MIAMI- Como era lógico, la secretaria del Departamento del Tesoro, Janet Yellen, reaccionó airada ante la decisión de la calificadora Fitch de bajar la nota de la deuda de Estados Unidos de AAA a AA+.
MIAMI- Como era lógico, la secretaria del Departamento del Tesoro, Janet Yellen, reaccionó airada ante la decisión de la calificadora Fitch de bajar la nota de la deuda de Estados Unidos de AAA a AA+.
Para evaluar la solvencia de Estados, comunidades o empresas, las tres principales calificadoras del mundo -S&P Global, Fitch y Moody's- usan escalas de letras o notas, que van de AAA, considerada por encima de cualquier riesgo, a C o D, que señalan posibles incumplimientos de reembolsos.
Las mediciones se realizan a través de parámetros de crecimiento económico, endeudamiento, déficit, gastos e ingresos fiscales, entre otros. El diagnóstico sirve de guía a los inversionistas.
Eso significa que cuanto más baja sea la nota atribuida, mayores serán los intereses que los inversores pedirán para prestar dinero a un Estado o a una empresa, porque su deuda será considerada de un mayor riesgo.
Los argumentos de Fitch son contundentes, a pesar de que Moody’s no los respaldó.
El responsable de Fitch para las Américas, Richard Francis, indicó que "entre los elementos importantes para nosotros, está el hecho de que los gobiernos, de ambos bandos, republicanos y demócratas, no han sido capaces de encontrar soluciones duraderas a los problemas fiscales crecientes de Estados Unidos".
"Observamos un deterioro bastante constante de la gobernanza durante las últimas décadas. Esto se ilustra por "la resolución siempre en la cuerda floja del tema del techo de la deuda", enfatizó Francis, quien prevé además que la situación presupuestal de Estados Unidos no apunta a mejorar y pronosticó déficits elevados y persistentes en los próximos dos años.
"Esperamos un alza del déficit (fiscal) en los tres próximos años", sostuvo.
Las implicaciones de esta medida, aunque el gobierno de Joe Biden lo niegue, son trascendentales. Wall Street hizo acuse de recibo en las dos sesiones posteriores a la decisión, después de una racha de cierres en verde.
Algunos analistas para restar también importancia al tema afirmaron que la Bolsa de Nueva York necesitaba una corrección, pero el asunto se transfiere a los inversionistas y en especial a los extranjeros.
El 2 de agosto, los principales índices de Wall Street cayeron. El industrial Dow Jones perdió 0,98%, el tecnológico Nasdaq cedió un significativo -2,17% y el S&P 500 -que representa las mayores 500 empresas- bajó -1,38%.
Un riesgo más alto -luego del anuncio de Fitch- y el alza de las tasas de los bonos del Tesoro impactaron las acciones, en particular de las gigantescas capitalizaciones del sector tecnológico.
Nvidia derrapó -4,81%, Microsoft perdió -2,63%, Meta -2,60% y Amazon -2,64%.
La reducción de la nota de la deuda estadounidense sube el riesgo de los préstamos y por consiguiente los intereses, lo que frena el flujo de capital y disminuye la confianza de los interesados en poner en movimiento su dinero.
La Reserva Federal se vio forzada desde marzo del año anterior a una sucesión de alzas de tasas de interés (11 en total), sólo con una pausa en junio pasado, frente a la persistencia de la alta inflación.
El rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años subió el 2 de agosto a 4,07% frente al 4,04% del día anterior, pero estos valores ya son bien altos en el mercado bursátil, comparado con el 2019 y 2020.
Ante las reacciones de la Casa Blanca, Fitch respondió con argumentos sólidos, después de privar a Estados Unidos de su perfecta calificación de deuda AAA debido al deterioro de la gobernanza en el país.
La decisión de la agencia de calificación crediticia de rebajar la nota de la deuda de Estados Unidos hasta AA+, es "injustificada", dijo la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Según Yellen, "la evaluación de la agencia, no se corresponde con el vigor actual de la mayor economía mundial". Al parecer, la alta funcionaria no reconoce sus errores ni la crítica situación económica y endeudamiento causados por las políticas de la administración Biden en casi tres años de mandato.
Las estadísticas revelan la verdad: una inflación récord en las últimas cinco décadas durante casi tres años y que ascendió en junio de 2022 al 9,1% con precios insostenibles para el bolsillo de los consumidores; una crisis hipotecaria (no reconocida) con una caída en ventas superior a los 13 meses (11 de ellos consecutivos), crisis bancaria que aunque se mantiene en silencio no ha cesado; el costo de cientos de miles de millones de dólares adicionales por la crisis abierta en la frontera sur; una contracción sin precedentes desde hace 10 meses de la actividad manufacturera junto a un déficit comercial en 2022 de 948,100 millones de dólares, un incremento del 12,2% respecto al año anterior que sumó un récord en la historia del país.
La deuda de EEUU que se aproxima a los 32 billones (trillions) de dólares, con una guerra a cuestas en Ucrania y una extensa lista de organismos y gobiernos, que ahora reciben financiamientos del gobierno de Biden, han creado las peores condiciones económicas para la nación en decenas de años. Ni cuando la recesión hipotecaria entre el 2007-2009, los estadounidenses vieron una degradación tan generalizada del desarrollo económico en EEUU.
El precio de la gasolina otra vez se encuentra en ascenso (con un alza promedio en casi 4 dólares), a menos de 10 semanas del comienzo de la temporada invernal, cuando tradicionalmente se dispara el valor de los combustibles por un incremento del consumo.
En junio y julio del año pasado, el precio promedio nacional del galón regular de gasolina superó los 5 dólares y en algunos estados los conductores pagaron por encima de los 7 dólares.
La reducción de casi tres millones de barriles diarios en los últimos 10 meses por parte de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) y (OPEP+) ha causado un alza del valor del crudo a nivel mundial.
El gobierno de Biden eliminó la independencia energética de EEUU y lo bajó del podio de primer exportador de petróleo en el mundo en 2019, por encima de Arabia Saudita, que consiguió el gobierno de Donald Trump, el presidente número 45. Por tanto, ahora los estadounidenses dependen directamente de la inestabilidad de los precios de los combustibles y de las políticas financieras que traza la entidad petrolera a nivel mundial.
Frente a toda esta situación, la agencia Fitch alertó a finales de mayo que podría revisar a la baja la triple A de la deuda estadounidense, si subía el límite de endeudamiento del país para evitar un default.
"La rebaja (de la nota) de Estados Unidos refleja el deterioro fiscal esperado en los próximos tres años" y la "erosión de la gobernanza" luego de "repetidos impasses sobre el límite de endeudamiento y resoluciones de último minuto" (para evitar un impago), explicó el informe.
Fitch también apuntó contra "una carga de la deuda pública alta y creciente" en Estados Unidos.
En otro acápite de su resumen, la agencia concluyó que "el gobierno de EEUU no dispone de un marco fiscal a mediano plazo, contrariamente a la mayoría de sus pares, y tiene un proceso presupuestal complejo. Estos factores, así como varios "shocks" económicos y nuevas iniciativas de gastos, contribuyeron a aumentos sucesivos de la deuda durante la última década".