"Las áreas implicadas en los cerebros de los pacientes, como el cerebelo y las redes visuoespaciales y auditivas, se corresponden con los síntomas neurológicos que se observaron en los pacientes --explica el autor principal, Ragini Verma, profesor de Radiología y jefe del laboratorio de imágenes DiCIPHR (Diffusion and Connectomics in Precision Healthcare Research) en Penn--. Estas diferencias persistieron incluso cuando las personas con antecedentes de lesión cerebral fueron excluidas del análisis".
En 2016, el personal del gobierno norteamericano que prestaba servicio en La Habana (Cuba) y sus familiares comenzó a informar de una variedad de síntomas neurológicos, que incluían dificultades con la concentración y la memoria, mareos, problemas visuales y problemas de equilibrio. Los síntomas se relacionaron con ruidos súbitos e intensamente escuchados en sus casas y habitaciones de hotel, que los funcionarios del Departamento de Estado luego llamaron "ataque sónico" o "fenómenos direccionales", aunque los detalles del supuesto evento siguen sin resolverse.
Después de los exámenes iniciales, los pacientes fueron enviados al Centro de Lesiones Cerebrales y Reparación de Penn para su evaluación, tratamiento y rehabilitación en el verano de 2017, bajo la dirección del director del centro y coautor del estudio Douglas H. Smith, profesor de Docencia e Investigación en Neurocirugía.
Un informe publicado en 'JAMA' publicado por investigadores de Penn en 2018 documentó los síntomas neurológicos que experimentaron 21 pacientes que habían informado sobre la exposición a los fenómenos misteriosos en Cuba. Al resumir estos hallazgos, Smith dijo que los síntomas eran "similares a los encontrados en el síndrome de conmoción cerebral persistente, pero no hubo evidencia de traumatismo craneal contundente".
Como parte de la investigación sobre sus signos y síntomas, los pacientes también se sometieron a una neuroimagen avanzada con imágenes de resonancia magnética multimodal (IRM) en Penn, antes de recibir cualquier tratamiento de rehabilitación integral. Este análisis retrospectivo comparó las imágenes cerebrales de 40 personas potencialmente expuestas a 48 personas sanas que no estuvieron expuestas y no mostraron estos signos y síntomas.
El análisis grupal, publicado ahora en el nuevo estudio 'JAMA', utilizó varias herramientas computacionales para examinar imágenes de MRI estructurales, de difusión y funcionales, y encontró diferencias estadísticamente significativas en el volumen cerebral, las propiedades de los tejidos y la conectividad entre los pacientes y el grupo de control sano.
Hubo un volumen reducido de materia blanca en los pacientes afectados, junto con un patrón de diferencias en las medidas de difusión de agua en el tejido. Las imágenes también revelaron una menor conectividad funcional en las subredes visuoespaciales y auditivas. En particular, se encontraron diferencias en el volumen del tejido, la difusión del agua y la conectividad en el cerebelo, la parte del cerebro responsable de realizar tareas voluntarias, como caminar y escribir.
"Los hallazgos cerebelosos en este estudio de neuroimagen son notables, dado que varios de los pacientes evaluados mostraron anomalías en el equilibrio y el movimiento coordinado de los ojos, ambos asociados con disfunción cerebelosa en el cerebro", explica el coautor del estudio Randel Swanson, profesor asistente de Medicina Física y Rehabilitación en Penn.
Según Verma, el patrón de diferencias encontrado en este estudio no se asemeja a las investigaciones basadas en imágenes de ninguna otra patología, como la conmoción cerebral y la lesión cerebral traumática. "Estos hallazgos pueden representar algo que no se ha visto antes", asegura Smith.
Verma compara el cerebro con un sistema de carreteras, que comprende carreteras (materia blanca) y tráfico. La resonancia magnética estructural proporciona información sobre el tamaño de las carreteras, mientras que las imágenes de difusión brindan información sobre las condiciones de las carreteras y cómo están conectadas. Una lesión en el cerebro podría contribuir a un deterioro en la condición de las carreteras (reflejada en las diferencias de materia blanca), lo que lleva a un patrón de tráfico alternativo (conectividad funcional alterada).
Por lo tanto, añade Verma, una investigación multimodal es esencial para ver una imagen más completa de la lesión. A medida que el cerebro se recupera, mientras que el patrón de tráfico puede volver a la normalidad, el uso excesivo de algunas carreteras puede provocar desgaste y cambios compensatorios en el cerebro.
"Es difícil decir dónde comenzó el problema; las diferencias cerebrales observadas podrían ser un efecto inmediato de la lesión cerebral o un efecto compensatorio del proceso de recuperación --admite Verma--. Es muy difícil decirlo, especialmente con un estudio retrospectivo y heterogéneo, en el que se incluyó a las personas en varias ocasiones después de la exposición potencial. Lo importante es que sí vimos diferencias a nivel de grupo".
FUENTE: Con información de Europa Press