y eso lo sabe y le encanta a Alarcón. No olvidemos que cuando Cervantes escribió El Quijote, los famosos libros de caballerías desfallecían. Y decidió no sólo parodiar de manera excepcional el género, sino que a la par creó la novela polifónica, un nuevo género mucho más rico, atractivo y complejo, que apela a una pléyade de historias no lineales, donde como en un juego creado por un niño sabio, se intercalan diversas cosmovisiones, encarnadas y simbolizadas por personajes, que entrelazados en sus pequeñas historias y lanzados al mar de todo el relato, a pesar de transitar por un mundo onírico y hablar como se hablaba hace siglos atrás, constituyen un cuerpo literario que vive muy cerca, tal vez en paralelo, del realismo moderno.
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Ese maravilloso caos organizado, esa polifonía imaginativa y realista que define y con la que se funda la novela moderna, y que lo ha convertido en un clásico, es uno de los elementos de El Quijote que más ha influido al pintor en este acercamiento a Cervantes. Pareciera que Alarcón lleva a Cervantes en su ADN artístico. Un hermoso gesto suyo fue la donación de su pieza Retrato de D. Miguel de Cervantes al Centro Cervantino CXXI, coincidiendo con el IV centenario de la muerte del gran novelista, poeta, dramaturgo y soldado español, universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha.
El Premio Internacional El hombre de La Mancha, instituido este año por el Centro Cervantino CXXI-La Mancha del municipio Quintanar de la Orden, lo recibirá el artista el 1ro de octubre en ese distrito de la provincia de Toledo, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Según declaraciones de la institución, el jurado que le premió, además de la calidad y lo ingenioso de sus piezas, tuvo en cuenta la apertura internacional que en los últimos años acompaña a las creaciones del cubano, para así acercar los ideales del cervantismo a diversos públicos. Propósito que comparte y que complace a Alarcón. Pues para él Cervantes no es sólo un gran autor, sino un universo, una especie de manantial inagotable del cual beber y compartir.
Con ADN Cervantes ha querido homenajearlo desde su perspectiva. Aportar al impresionante planeta quijotesco la mirada de un creador cubano que vive en España desde hace casi veinte años y que desde pequeño se ha sentido seducido por las simbólicas aventuras del ingenioso hidalgo. Y ha valido la pena. No sólo el premio, las más de 50 piezas confirman su valía.