Maddux y Glavine, unidos desde siempre y hasta la inmortalidad
Ambas estrellas de la década de los noventa serán exaltados este domingo a Cooperstown
glavine y maddux
Hubo un momento en el cual tener a Greg Maddux sobre el montículo era garantizarse una lección sobre cómo enfrentar a casi cualquier bateador. La clase era breve, sin mostrar nada rebuscado. Con esa efectividad Maddux enfrentaba el juego y fue así como, casi sin que nadie se diera cuenta, terminó su carrera de 23 años con 355 victorias, 3.16 de efectividad y 3.371 bateadores abanicados. n
Casi paralelamente apareció un lanzador zurdo, salido de las granjas de los Bravos de Atlanta. Siempre estuvo a la altura de los mejores de su época y terminó ganando 305 partidos en 22 campañas, cinco de 20 victorias. En 1995, cuando Atlanta logró su único campeonato, fue él quien se convirtió en el Jugador Más Valioso de esa Serie Mundial. n
Ambos no sólo fueron garantía de triunfos para sus equipos en el momento. Hoy encabezan una de las más ilustres generaciones de beisbolistas elevados al Salón de la Fama, donde también entrará Frank Thomas, a quien puede considerarse el primer bateador designado en Cooperstown, así como tres de los mánagers más importantes de todos los tiempos: Bobby Cox, Tony La Russa y Joe Torre. n
De Maddux nunca hubo suficiente para conformarse. Un lanzador cuyo repertorio se fundamentó en la sinker, una recta de cuatro costuras y un cambio de velocidad, pero que también tiraba curvas, podía sorprender a los bateadores con una recta que no pasaba de las 90 millas. Pero su clave estuvo en combinar todo eso y engañar a los contrarios, sacándolos de paso y obligándoles a batear rollings. n
Un típico partido lanzado por Maddux no pasaba de las dos horas y media ni de cien pitcheos. Gracias a eso lanzó muchas entradas sin riesgo a lesionarse. Gracias a eso se estaba obligado a observar un clásico, que era ponerse con la cuenta de strikes a su favor, para observar a los rivales a batear en situación adversa. n
Cuando Maddux llegó a los Bravos ya había sido estrella con los Cachorros. A su arribo, Tom Glavine había tenido que batallar fuerte para convertirse en estrella. Su primera campaña completa, en 1988 terminó con 17 derrotas, así que se vio en la obligación de trabajar todo lo relativo a los movimientos sobre el montículo, para convertirse en un zurdo que daba no más de tres boletos por partido. Allí estuvo el secreto para hilvanar tres torneos de 20 triunfos entre 1991 y 1993, además de labrarse un prestigio elevado como un lanzador especialmente efectivo en los momentos clave. n
Maddux y Glavine, juntos, fueron una dupla que ponía sobre la mesa al menos 40 triunfos por campaña. Hoy, cuando el acto de exaltación de ellos dos y de los otros cuatro se desarrolle, será una buena oportunidad para recordar las glorias de este juego en los años 90, convulsionados por una huelga de peloteros y marcados por el inicio de un tiempo oscuro, como fue el de los esteroides, del cual estas estrellas pudieron salir ilesas.