Diversificar es invertir en distintos activos para evitar exponer nuestro capital a una misma fuente de riesgo. En castellano: No pongas todos tus huevos en la misma cesta. Es un principio básico para la construcción de cualquier portafolio; nos ayudará a reducir las pérdidas y acumular riqueza.
Invertir solo en bonos cuando eres joven puede resultar en pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación, o invertir solo en acciones cuando somos mayores puede exponernos a pérdidas de ahorros vitales en el corto y mediano plazo. Lo ideal es alcanzar una combinación acorde a la persona.
Para lograr esto nuestros portafolios pueden diversificarse con inversiones en bonos, acciones, efectivo, commodites, fondos mutuales, fondos de bienes raíces e incluso distintas monedas. El peso de cada uno de estos activos dentro del portafolio dependerá en gran medida de tus metas de inversión, tolerancia al riesgo y horizonte de inversión.
Si tienes requerimientos de capital en los próximos meses entonces las inversiones se deben planificar con mayor exposición a instrumentos como bonos de corta duración o certificados de depósito. Si buscas apreciación de capital a largo plazo quizá la mejor opción sea invertir buena parte de tu capital en acciones, que han probado tener mayores retornos y ser más volátiles históricamente. Si quieres crecer tu capital pero no soportarás ver lo que pase con él en la próxima recesión –que sucederá-, quizá prefieras una mezcla de efectivo, bonos y acciones domésticas e internacionales. Lo importante es determinar con qué tipo de activos y riesgos asociados la persona se siente más cómoda.
Existen dos tipos riesgos que afectarán los activos de tu portafolio. El riesgo que es diversificable, que está asociado a la situación económica específica de compañías, industrias, sectores e incluso países. Y el no-diversificable, que es aquel que afectará a toda la economía como las tensiones políticas, guerras, eventos naturales e incluso la inflación. Contra este último se pueden comprar algunos tipos de seguros pero no hay mucho que hacer más que ser optimistas y aceptar que el futuro es incierto.
Imagine que tenemos acciones en una compañía que fabrica y vende teléfonos producidos localmente, mientras que la competencia produce los suyos en China y logra venderlos más baratos, debido a esto las ventas y resultados de nuestra empresa no son los deseados y la acción pierde valor. En este caso una industria en particular se ve afectada, no el resto del mercado, y si las acciones de esa empresa sólo representan una pequeña parte de nuestro portafolio la pérdida no será significativa, dormiremos tranquilos aunque la empresa esté en problemas financieros. No es lo mismo si nuestro país entra en conflicto con China y la economía en general se ve afectada, entonces es muy probable que veamos pérdidas en la mayoría de nuestras posiciones.
Lo importante es que si estás invirtiendo a largo plazo -como deberías- la diversificación será tu mejor amigo. Es tan –o más- importante no perder plata como ganarla!
Si hubieses invertido todo tu dinero en un fondo de acciones que simulara el S&P-500 a principios del año 2000 y lo hubieses vendido en enero de este año hubieses tenido un retorno del 40,1% o un 2,3% anualizado. Pero si hubieses diversificado la mitad de tu capital en el S&P-500 y la otra mitad en un fondo de bonos, como uno que simulara al Barclays US Aggregate Bond Index, tu retorno hubiese sido 84.9% o 4,2%! Un poco más del doble y esto debido a que parte de tu capital hubiese sufrido menores pérdidas durante las últimas dos recesiones.
Es importante entender que la diversificación no maximizará las ganancias, sino que diluirá la exposición y las pérdidas que nuestros portafolios puedan sufrir debido a algún sector de la economía.