MIAMI.- El regreso a escena de Tebas Land, obra del dramaturgo uruguayo Sergio Blanco, considerado uno de los autores contemporáneos más audaces, bajo la dirección del experimentado Carlos Celdrán, a quien se le señala en el programa de mano como director residente de la productora Arca Images, es oportuna, entre otras razones, porque recientemente se pudo ver en Miami otra obra de Blanco, La ira de Narciso, donde el autor repite recursos para estructurar su texto y el manejo de la escena, que hace pensar que ha encontrado una forma efectista de proyectar su teatro, algo que no siempre es saludable, por aquello de repetir los mismos esquemas.
No poseo más elementos para juzgar, pues apenas he visto estas dos de sus obras, pero tomando en cuenta que entre Tebas Land (2012) y La ira de Narciso (2015) median tres años y la sinopsis de otra obra, Ostia, también del 2015, señala que se aborda la relación del autor (también como personaje) con su hermana, me hace estar alerta en cuanto a sus esquemas.
Más allá de cualquier suspicacia Tebas Land es una obra excelente, un trabajo donde se integra el teatro dentro del teatro, el autor y su obra y la autoficción, término con el que el propio autor define su dramaturgia.
En esta larga y sagaz obra de dos horas y media de trabajo intenso de los actores, texto hasta la saciedad e incluso repeticiones de escenas, se cuenta la relación de S (¿Sergio?), un dramaturgo que desea escribir una obra sobre el parricidio. El autor/actor, se documenta con el mito de Edipo, la lectura de Los hermanos Karamazov y otros textos afines, y logra autorización de un penal para relacionarse con Martín Santos, un joven preso por haber asesinado a su padre, al que le enterró 21 veces un tenedor en distintas partes del cuerpo.
La obra discurre durante los encuentros de S con Martín en la cancha de baloncesto de la prisión donde pasa horas, y con Federico, el actor que interpretará al personaje del parricida en escena.
La estructura de la propuesta es dinámica, a pesar de prácticamente no pasar nada. Todo se asienta en la sucesión de los encuentros marcando el ritmo y la cadencia de la obra, añadiendo intriga, cierta pesquisa policial, investigación, especulación y análisis sicológico para lograr un texto muy bien concebido. Una obra que agarra desde el primer instante.
El director Celdrán respeta como requiere el autor el formato de la cancha de baloncesto y la cerca metálica alrededor. Esa exigencia no le permite al director (a ningún director, es casi una regla) ser demasiado creativo. Está concebida minuciosamente y es funcional.
Los actores, Ariel Texidó, como el escritor, y Daniel Romero en la doble función del presidiario y el actor, alcanzan una impecable comunión escénica. Texidó con sólida personalidad desdobla sutilmente su personaje, que durante los encuentros con Martín transmite cierta inseguridad, un distante miedo y toma precauciones. Mientras que cuando se relaciona con Federico, está más distendido, abierto y reflexivo.
Ya lo he expresado en otras ocasiones, Daniel Romero se ha ido posesionando de tal manera del escenario, que puede hacer exitosamente cualquier personaje. Su Martín/Federico es grandioso, pasando del calculador asesino, al entusiasta actor con gran facilidad.
Un gran acierto en este trabajo escénico es la transformación de la conversación del autor con el criminal, cuando ésta pasa por al ensayo con Federico. De la narración cruda, se pasa al arte, a la creación y la poesía teatral, sin perder la dura carga que encierra esta obra.
Tebas Land es uno de los logros escénicos de 2024 que está por terminar, gracias a la labor de Alexa Kuve al frente de la compañía y disponer de recursos, para llevar al escenario obras sin evidentes fallas técnicas, luces, sonido, etc., por el contrario, se aproxima a la perfección. Arca Images, Havanafama Teatro Íntimo y Artefactus Cultural Proyect, personifican lo mejor del teatro hispano de autor en Miami.
