El marketing a través de celebridades no es un fenómeno nuevo. Se ha utilizado desde el mismo surgimiento de la publicidad: el “aquí estuvo Hemingway” de los años 60 y el torso semidesnudo de Cristiano Ronaldo vistiendo calzoncillos Armani en todas las revistas y vallas publicitarias así lo demuestran. Lo nuevo es el surgimiento de batallones de “influencers” que pugnan en un mercado de 10 mil millones de dólares, abriendo cajas de celulares inteligentes, probándose zapatillas o aconsejando visitar restaurantes.
El fenómeno de los “influencers” se expandió en la última década con los Blogger y los Youtubers, quienes con sus shows de humor, nuevas tecnologías, culinarios, noticiosos, comentarios deportivos, o juegos por Internet, tienen enganchados a millones de jóvenes en todo el mundo. Y algunos de estos grandes “influencers”, a golpe de click, levantan verdaderas fortunas.
En el marco del recién finalizado encuentro eMERGE AMERICAS, conocimos de la existencia de una plataforma para influencers llamada SocialPubli. “Creada para democratizar el fenómeno de la publicidad por Internet”, así explicó su fundador, Ismael El-Qudsi, quien conversó con DIARIO LAS AMERICAS sobre su expansivo modelo de negocio, presente ya en 20 países de América y Europa.
“La idea de SocialPubli es democratizar el impacto de los influencers en las redes sociales. Nos basamos en las tesis de la economía colaborativa, la misma que funciona en la plataforma Uber o Airbnb, donde cualquiera puede alquilar su auto o su apartamento. Nosotros hacemos algo parecido, cualquiera puede ser influencer, sin necesidad de tener millones de seguidores”.
La plataforma, lanzada en 2005, tiene 30.000 promotores. El modelo de negocio es repartir el dinero que desea gastar un anunciante entre los influencers que participen en la campaña. Para ello se ha creado un sistema de subscripciones gratuitas. “En nuestra plataforma, cualquiera puede darse de alta inmediatamente, solo tiene que ir a www.socialpubli.com y registrarse. Desde ese momento comienza a recibir campañas donde puede participar, y da igual que tenga 100 amigos o 10.000”, explica Ismael El-Qudsi.
“Aunque admitimos a cualquier persona, esta cobrará en dependencia de los seguidores que tengan en sus respectivas redes. No es lo mismo un promotor a quien le sigan varios miles de personas a uno que tenga la capacidad de llegar solo a 100. Los pagos se efectúan una vez al mes por PayPal. Cuando el influencer acepta el trabajo, sabe de antemano cuánto cobrará por publicar un post en sus redes o crear un video en Youtube”.
Desde el punto vista de las marcas, los anunciantes pueden entrar a la plataforma y diseñar su campaña combinando el presupuesto con el target al que se dirigen. “El anunciante puede decidir qué desea anunciar, dónde , para qué público y cuál es su presupuesto. El sistema, con esos datos, le enviará de forma inmediata una propuesta de campaña”, explicó el empresario de origen español.
SocialPubli tiene la capacidad de hacer campañas globales sobre un gran producto o campañas locales muy específicas para una comunidad determinada. Un click desencadena los filtros que pulen el objetivo de la campaña. “Un pequeño restaurante con 100 dólares puede lograr 10 twitts de influencers de su área de ubicación. Con la ventaja añadida de que estos influencers son conocidos en su radio de acción por su buen gusto por la cocina de autor, por ejemplo”. Con 10 twitts se puede llegar a miles de personas.
"Las grandes transnacionales también pueden utilizar nuestra plataforma para hacer una campaña de lanzamiento de un nuevo producto a nivel mundial, determinando el presupuesto y las áreas de influencia. Con un click logran que 10.000 promotores comiencen a twittear sobre su producto o hagan un comentario en Facebook , Youtube, o Instagram. Lo maravilloso del tema es habrá miles de influencers opinando con sus propias palabras e idiosincrasia sobre el producto para convertirlo en algo cercano, alcanzable y creíble".
Las campañas en la plataforma se moderan. “No tiene lógica que un anunciante pague por publicitar un producto o servicio y quienes opinen sobre el resalten aspectos negativos de este. Y, encima, cobren por ello”, concluyó.