Un dolor indescriptible, salido del corazón de quien vive la experiencia de perder a un ser amado, así define Victoria Calzadilla el motivo que la inspiró para escribir el libro que decidió titular Solamente soy un negro, dedicado a todos aquellos que, por ser diferentes, han sido discriminados.
“Cuando mi papá murió, no acababa de asimilar la situación, y un día sentí su presencia que me instaba a escribir. Automáticamente después de esa experiencia, que fue maravillosa y fuera de este mundo porque fue casi irreal, me vino completa la sinopsis del libro”, reveló Calzadilla a DIARIO LAS AMÉRICAS.
Aunque por su título, pareciera que la obra solamente aborda el tema del racismo, realmente va más allá pues expone la marginalidad y falta de tolerancia existente entre los seres humanos, y que se da a veces por el color de la piel o cualquier otra característica que los aleje del paradigma impuesto.
El volumen está compuesto por una serie de relatos de ficción que pueden semejar la vida cotidiana de cualquier mortal. Teje la historia de un personaje que se ve obligado a vencer obstáculos para alcanzar sus metas. Está escrito en un lenguaje sencillo y ameno que invita a la lectura.
“Muy veladamente habla de la discriminación, pero no sobre el racismo hacia los negros, sino hacia todo lo que se considera minoría”, expresó la autora.
“Cada quien es individual y divino. Y debe tener su esencia y luchar por ser sí mismo, solamente ser, sencillamente ser”, agregó.
Asimismo, su más reciente obra insta a quienes han sentido en carne propia la segregación, a no permitir que nadie los haga sentir inferiores.
“Este libro invita a las personas a que no se auto mutilen con estigmas que impone la sociedad porque supuestamente tienen diferencias, como por ejemplo el color de la piel, el estatus social, el género, la preferencia sexual, o la filiación religiosa”, indicó.
En el plano personal, para Calzadilla, escribir este libro, que vio la luz el pasado año, luego de engavetar la historia durante casi dos décadas, ha sido una especie de refugio y desahogo, a raíz de acontecimientos que asegura, marcaron su existencia.
“Fue interesante. El libro está relacionado con emociones muy fuertes, porque su comienzo tuvo que ver con la muerte de mi papá, y su culminación con otra experiencia muy traumática que fue la gran sorpresa de mi vida”, afirmó.
Sobre la pérdida que desató su inspiración, aún guarda tristes memorias que hoy son recompensadas con su obra materializada.
“Él era mi superhéroe, y yo no concebía que mi papá fuera capaz de morirse. Para mí fue una traición que él se fuera y me dejara. Y me quedé completamente aturdida, anestesiada”, recordó.
“En aquel entonces me pasaba el tiempo fumando y tomando café. Y un día sentí su presencia, pero fue algo tan fuerte que yo quería estar en su dimensión. Entonces mi padre me dijo telepáticamente, no sentí su voz, que escribiera los cuentos”, agregó.
Aunque sí sabe cómo le llegó la musa en 1996, no recuerda cuando se fue, al menos para seguir la sugerencia de su padre, porque durante los 19 años que no pudo terminar Solamente soy un negro, sí consiguió escribir otros libros.
“La musa llega y se va, no se busca. Incluso me venían otras inspiraciones, pero no sé porque no lo terminaba. Todo en la vida tiene un tiempo, y ese era el tiempo del libro, para el 2015”.
Sobre si alguna vez ha sentido la discriminación, Calzadilla admite que sí han intentado menospreciarla, pero ella no lo ha permitido.
“Sí han tratado, muchas personas lo han hecho. Y te tratan como ciudadano de segunda categoría, pero yo no lo permito… en este país y en todas partes, en Cuba pasa”.
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