“Cuando una nación depende de una industria extranjera para lo que es esencial para su defensa, puede ser prudente imponer un gravamen extraordinario o prohibir esas importaciones por completo”.
Inspirado en los principios de Adam Smith y los poderes otorgados por la Constitución, el presidente usa aranceles y acuerdos para proteger los intereses estratégicos del país
“Cuando una nación depende de una industria extranjera para lo que es esencial para su defensa, puede ser prudente imponer un gravamen extraordinario o prohibir esas importaciones por completo”.
Adam Smith, La riqueza de las naciones, Libro IV, Capítulo 2 (1776). Primer libro moderno de Economía.
Desde su fundación, Estados Unidos ha utilizado los aranceles y las políticas comerciales para proteger los intereses estratégicos y garantizar la prosperidad económica. La Constitución de EEUU, en el Artículo I, Sección 8, otorga al Congreso el poder de regular el comercio internacional, mientras que el Artículo II, Sección 2, otorga autoridad al Presidente para negociar tratados que defiendan el bienestar nacional.
Este marco, reforzado por los principios delineados en los Federalist Papers, como el Federalist No. 11 de Alexander Hamilton, destaca la importancia del comercio como un componente estratégico de la seguridad nacional.
El presidente electo Donald J. Trump, que asumirá el cargo el 20 de enero de 2025, ha dejado claro que planea seguir esta tradición. Con una estrategia audaz, buscará enfrentar déficits comerciales, imponer justicia frente a prácticas desleales y utilizar aranceles y renegociaciones para restaurar la ventaja económica del país.
Los aranceles han sido una herramienta clave en la política económica de Estados Unidos desde sus primeros días. Trump ha adoptado este enfoque para proteger las industrias estratégicas y corregir las desigualdades comerciales con socios clave como China, México y Canadá.
En 2023, el déficit comercial de Estados Unidos con China superó los $300 mil millones, un claro indicador de la pérdida de empleos y riqueza. Este desequilibrio es en parte resultado de décadas de incumplimientos por parte de China en acuerdos comerciales, como el pacto de “Fase Uno” de 2020, donde China no cumplió sus promesas de aumentar las compras de productos agrícolas y manufacturados estadounidenses.
Trump prometió no tolerar más incumplimientos y planea implementar políticas estrictas, incluyendo aranceles adicionales y mecanismos de cumplimiento más exigentes, para garantizar que cualquier acuerdo sea respetado.
Las prácticas desleales de países como China y México han perjudicado a las industrias estadounidenses durante décadas. Trump ha adoptado un enfoque multifacético para combatir estas tácticas.
El T-MEC, que reemplazó al obsoleto Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ejemplifica el compromiso de Trump con el comercio justo. Este acuerdo incluye nuevas disposiciones diseñadas para beneficiar a los trabajadores estadounidenses:
La estrategia de Trump no solo transforma el comercio estadounidense, sino que también impacta el panorama global. Países como Japón e India están diversificando sus cadenas de suministro, reduciendo su dependencia de China y fomentando un comercio más equilibrado.
Históricamente, líderes como Ronald Reagan enfrentaron desafíos similares y utilizaron aranceles para proteger sectores estratégicos. Trump sigue esta tradición, restaurando la ventaja competitiva de EEUU mediante políticas audaces y proactivas.
La estrategia comercial de Trump no es solo una respuesta a los desafíos actuales, sino un plan para garantizar el liderazgo económico de Estados Unidos en las próximas décadas. Para avanzar, es esencial:
Inspirado en los principios de Adam Smith y los poderes otorgados al ejecutivo por la Constitución, Trump está utilizando aranceles y acuerdos para proteger los intereses estratégicos de Estados Unidos. Al enfrentar déficits, incumplimientos y prácticas desleales, está marcando el comienzo de una nueva era de prosperidad.
Este es el renacimiento económico de EEUU, un triunfo comercial que devuelve a los trabajadores y las industrias su lugar en el escenario global. Bajo el liderazgo de Trump, Estados Unidos no solo está compitiendo, está ganando.